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GONTZAL DÍEZ
Domingo, 27 de noviembre 2011, 14:21
Escritor, periodista (corresponsal de 'ABC' en París desde 1983, aunque él dice que «desde hace siglos»), activo bloguero (unatemporadaenelinfierno.net), ensayista, galerista, fotógrafo, curioso..., Juan Pedro Quiñonero (Totana, 1946), un tipo inquieto, acaba de publicar una nueva novela, 'Dark Lady' (Espuela de Plata), donde se dan cita heroínas encantadoras y traidores sin escrúpulos, 'starlettes' perdidas en una ciudad nocturna, elegantes crapulosos que deambulan por antros infames, personajes célebres, héroes anónimos y canallas encantadores; la vida, la noche, la ambición y el arte de la supervivencia.
-Usted es una especie de todoterreno literario, ¿cómo se define?
-Un hombre de cultura que intenta salir adelante y que, mal que bien, va tirando. En esto del periodismo uno no se hace millonario, pero te pagan todos los meses.
-Su infancia son recuerdos de&hellip
-Yo he vivido en París muchísimo más tiempo que en Totana, pero las primeras luces, los primeros colores, los primeros sabores ejercen una influencia determinante. Yo pertenezco a esa Murcia pobre, con una desesperante falta de agua, que comienza en Librilla y termina en Almería, una tierra con una luz cegadora y muy pura. Hay un refrán terrible: 'En Totana, se acaba el pan antes que la gana'. Y eso explica mi exilio sin gran dificultad.
-La nostalgia no es buena consejera.
-Yo siento gran cariño por ese pedazo de tierra. Juan Ramón Jiménez decía que llevaba a España en su maleta..., sería pretencioso decir lo mismo, pero algo de eso me ocurre a mí. Lo cierto es que hace siglos que no piso Totana, no me invitan nunca, aunque no sufro por ello particularmente.
-El día en el que conoció a Gaya, ¿lo recuerda?
-Abrí en París una galería junto a mi mujer, lo que fue una auténtica locura y una forma de perder todos los ahorros logrados con gran esfuerzo y dolor. La gran alegría de aquella experiencia fue haber mostrado, con la ayuda determinante de Juan Manuel Bonet, la obra de Ramón Gaya en París. Fue un acto heroico y me emociona, un poco, que todavía se recuerde aquella historia. Yo, que tenía una visión muy negra de España y era muy amigo de Rosa Chacel, que poseía una mirada muy 'olímpica' y que siempre me decía que tenía que descubrir a aquellos españoles que habían pensado un país limpio, honrado y justo. Ella me descubrió el genio de Ramón Gaya y más tarde yo escribí 'El puesto de Ramón Gaya en la historia de la pintura'.
-¿Qué representa Gaya en la cultura española?
-En una historia del arte en la que las vanguardias se habían adueñado de todo, Gaya, entre otros, tomó la decisión de escoger el camino más difícil y complicado y volver a pintar todo el museo universal, que es cuando comienza con sus 'homenajes', que tienen un lugar fundamental en la historia del arte de ayer, de hoy y de mañana. Gaya es un excéntrico, alguien que sitúa al margen, que nos habla del arte que puede venir cuando el arte está agonizando...; un arte que aún no ha llegado, pero ¿quién sabe si mañana tendremos arte?
-¿Dónde no ha metido usted aún las narices?
-No lo sé. Desde hace varios años estoy entusiasmado con la fotografía, que, como todo lo que yo hago, es totalmente marginal, ilegal y fuera de la ley, como Dios manda.
-Su última novela, 'Dark Lady', es algo así como adentrarse en la cara oscura del glamour.
-En el fondo se trata de un argumento bastante trivial: dos niños abandonados, condenados al destierro, sin más futuro que el infierno inmediato, intentan salir adelante con lo único que tienen. Él con una máquina de fotos y ella con su cuerpo. Ambos llegan a triunfar y redimirse gracias a la sabiduría que les otorga 'el arte de vivir', una suerte de toreo realmente peligroso y arriesgado. Él se convierte en un gran fotógrafo de moda, que incluso expone su obra en el MoMa; ella llega a ser una gran modelo de alta costura, inmortalizada por un fotógrafo legendario, Helmut Newton.
-La publicidad, la moda, la alta costura&hellip ¿un terreno resbaladizo o un apetecible y suculento material literario?
