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F. J. ONRUBIA
Jueves, 31 de enero 2013, 09:43
Un guión descabellado. De esta forma se resume el robo de un teléfono móvil y su inmediato intento de venta a su propietario, ocurrido en Abanilla. El hurto se produjo en la oficina de Cajamar, cuando en un descuido, un hombre de 30 años con múltiples antecedentes, se apoderó del teléfono móvil de un empleado de la oficina bancaria.
Lo hizo aprovechándose de un descuido, haciéndose con un iPhone de última generación. El empleado de Cajamar, al percatarse de la ausencia del móvil, trató de localizar al visitante inesperado, al sospechar que era el autor del robo. Lo curioso del caso se produjo cuando minutos después, el caco intentó venderle su propio móvil por una ingente cantidad de dinero. El dueño del iPhone no cedió al chantaje y se dirigió a denunciar los hechos a la Guardia Civil.
Acto seguido, miembros de la Policía Local, acompañados de la Benemérita, se personaron en la vivienda del presunto autor del robo. Allí se produjo la situación más rocambolesca de este disparatado hurto, ya que el supuesto caco permaneció atrincherado en su propio domicilio en el barrio alto de Abanilla. Lo hizo durante algo más de una hora, mientras que los agentes intentaban convencerle de que entregase el aparato en cuestión, como si se tratase de un secuestro, y todo bajo la atenta mirada del vecindario, como si de una película se tratase.
Finalmente, este abanillero declinó su actitud y entregó el iPhone que fue devuelto a su propietario, ante el aplauso del respetable que asistió atónito al 'secuestro telefónico'. A pesar del espectáculo, el empleado de la sucursal no ha querido demonizar el asunto, perdonando al 'raptor' al entender que «se trata de un hombre con problemas de drogas».
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