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A. NEGRE
Miércoles, 1 de febrero 2012, 02:10
Las polémicas cuotas preferentes ya han llegado a los juzgados murcianos. Lo han hecho de la mano de un anciano de Murcia, de 80 años y aquejado desde hace siete de alzhéimer, que ha interpuesto denuncia por la venta que Caja Mediterráneo (CAM) le hizo el pasado mes de junio de este producto bancario. Pese a arrastrar una minusvalía del 80%, derivada, entre otras dolencias, de su escasa visión y movilidad y de su enfermedad neurodegenerativa, una sucursal del centro de Murcia firmó un contrato con este anciano por el que éste invertía 9.000 euros en una renta fija a vencimiento. El damnificado considera que la caja le engañó, aprovechándose de su imposibilidad de leer y de entender lo que se le ofrecía. El juzgado de Instrucción número 7 de Murcia ya ha abierto diligencias por un presunto delito de estafa.
El detonante de este proceso es una llamada de teléfono que el perjudicado recibió en junio del pasado año. Al otro lado de la línea, explica la denuncia, una empleada de la sucursal de CAM -con la que, al parecer, guardaba una amistad de muchos años- le instaba a presentarse en la oficina para firmar unos documentos. En aquel momento, el anciano ya arrastraba un amplio historial de dolencias médicas.
De hecho, en diciembre de 2005, el Instituto de Servicios Sociales de la Región (Issorm) le reconoció una minusvalía del 80% en base a su pérdida de agudeza visual, a la limitada movilidad de sus extremidades y sobre todo al alzhéimer que se le había diagnosticado. Un expediente de junio de 2006 -realizado en la clínica Virgen de la Vega de Murcia- desgrana el historial de infartos cerebrales y demencia que padecía ya en aquella fecha el afectado.
«Te dará un buen interés»
Cuando recibió la llamada en junio de 2011, el anciano ya no acostumbraba a salir solo a la calle. Aquella fue, según señala su familia, su última vez. Pese a la falta de movilidad y de visión, este murciano decidió aquella mañana acercarse a la caja. Una vez allí, según recalca la denuncia, la empleada le explicó que tenía un dinero en la cuenta que no le estaba dando interés y le dijo que se lo iba «a colocar a plazo fijo en una cuenta, de la que lo podía sacar cuando quisiera, y que le daría unos buenos intereses». La denuncia sostiene que en esa conversación no se habló de participaciones de ningún tipo.
Este anciano firmó aquella mañana la inversión de 9.000 euros en un depósito a plazo de 24 meses y de otros 9.000 euros en las denominadas participaciones preferentes. Como en otros casos que se han dado a conocer en los últimos meses, también la CAM fijó en éste un plazo de vencimiento muy lejano. El contrato es válido hasta el año 3000. El afectado asegura, en su denuncia, que se fió de la buena voluntad de la empleada y que no conocía el contenido de lo que estaba firmando. Además, asegura que su hija ya se había dirigido un tiempo antes a esta empleada -dado que habían sido compañeras de clases- para pedirle que le avisara ante cualquier operación no habitual que su padre quisiese realizar.
La gestión que el anciano había realizado en la caja no llegó a oídos de su familia hasta varios meses después, en diciembre, a raíz de un agravamiento de su enfermedad. Este hombre precisaba de una persona que le pudiese atender en casa y sus hijos decidieron disponer de su dinero para contratarla. Fue entonces cuando el anciano descubrió que no podría tener acceso a parte de ese dinero porque no podía recuperarlo. Se sintió engañado.
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