-Baudelaire decía que la moda es uno de los rostros del infierno contemporáneo y en esas seguimos. La moda nos presenta unos paraísos falsos y nos arroja de bruces a la simulación y lo endemoniado. Solo hace falta salir a la calle para comprobar hasta qué punto te intentan engañar con una señora muy guapa enseñando el culo o con un paisaje totalmente ilusorio. Pero lo que yo propongo es que el arte de la fotografía publicitaria y de moda también puede ser empleado como una forma de descubrir esas mentiras y salir adelante a pesar de las falsificaciones y el engaño.
-¿Qué le divierte?
-Todo, en realidad me divierte todo. Acabo de estar en Sevilla y me lo he pasado 'pipa' haciendo más de 400 fotografías, de las cuales acabaré usando una docena. Hago pocas cosas que no me gustan y pongo muchas excusas, algunas de ellas muy peregrinas, cuando me encargan algo que no es de mi agrado. A mí lo que me divierte es salir a la calle, vagabundear de noche, mirar y descubrir; encontrarme con alguien en un rincón o en una tarberna, hablar con él y hacerle una foto, que es una forma de descubrir mundos.
-En esas rondas nocturnas, ¿con quién se ha topado últimamente?
-Con Miss Palma de Mallorca, una tía guapísima con la que me encontré en Sevilla. También me topé con un señor disfrazado de legionario que había estado en Sidi Ifni y que llevaba un montón de medallas debajo de la chaqueta. Las cosas muy finas me joden, me gustan las fotos con 'vida', que rezuman humanidad.
-¿Carla Bruni y Nicolas Sarkozy dan para una novela de intriga?
-Para una docena de novelas porque son dos personajes muy atractivos. Los budistas chinos y Spinosa decían que Dios es la totalidad de las cosas creadas visibles e invisibles, así que basta con mirar a una hormiga perdida para encontrar algo bello e interesante; desde ese punto de vista Carla y Nicolás pueden ser un gran tema para una novela, aunque quizá no sea el tipo de narración que a mí más me interesa.
-Parece que ahora Francia es también objetivo de los muy voraces mercados.
-La verdad, ahora que no nos oye nadie, es que las tonterías que decimos en los periódicos a este respecto es algo colosal. La realidad de Francia la comprende cualquier padre de familia, incluso uno de Totana. Si uno lleva treinta años gastando más de lo que gana, llega un momento en el que el banquero te llama y te dice 'te has pasado y tienes que arreglar esta deuda'. Francia lleva desde 1981 gastando más de la cuenta, la deuda es colosal y los mercados, que no son una abstracción sino gente con dinero que quiere rentabilizarlo, quieren mayor seguridad y mayores intereses. Peor es lo que ocurre en España, con unos intereses de deuda cercanos a los 100 millones de euros diarios, lo que significa que si tardamos un mes en constituir un nuevo gobierno estamos ya hablando de 3.000 millones, que es la factura real de lo que nos cuesta la transmisión de poderes; y si las reformas comienzan dentro de dos meses, nos situamos en los 6.000 millones de euros, sin comerlo ni beberlo. Y mientras nos gastamos ese dinero que no tenemos, nos pasamos el día hablando de Rubalcaba y Carme Chacón o de las corbatas azules de Rajoy. Se trata de un modelo institucional delirante, de una 'tranquilidad' que sale carísima a los contribuyentes.
-¿Algún consejo?
-No soy experto en algo tan pretencioso, pero a Mariano Rajoy le diría que, si tiene fe, rece.
-No le da la impresión de que Europa se está yendo a hacer puñetas.
-Europa es un continente de viejos egoístas, que tenemos pocas ganas de trabajar y que creemos que podemos seguir endeudándonos y viviendo a crédito. Además, como pensamos que los moros y los negros son unos canallas y les damos patadas en el culo, no tenemos mano de obra que pueda ayudarnos a salir del agujero. Lo de Europa está crudo, pero esta historia de la deuda es la última manifestación de lo que lleva ocurriendo años en este territorio de cínicos, hipócritas y egoístas.
-¿Qué hacer?
-Aprender del arte del toreo: arrimarse a la vida con la mayor gracia y el mayor talento posible. Lo urgente, en el caso español, es decir a los ciudadanos que cada día que pasa son 100 millones más que hay que pagar de impuestos. Es necesario tomar medidas ya.
-¿Cuándo esto pase, si termina algún día, qué quedará de los valores europeos, de los valores de la Revolución francesa?
