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RICARDO FERNÁNDEZ
Miércoles, 23 de noviembre 2011, 13:21
El Banco de Valencia no deja de ser, en el fondo, una víctima más, aunque quizás la más relevante, del estallido de la burbuja inmobiliaria. La gran apuesta realizada por el negocio inmobiliario, que a lo largo de los años de bonanza le permitió alcanzar crecimientos anuales en su rentabilidad de hasta el 65% (año 2004) y que en 2007 todavía seguía alcanzando el 20%, ha acabado dándole finalmente la puntilla y provocando la intervención del Banco de España.
La primera señal de alarma importante se produjo a mediados del año 2007, cuando la inmobiliaria Llanera, que también había experimentado un fulgurante crecimiento, suspendió pagos y declaró un pasivo de unos 750 millones de euros, de los cuales una parte importante correspondían a préstamos de Banco de Valencia y Bancaja.
No sería el último traspiés. A mediados de 2009 fue la promotora murciana Polaris World la que comenzó a negociar con sus principales acreedores -Bancaja, CAM, Banco de Valencia, Banco Popular y Cajamurcia- con el propósito de dejar reducida prácticamente a cero la deuda que mantenía con estas entidades que, a través de préstamos sindicados, le habían concedido unos mil millones de euros para sufragar la construcción de sus complejos urbanísticos.
Principal acreedor del 'pull'
La compañía que dirige Pedro García Meroño entregó una parte nada despreciable de sus activos -miles de viviendas, suelo y otros bienes inmobiliarios, por un importe estimado en unos 970 millones de euros- a estas entidades financieras, en concepto de dación en pago para saldar las deudas. Banco de Valencia era, según fuentes del sector, el principal acreedor de ese 'pull' bancario y, por lo tanto, al que mayor número de propiedades inmobiliarias se le habrían endosado desde Polaris World.
Cuando, a finales de 2009, la promotora murciana se acogió al artículo 5.3 de la Ley Concursal -situación previa al concurso de acreedores- para negociar de nuevo con los bancos y cajas la refinanciación de unos 100 millones de euros, el Banco de Valencia volvió a recibir otro paquetes de propiedades inmobiliarias. Polaris World salvó finalmente el concurso de acreedores, aunque a cambio de dejarse en el camino una gran parte de sus activos: viviendas de sus seis complejos residenciales -sobre todo de Condado de Alhama-, terrenos urbanizables y campos de golf.
La exposición del Banco de Valencia al mercado inmobiliario aumentó sensiblemente con esas operaciones, que ya era en sí muy elevada. No en vano, ya en 2007, cuando uno de los socios fundadores de Polaris World, Facundo Armero, decidió abandonar la compañía y puso en venta sus participaciones por más de 300 millones de euros, los compradores fueron el fondo de inversión Credit Suisse DLJ Partners, la empresa EMTWO Investments de los hermanos españoles Muñoz Beraza, y Banco de Valencia, que se quedó en torno al 17% de las acciones de la promotora.
Fuentes del sector inmobiliario señalaron ayer a 'La Verdad' que, pese a las numerosas propiedades recibidas por el Banco de Valencia como dación en pago por parte de la promotora, «todo eso no representa ni el 10%» de la exposición al riesgo inmobiliario que tenía la entidad bancaria y que se cifraba, antes de ser intervenida por el Banco de España, en un 3.187%.
Ahora, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) tendrá que inyectarle mil millones de euros para mantener a flote la entidad valenciana.
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