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Catalina Pérez López (d) con su hija Antonia González. :: P. A. / AMG
En casa, después de dos meses
COMARCAS

En casa, después de dos meses

Los setenta ancianos que fueron desalojados del Asilo de San Diego por los seísmos han vuelto a Lorca

P. W. R.

Domingo, 10 de julio 2011, 12:11

Los mayores de la Residencia de San Diego ya están en Lorca. Han vuelto casi dos meses después de que tuvieran que abandonar precipitadamente su residencia tras los graves daños que sufrió como consecuencia de los terremotos del pasado día 11 de mayo. Aquella noche fueron desalojados en ambulancias y trasladados a distintas residencias de la Región donde han permanecido hasta hace unos días.

Pero no han podido regresar a San Diego, ya que las obras de rehabilitación del centro aún tardarán casi un año. Están alojados en la residencia de día de Las Siervas que Asprodes les ha brindado durante el tiempo que duren los trabajos de recuperación del edificio.

En la Residencia de San Diego había antes del terremoto 72 mayores. Uno de ellos, Juan Salinas, de 87 años, falleció aquella tarde cuando regresaba de jugar su habitual partida de dominó. Otra mujer, Antonia Gómez, de 84 años, lo haría días después como consecuencia del agravamiento por el seísmo de las dolencias que padecía.

«Otros dos, fueron trasladados a una residencia concertada y a una privada, aunque era algo previsto», añadió la directora de la Residencia de Mayores de San Diego, Juana María Díaz, quien explicó que «tenemos que agradecer la ayuda que nos han prestado estos casi dos meses todas las residencias de la Región que han acogido a nuestros internos».

Las residencias de El Amparo de Santo Ángel, Murcia; Virgen de Fátima, de Molina de Segura; La Purísima, de Totana; San Francisco, de Águilas; y Virgen del Mar, de Cartagena han sido durante dos meses el nuevo hogar de los mayores de San Diego. «Nos han tratado con un cariño especial por las circunstancias en que llegaron a ellas. Todos estaban muy asustados por lo que habían tenido que vivir», aseguró Díaz.

La vuelta ha sido una alegría para todos, aunque echan de menos su casa. «Es que la Residencia de San Diego es un lugar muy entrañable. Tiene un patio acristalado precioso con una galería, un jardín, un huerto... Les gusta pasear, tomar el sol, pero aquí en Las Siervas también están encantados, porque pueden salir a la calle con más comodidad», agregó la directora de San Diego.

Los mayores relatan estos días una y otra vez la experiencia que han vivido. Una de ellas es Catalina Pérez López que a pesar de sus 99 años no olvida su paso por la peluquería. En rulos recibió a 'La Verdad' para contar cómo vivió aquel día. «Estaba en la galería de cristal que hay en la primera planta. Todo comenzó a moverse y empezaron a caer pedruscos y corrí muerta de miedo a todo lo que me daban las piernas. Creí que el techo se me caía encima».

Una de sus mayores preocupaciones, según relata, era su hija Antonia, que vive con ella en el centro. «Cuando ví que estaba a salvo, ya me quedé un poco más tranquila, aunque estaba pasmadita». En su carrera asegura que se olvidó de todo. «Eché a correr y no paré ni para coger el dinero, ni las joyas, ni nada. Pero entonces comenzó mi preocupación por los que aún quedaban dentro. Cuando ví salir al último, respiré de alivio».

Su vuelta a Lorca ha sido celebrada por todos, pero especialmente por ella. «Ya estoy en casa, con mis rulos, en mi peluquería, para ponerme bien guapa». Posa para la cámara como si de una gran modelo se tratara. «Espera que ahora te contesto, que me está haciendo fotos y quiero salir guapa», se ríe.

Tiene una memoria increíble que le lleva a recordar todo y a todos. Su casi un siglo de vida le ha hecho que tenga que vivir momentos duros, amargos, como la muerte de algunos seres queridos. «Enterré a mi marido, a mi hijo, a mis padres... pero soy feliz, porque tengo a mi lado a mi hija, estoy con gente que me quiere y me queda mucha vida por vivir».

Le hace especialmente feliz cumplir 100 años. «Ese día vamos a hacer una fiesta. Me lo ha prometido la directora, Juana Mari. No sé si lo celebraremos aquí en Las Siervas, o ya podremos estar en San Diego, pero me haría ilusión hacer una pequeña fiesta».

Es blanca, lo lleva con orgullo, aunque dice que también encarnada y que nunca se olvida de su Cristo de la Sangre. «Recuerdo cuando me lo paraban debajo de mi casa. Encendía todas las luces y desde el mirador le lanzaba un ramo de flores blanco y otro rojo», y se lamenta por tenerlo tan lejos.

Le gustan los tambores y asegura que «me volvería loca si la banda de los encarnados viniera a darme una serenata». Durante la guerra regentó una tienda de alimentos. «Tenía dinero, pero no tenía comida, por lo que puse una tienda para que no me faltara de nada».

Su hija, Antonia González Pérez, tiene 81 años. No se separa de un muñeco al que llama 'Pepito'. «Es mi hijo. Duerme conmigo. No se lo dejo a nadie». Su madre está feliz porque ya no ve en la cara de su hija la preocupación de los primeros instantes. «Cuando la ví a salvo entre los naranjos me quedé tranquila», relata mientras espera a que le quiten los rulos. Es toda una poeta capaz de recitar de memoria largos versos dedicados al Cristo de la Sangre, la Virgen de la Amargura y a las jornadas que pasa feliz en la residencia junto a su hija.

Las obras de rehabilitación del edificio de San Diego comenzaron pocos días después de los terremotos. «Nos hacen falta 700.000 euros. Estamos recibiendo colaboraciones», admitió Juana María Díaz. Entre ellas, contó, la que realizó hace algunas semanas Punto Radio. «La carrera popular 'Corre X Lorca' fue muy emotiva, ya que se dieron cita mucha gente que no solo colaboró, sino que se solidarizó con Lorca y con los lorquinos. Es de agradecer actuaciones de este tipo. Fue increíble contar con la presencia de Luis del Olmo y Albert Castillón que nos dieron muchos ánimos para seguir adelante», concluyó.

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