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Tímido. «Me parapeto detrás de las gafas, no tienen graduación». :: ISABEL MARQUÉS
«Un poco chillón sí que soy»
GENTE

«Un poco chillón sí que soy»

Ángel Llácer. Actor«A la pregunta de si soy gay no respondo, nunca voy a salir ni entrar en ese armario»

ARANTZA FURUNDARENA

Domingo, 23 de diciembre 2012, 01:41

¿Alguien piensa que Ángel Llácer padece un exceso de protagonismo? Pues, según él, se equivoca. Este barcelonés de casi 39 años jura que cuando le reconocen por la calle se arruga, y que se pone unas gafas que no necesita (van sin graduar) solo para proteger su intimidad. Llácer ha escrito un libro que esta Navidad se ofrece como regalo junto a un pijama lencero de la firma catalana TCN.

-¿Qué hace un chico como usted en una tienda de lencería?

-Vender optimismo. La lencería, cuando te la pones, es porque eres feliz.

-¿Pero se la pone usted?

-No, no, jajaja... Para nada. Yo para estas cosas soy muy del calzoncillo de toda la vida.

-Su libro se titula: 'Parece difícil, pero no lo es'. ¿El qué?

-Ser feliz. Basta con estar contento muchas veces al día.

-¿Cómo le ha dado por predicar la felicidad sin ser Punset?

-Mi libro empezó siendo un manual para trabajar mejor en grupo. Empecé a escribir y me di cuenta de que a mí me han funcionado seis cosas: la coherencia, el trabajo, el talento, la personalidad, la empatía y la diversión.

-¿Vende buen rollo porque el malo ya lo copa Risto Mejide?

-Nunca hablo de él. Somos antagónicos. A mí me gusta construir, no destruir. Solo tenemos en común nuestro editor.

-Muy positivo, pero hay quien al verle en la tele se pone malo.

-Sí, muchas veces la gente al verme dice: «Este tío es un tonto». Pero como no lo soy, pienso que algo debo de estar haciendo mal. Las personas que salimos en la tele somos un frontón. Yo creo que siempre te acaban viendo como son ellos.

-Hay quien le ve como una estrellona histriónica.

-Un poco chillón sí que soy, pero en la vida real no voy de estrellona ni de histriónico. Es que en la tele soy el chico de las gafas. Y las gafas son de mentira. Cultivo mucho mi intimidad.

-¿Cómo? ¿No necesita gafas?

-No. Los cristales no llevan aumento ni corrección alguna.

-Su óptico debe de estar que lo flipa.

-Ya llevo diez años parapetándome tras unas gafas falsas y ahora me las regalan. La primera vez que me las puse fue porque pensé que así parecería más serio. Y ya ve...

-¿Y dice que usa gafas porque lleva mal la fama?

-Exacto, no me gusta perder el anonimato.

-Creía que su problema era el exceso de protagonismo.

-Pues no. Yo cuando la gente me reconoce me hago pequeño. Es muy fuerte.

-¿Qué significa para usted la palabra contención?

-¿Contención? Nada, es una cosa que se tiene que eliminar. No hay que contenerse nunca. Hay que decir siempre lo que se piensa y hacer lo que se quiere.

-¿Y esa obsesión suya por Richard Gere?

-En el libro me salía bastante Richard Gere. Debe de ser porque siempre lo veo tranquilo consigo mismo. Al final, mi superobjetivo en la vida es llegar a ser una persona mayor sentada en un banquito y mirando las vacas.

-Ya sabe que Gere es budista.

-Yo en cambio no creo en Dios ni esas cosas. Pero soy muy energético. Me guío por la energía de la gente.

-Hay una pregunta que flota en la red: ¿Es gay Ángel Llácer?

-Nunca respondo a eso. Y no porque no quiera contarlo, sino porque tienes que poner un límite. Nunca voy a salir ni entrar de ese armario.

-Como gran hipocondriaco, ¿cuál es su última dolencia imaginaria?

-Ayer me dolía un poco la espalda y creí tener una enfermedad terminal que me afectaba los pulmones. Voy cada dos meses a hacerme análisis.

-Si llega, ¿cómo va a vivir la Navidad?

-Me gusta mucho la familia, incluso los que me caen mal.

-¿Se pondrá algo rojo en Nochevieja?

-No, y menos un tanga. El tanga es la peor prenda del mundo.

-¿Tiene con quién yacer, Llácer?

-Pues no. Yo, pobre de mí, estoy ahí solito. Yo yazco conmigo mismo.

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