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PÍO GARCÍA
Sábado, 8 de octubre 2011, 04:15
Las parejas de novios de la fotografía se miran con arrobo y esperan turno para casarse al aire libre, en el Haidian Park Center de Pekín. En la mirada de la chica que lleva la chapa con el número uno descubrimos admiración, pasión, alegría, orgullo. Su novio se pone tieso y ni siquiera la mira, pero despliega una sonrisa franca, satisfecha. Podríamos apostar que formarán un matrimonio sólido, firmemente asentado sobre el amor y destinado quizá a durar para siempre.
Pero estamos en China y esa previsión resulta particularmente osada. Los últimos datos revelan que el divorcio está de moda en el país de Mao. El año pasado, 1,96 millones de chinos rompieron su vínculo conyugal, bastantes más de los que decidieron casarse (1,2 millones). China es un país en donde todo suele alcanzar dimensiones formidables, pero el número de divorcios ha crecido de manera fulgurante en los últimos años: de 341.000 en 1980 se pasó al millón en el año 2004. Seis años más tarde, esa cifra se ha duplicado.
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