-¡Valores! Los españoles dejamos de creer en casi todo hace cuatro o cinco siglos y llevamos matándonos otros tantos. Hasta Garcilaso existe una España luminosa y limpia y desde 'El buscón' se ha impuesto una estética y una ética del hampa que lleva siglos devorando este país. Yo no tengo muy claro en qué creen los españoles hoy; los catalanes creen en Cataluña, pero hay media docena de formas de creer en Cataluña; los vascos creen en el País Vasco, pero hay media docena de formas de creer en el País Vasco.
-¿Cómo se ve España al otro lado de los Pirineos?
-No se ve porque España no interesa gran cosa y lo cierto es que los franceses todavía están discutiendo sobre la 'movida'. Los periódicos franceses casi nunca hablan de España, salvo del terrorismo, doña Letizia y Almodóvar. Antes teníamos folclóricas y ahora tenemos a Almodóvar, pero yo me sigo quedando con Carmen Sevilla, aunque sea una anciana provecta.
Ataque
-¿Queda algún resquicio para el optimismo?
-Yo soy optimista. Borges decía que un 'gentleman' es aquel que defiende causas perdidas y esa sigue siendo una buena definición para la vida actual; puesto que todo está perdido, lancémonos al ataque.
-¿Qué le da miedo?
- De la actualidad nada me da miedo, pero recuerdo nítidamente las imágenes que me aterrorizaban cuando era niño en Totana: los monstruos de una película que se llamaba 'Los crímenes del museo de cera', en la que salía un malo malísimo.
-Es usted un activo bloguero&hellip
-De las cosas 'currantes' que hago lo que más me interesa es el blog, que es un arma buena, bonita y barata para presentar guerra diaria.
-¿Se escribe para encontrar un sitio en el mundo?
-Soy un admirador de Josep Pla, que en el 'Cuaderno gris' reconoce que esto de la escritura es una maldición capaz de amargarle y complicarle a uno la vida, pero es con lo que hay que tirar hacia delante sea como sea. Yo creo que el escritor genuino está condenado a escribir.
-¿La ficción nos hace libres?
- Es una de las razones esenciales de la vida. España sin el Quijote, y sin el Museo del Prado, que diría Gaya, sería un país más zafio, tosco, miserable y sin solución. Don Quijote nos aporta algo esencial, de lo que carecemos, nobleza y la capacidad de soñar con otros mundos, que es lo que nos hace la vida un poco más soportable a todos.
-¿La literatura es un reto, una pasión, una aventura, una búsqueda?
-Es la acumulación lenta y perseverante de generaciones y generaciones que han soñado otros mundos, que también es este mundo que nos justifica y nos explica.
-¿La literatura nos salva de algo?
-La literatura nos ofrece lo único que quedará de nosotros. Al principio de 'La Ilíada', Homero dice algo así como: 'Hubo otros héroes, pero no tuvieron quien los cantara'. A través de la palabra nace el mundo y a través de la palabra se recuerda el mundo.
-¿Qué le obsesiona?
-Pocas cosas. Me falta tiempo para leer todos los libros que quisiera leer o fotografiar a todas las personas que quisiera fotografiar..., pero te acuestas, te das una buena ducha y sigues adelante.
-¿Qué no tolera, que le irrita profundamente?
-Los columnistas de los periódicos y tertulianos fanáticos que, como profesionales del dogma se han convertidos en comisarios políticos de la ignorancia. La tendencia a pontificar ya no la tiene ni el Papa y ellos se jactan de una sabiduría que no tienen y dejan, en la mayoría de las ocasiones, al descubierto su ignorancia y su mala fe. Evidentemente, existen columnistas geniales, que merecen todo el respeto, pero un poco menos de opinión y un poco más de fotografía nos vendía muy bien a todos.
Toros
-¿El mundo sería mejor sin&hellip?
-Basta con salir a la calle para notar la presencia del infierno; tenemos que aprende a ser hombres, algo que se conquista yendo a los toros, viendo la obra de Ramón Gaya y leyendo.
-¿Qué le emociona a usted como lector?
-Los ensayos de Gaya, Tolstói, Baroja, Azorín, Gabriel Miró, Juan Benet..., la lista de mis pasiones amorosas es interminable, de Cormac McCarthy a Patrick Modiano.
-¿Hay diferencia para usted entre vida y literatura?
-La vida es la vida, la literatura es la literatura, pero sin el arte y las letras la vida sería algo zoológicamente vacío.
- Una cita de esas que siempre se llevan en los bolsillos de la memoria&hellip
-Una cita que me decía mi madre y que pertenece al 'Cántico espiritual' de San Juan de la Cruz: 'Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor'.
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