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ISABEL MATEO
Domingo, 20 de enero 2013, 12:13
Algo más de cuatro años después de su desmontaje y traslado a Teruel, donde ha permanecido todo este tiempo almacenado en los talleres de la empresa encargada de su restauración, el órgano de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario ha regresado a su lugar. El instrumento, fabricado en 1926 y considerado por los expertos como una «una verdadera joya artesanal de valor incalculable» y «una maravilla única en su estilo», ocupa de nuevo desde mediados de enero su sitio en el coro de la iglesia, aunque no lo hace en el estado inicialmente previsto. El órgano parroquial abandonó Santomera en noviembre de 2008. Por aquel entonces, en el marco de las obras de arreglo de las torres del templo, se descubrió que el forjado que sustentaba el coro se encontraba en mal estado y debía ser sustituido. Para llevar a cabo estos trabajos era necesario desmontar el instrumento, así que se decidió que ese era un buen momento para afrontar también su restauración, pues presentaba deficiencias graves en el sistema neumático, así como tubos oxidados y otras piezas en mal estado.
La parroquia le encargó esa tarea a una empresa turolense, que le propuso restaurarlo, reconstruirlo y transformarlo de órgano neumático a mecánico, algo que le otorgaría una presencia estéticamente más vistosa y una mayor funcionalidad, al tiempo que garantizaría su mejor conservación y mantenimiento. El proyecto se presupuestó en 127.000 euros. Para conseguir ese dinero, se solicitaron subvenciones e incluso se lanzó una campaña para que vecinos y empresas patrocinaran teclas y tubos a cambio de una pequeña aportación.
El instrumento se trasladó hasta Teruel, pero la crisis se metió por medio y nunca se alcanzaron los fondos necesarios para llevar a cabo el proyecto. Ante la perspectiva de que tampoco se podrán conseguir pronto, y considerando que el seguro y el alquiler de depósito han venido generando importantes gastos anuales, el consejo pastoral optó en septiembre por solicitar su vuelta a casa y el pasado jueves finalizó su montaje en el coro. El órgano sigue inoperativo, pero al menos durante estos cuatro años se han limpiado y revisado sus numerosas piezas, se le ha dado un tratamiento para proteger la madera y su nuevo ensamblaje permitirá reducir al mínimo su deterioro. Todo este proceso -transporte, seguro y depósito incluidos- ha supuesto una factura cercana a los 27.000 euros, de los que hasta ahora la parroquia ha podido pagar 13.000 -salidos de sus ingresos propios y de las donaciones hechas para la restauración-. En marzo está previsto otro pago de 7.000 euros y en junio se espera finiquitar la cuenta, que para Antonio Ballester, el párroco, ha merecido la pena porque «el órgano está mejor ahora, bien preparado para mantenerse en estado de conservación mientras pasa la crisis».
El centenario, un problema
Gracias a las mejoras a que ha sido sometido, el órgano ha ganado años de vida. Pero tampoco convendrá demorar demasiado su arreglo completo, ya que dentro de trece años el instrumento cumplirá cien años de vida. En ese momento pasará a estar considerado oficialmente como histórico y llevar a cabo el proyecto de restauración tal y como está concebido ahora será imposible por las leyes de conservación del patrimonio.
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