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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL
Viernes, 22 de febrero 2013, 04:20
Benedicto XVI se va dentro de siete días y desde ayer el Vaticano está aún más patas arriba, con la explosiva revelación del supuesto contenido del informe secreto de 'Vatileaks' encargado por el Pontífice. Lo firman tres cardenales 'detectives' de confianza: el español Julián Herranz, el eslovaco Josef Tomko y el italiano Salvatore De Giorgi. Ya había trascendido que su contenido era «demoledor» y que el 'dossier' definitivo -una 'Relationem'- le fue entregado el pasado 17 de diciembre, momento que habría precipitado su decisión de renunciar.
Pero 'La Repubblica' dio ayer por primera vez los detalles: en dos tomos de 300 páginas se retrataría un mapa de grupos de poder en el Vaticano, aglutinados por órdenes religiosas o procedencia geográfica, entre los que destaca un 'lobby' gay, algunos de cuyos prelados han sido víctimas de chantajes por parte de sus amantes, laicos a los que están ligados por vínculos de «naturaleza mundana». Habría una auténtica red de extorsión que entraría de lleno en las luchas de poder. «Todo gira en torno al incumplimiento del sexto y el séptimo mandamiento», ha dicho al diario una fuente cercana a los autores del informe. (El sexto es no cometerás actos impuros. El séptimo, no robarás).
El asunto nace cuando el Papa encarga en abril de 2012 una investigación interna del caso 'Vatileaks', las filtraciones de documentos que salían en la prensa y sacaban a la luz trapos sucios de la Santa Sede. El escándalo culminó en mayo con la publicación de un libro con medio centenar de papeles y el arresto del mayordomo del pontífice, Paolo Gabriele, acusado de ser el ladrón de documentos. Procesado y condenado en un juicio que fue una pantomima y que no profundizó en las complicidades de las altas esferas, fue indultado antes de Navidad. De cara a la galería el tema parecía cerrado, pero de puertas adentro trabajaban en serio los tres cardenales 'detectives'.
Cazado con cámara oculta
«No esperéis comentarios, desmentidos o confirmaciones sobre este tema», replicó ayer lacónicamente el portavoz vaticano, Federico Lombardi, a las primeras preguntas sobre la cuestión. Hay muchas, porque en realidad la información de 'La Repubblica' da pocos datos y más que nada sugiere entre líneas, uniéndose a rumores que ya circulaban en Roma. Pero lo poco que dice es un bombazo, y hoy anuncia una segunda entrega. Habla de encuentros sexuales en las propias estancias vaticanas, en una sauna del barrio romano de Quarto Miglio, en un chalé fuera de Roma y en un centro estético de la capital. También cita una residencia universitaria en Via Trasone, cedida en alquiler a una entidad privada, pero que Bertone luego reclamó para que fuera el domicilio romano «de un arzobispo veronés».
Ahora cobran relevancia dos viejos escándalos que en su día llegaron a la prensa, en 2007 y 2010, pero fueron tapados y olvidados rápidamente. El 'dossier' habla de ellos. Uno es de un alto prelado del Vaticano llamado Tommaso Stenico, cazado por la cámara oculta de un programa de televisión italiano. Fue en octubre de 2007. El programa le contactó a través de páginas gay de Internet y envió un cebo con una cámara al encuentro. Las imágenes borraron la cara del cura, pero fue reconocido porque le recibió en su propio despacho de la Curia, en la Congregación del Clero. Stenico, que llevaba 25 años en la Curia y es psicólogo, se explicó de forma peregrina diciendo que no era gay y solo era una estratagema para infiltrarse en estos círculos y «desenmascarar curas homosexuales». Era parte del trabajo de preparación, decía, de un libro sobre la homosexualidad en el clero. Fue suspendido y la Santa Sede anunció una «limpieza interna». Llevó la investigación el cardenal Herranz, el mismo del informe 'Vatileaks'. «Es un caso aislado», aseguró.
Pero más convulsión causó en 2010 el descubrimiento de una red de prostitución masculina dirigida por un nigeriano, Thomas Ehiem, que cantaba en un coro de San Pedro. Algunos de los chicos, según se deducía de las conversaciones grabadas, eran seminaristas. Ehiem, que fue expulsado de inmediato, estaba registrado como religioso en el padrón, pero el Vaticano lo negó y sostuvo que era un laico.
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