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ARTÍCULOS

Indignados y movimiento vecinal

JOSÉ SÁNCHEZ CONESA

Martes, 19 de julio 2011, 02:57

De manera casi fortuita asistí a una asamblea de CAVEMUR, la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, que se celebró hace unas semanas en Los Urrutias. Una vez finalizada un grupo de indignados de Cartagena se dirigió a los asistentes, que llenaban el salón de actos, para explicar sus posiciones. Era estremecedor observar cómo los jóvenes de la generación mejor preparada ganan salarios de miseria que en nada compensan sus licenciaturas, doctorados, masters, dominio de varios idiomas, estancias europeas, etc. Lo extraño es que no se indignen aún más porque haya concejales, de cualquier rincón por pequeño que sea, que se asignan así mismos un sueldo cinco veces mayor que el de un universitario y no saben hacer una o con un canuto.

Estos integrantes del movimiento 15 M iban acompañados por algunas madres que lo están pasando muy mal debido a las pésimas condiciones laborales de sus retoños. Gente muy normalita con inquietudes cívicas pero que han participado poco hasta el momento en colectivos sociales. Nada que ver con okupas desgreñados o radicales antisistema, aunque en esta oleada de protestas ciudadanas de todo hay en la viña. Pidieron ayuda a las asociaciones de vecinos, porque como bien dice Leandro Sánchez, el presidente de la Federación de Cartagena y comarca, este movimiento ciudadano puede articular sus propuestas de democracia participativa y control de los políticos, ya que históricamente se ha distinguido como un movimiento social asambleario, solidario y generalista. Con implantación en todo el Estado han sido quienes han trasladado a todas las Administraciones propuestas y protestas, siendo los voceros de la ciudadanía. Por otro lado las asociaciones vecinales tienen en su debe un notable déficit de participación juvenil que ahora podría saldarse. Me parece todo un acierto porque ambas partes están condenadas a entenderse. De hecho Leandro me comenta que se va a trabajar en el desarrollo próximo de asambleas de indignados en pueblos y barrios.

Para cualquier científico social este es un fenómeno interesante que pusieron en marcha unos internautas, partícipes de un hondo malestar por la evolución política y económica de España. Todos ellos muy influidos por la lectura de un librito escrito por un anciano socialista titulado ¡Indignaos!, pasando a denominarse Democracia Real Ya. Casi al mismo tiempo surgían otros grupos como Juventud sin futuro, universitarios cansados de que se les coloque la etiqueta de ni-ni, Plataforma por la nacionalización de las cajas, Plataforma contra la privatización de los servicios públicos, Plataforma por una fiscalidad justa o Afectados por la Hipoteca.

En el fondo se pone en solfa la calidad democrática y social de nuestro sistema político pues del desencanto se ha pasado ya a unos altos niveles de insatisfacción que se reflejan en la baja afiliación en partidos, por debajo de la media europea. Se prefiere la afiliación en asociaciones deportivas, culturales, vecinales y ONG. Esta situación se agrava cuando observamos atónitos los casos de corrupción y, lo que es peor, las listas electorales que los acogen. En los partidos están los que mandan y los que obedecen, los que confeccionan las listas y los que tienen que tragarlas como ruedas de molino.

Una encuesta realizada entre diputados y ciudadanos sobre modelo democrático representativo y modelo participativo concluía, por encima de un 85%, a favor de la participación de los ciudadanos en las decisiones políticas mediante referendums, consejos ciudadanos, foros o presupuestos participativos. ¿Qué estamos esperando? El movimiento vecinal desde los setenta es pura reivindicación de derechos políticos y sociales, ampliación de la participación en la toma de decisiones, al mismo tiempo que demandan el desarrollo de unos derechos sociales que exigen toda la potencialidad posible del Estado Social. Por tanto, buen maridaje entre los actuales indignados y un movimiento social veterano y curtido en mil batallas. También el movimiento que propugna la descentralización de los pueblos, otra rama del movimiento vecinal que pide nuevos municipios y más autonomía, está interesado en un entendimiento pues comparten la misma filosofía.

En cualquier caso esta vanguardia social, los jóvenes y no tan jóvenes, deben de reunirse con los partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresariales para trasladarles sus reclamaciones y propuestas. Y a ver si al mismo tiempo les ayudan a mejorar.

El prestigioso historiador Eric Hobsbawn nos advierte al final de su Historia del Siglo XX que el mundo no mejorará por sí sólo. No podemos estar a gusto en este planeta porque la brecha entre países ricos y pobres se agranda y, por otro lado, el desastre ecológico amenaza la propia supervivencia. Estos hechos acumulan problemas para el futuro, por lo que hay que provocar un cambio cultural que exija tomar las riendas de nuestro destino. O sea que tenemos que indignarnos y comprometernos, sí o sí.

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