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ÁNGELA DE LA LLANA angela.delallana@cartagena.es
Domingo, 24 de abril 2011, 03:13
La Torre Llagostera, conocida también como finca del Huerto de las Bolas, es un lugar mágico y extraordinario en Los Dolores y que a partir de ahora podrán disfrutar todos los ciudadanos como restaurante de lujo. No podría llevar otro nombre que el de 'Casa Beltrí'.
La dirección, magnífica y magistral, del arquitecto José Manuel Chacón y la decoración sutil y fiel al modernismo de María Conesa se han unido para rehabilitar lo que fue la segunda residencia de la acaudalada familia catalana Llagostera, afincada en Cartagena.
El edificio, construido en 1903, es un lugar privilegiado ya que está rodeado de un espectacular jardín que es de características similares al Parque Güell de Barcelona.
El pasado miércoles, sus tres propietarios, Miguel Hernández, Diego Plazas y Michio Minakami, desafiaron al Real Madrid-Barcelona de la Copa del Rey y al desfile grande de los californios, y reunieron a sus colaboradores más cercanos para celebrar siete meses de reformas. «Estamos felices porque el sitio ha quedado espectacular», decía Miguel.
En la entrada del restaurante, Chacón explicaba a su compañero, Jesús López, los pormenores de la restauración del edificio . Se han respetando todos los elementos originales. «Estamos esperando la llegada de una lámpara modernista procedente de Berlín ya que es la más parecida que hemos encontrado a la original», contaba el arquitecto en presencia de Eduardo Chacón y Virginia Zaragoza.
Los comedores, con preciosos techos artesonados, fueron visitados por invitados como Virginia Maneiros, María Jesús Moreno, Raquel García y Conchi Benedicto, Pedro Alberto Belmonte (miembro de la comisión Beltrí) y Santiago del Amo (del CEIC Cartagena).
Alicia López y Víctor Olmos felicitaban a los propietarios porque se han atrevido a hacer «un proyecto arriesgado, pero que es muy interesante ya que el lugar es precioso».
Junto a ellos, Paqui García y Daniel Martínez relataban cómo Miguel y su mujer, Miska Hernández, vieron las posibilidades de convertir el lugar, en muy mal estado, en un restaurante de ensueño. Ellos ganaron la concesión para gestionar el edificio, que es de propiedad municipal al igual que el jardín de la finca.
Chacón, que tiene la rigurosa costumbre de documentarse sobre la historia de los edificios que rehabilita, le contaba a José Manuel Sánchez, Isabel Almagro y Diego Plazas, cómo la torre servía para que los dueños se comunicaran con la que había en su casa de la calle Mayor. «Lo hacían con banderas», afirmaba.
El lugar, que da a la carretera principal de Los Dolores pero cuyo acceso está por el Polígono de Santa Ana, no era desconocido para algunos de los presentes. «Conocíamos a la nieta de los antiguos propietarios, y en estos jardines hemos celebrado algún cumpleaños», recordaban Juan Luis Henares, Miguel Ángel Pedreño y José Campos.
Casto García, Carmen Méndez, Cristina Galindo y Aurora Guirao dieron buena cuenta del impresionante sushi que se sirvió en el interior de una maqueta de un barco de madera y que fue preparado con esmero por el japonés Michio.
Torre Llagostera
«Los cartageneros pueden sentirse satisfechos de contar con un cocinero tan extraordinario y experto como es Michio, el único cocinero japonés que hay en la ciudad», destacaba Miguel, quien conoció al restaurador asiático en su etapa berlinesa.
Pilar Guarinos aseguraba que la Torre Llagostera le parece tan «espectacular» que tiene previsto celebrar allí la comunión de su hija. Mientras, el jefe de sala, Lyudmil Kirkov, señalaba la carta de vinos, entre los que destacan caldos de Yecla y Jumilla, y relataba las posibilidades de combinación de las gastronomías japonesa y mediterránea.
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