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PEDRO SOLER
Jueves, 21 de abril 2011, 11:33
La temida muerte del pintor Ángel Hernansáez se produjo ayer por la mañana, después de haber permanecido más de un mes en una lucha constante por evitarla. La operación a la que tuvo que volver a someterse, al cabo de dos años, se convirtió en una constante y complicada dificultad a la que no ha podido sobrevivir. Con la muerte de Ángel Hernansáez -su cuerpo será incinerado esta tarde a las 17.00 en el Tanatorio Arco Iris- desaparece uno de los pintores murcianos más atractivos, más perfeccionistas y más estudiosos del siglo XX. Paco Jarauta afirma que «bastaría recorrer los bodegones y las naturalezas muertas de los años setenta, para conservar una primera decisión, a favor de un proceso progresivo de abstracción, que va eliminando las referencias figurativas, incidiendo en los registros más básicos de la obra, como el color, más plano ahora, y en las estructuras de lo representado». Y para el conocido escultor José Carrilero, Hernansáez ha sido «un pintor comprometido con sus ideas, honesto con una pintura inteligente, rica en luminosidad. Creo que en ella se manifiesta la misma fuerza, sinceridad y sensibilidad de su persona».
La inquietud artística y la libertad de movimiento en su trayectoria fueron permanentes situaciones en la trayectoria de Hernansáez, quien quiso cubrir sus óleos con unas imágenes figurativas, plenas de bella serenidad, con bodegones desbordantes de sabor y perfección, y de unos paisajes pletóricos de luz y emocionante colorido. Estas aplicaciones las fue trasportando, durante su provechosa trayectoria artística, a otros lienzos, en los que la investigación fue el impulso primario. Para él, se trataba de «pura experimentación», aunque admitía que para los demás pudiese parecer «un modo de expresar inquietud o, tirando a mal, falta de estilo». Enemigo de encerrarse en un estilo pactado y archisabido, como excelente catedrático de dibujo, se negaba a limitar su producción a unos modos únicos. Según afirmaba, «hay artistas que llega muy pronto a conclusiones, porque lo que hacen está muy bien o&hellip porque no saben hacer otra cosa».
Raíces
Ángel Hernansáez de Dios nació en Murcia, el 21 de febrero de 1937. De padres gallegos -él dirigía una farmacia en la calle de la Gloria, del barrio murciano de San Juan-, Ángel se sintió próximo a sus raíces familiares, porque, de hecho, pasó parte de su niñez en Galicia. Inició la carrera de Farmacia, en la que permaneció durante varios cursos, aunque su interés por la pintura le obligó a abandonarla, para estudiar Bellas Artes primero, en la Escuela de San Carlos, de Valencia, y, posteriormente, en la de San Fernando, de Madrid. Alcanzada la licenciatura, pronto obtuvo la cátedra de dibujo del Instituto de Cabra, provincia de Córdoba. Hasta el momento de su jubilación, ejerció el resto de su carrera docente en los institutos Infante don Juan Manuel y Licenciado Cascales, en Murcia.
En su trayectoria como pintor, siempre mostró especial adhesión hacia Luis Garay, uno de sus maestros y también uno de los más reconocidos pintores murcianos del siglo XX. Hernansáez no fue artista que se prodigara en mostrar su trabajo. De hecho, el número de sus exposiciones individuales estuvo muy limitado. Acaso porque no tuvo necesidad perentoria de recurrir a la oferta de sus cuadros para la supervivencia, y, aunque, de hecho, fue contante su trabajo, prefirió ser un pintor más dedicado a la indagación. Su estudio era un conglomerado de apuntes, notas, pequeños bocetos y grandes cuadros, que demostraban su dominio de la pintura en los más diversos estilos y su capacidad de alcance artístico.
La primera exposición de Ángel Hernansáez tuvo lugar en 1966, y sirvió para inaugurar la sala Style, en los bajos del Palacio de Almodóvar, espacio ocupado, posteriormente, por la cafetería William y, actualmente, por la denominada Pan de Oro. Sus obras volvieron a mostrarse en otras galerías murcianas de los años setenta, hoy también desaparecidas, como Zero o Nuño de la Rosa. Ya por entonces podían contemplarse las hechuras de una pintura colmada de noble clasicismo, pero también del cambio que Hernansáez iba introduciendo. A nivel regional, las galerías Zurbarán, en Cartagena, y Thais, en Lorca acogieron los cuadros del artista ahora fallecido. Pero la pintura de Ángel Hernansáez saltó pronto, pese al escaso interés que siempre mantuvo el propio pintor por dar estos pasos, los límites regionales, para ofrecerse en Santander, Madrid, La Coruña, Alicante, Valencia; y en unión de la de otros artistas, también se expuso en Zaragoza, Mallorca, Córdoba, Guadalajara, Vigo, Sevilla o Santander.
Una de las más importantes exposiciones se celebró en el Palacio del Almudí, a principios de 1991. En ella podía contemplarse la pintura de Ángel Hernansáez, después de cinco años de silencio. Fue la muestra -como escribió Zaragoza Such- en la que se advertía de una manera más completa «la pluralidad de forma, la pluralidad de estilos». Otra exposición de gran interés fue la inaugurada en el edificio Convalecencia, sede del rectorado de la Universidad. Entonces escribió el catedrático Javier Díez de Revenga que «en esta ocasión, el artista de las formas sugeridas, de los volúmenes creadores de espacios ignotos, de las confluencias de colores agresivas, aunque armónicas, nos conduce hacia un universo de reflexión urgente y necesario». En una nueva muestra, titulada 'De la figuración a la abstracción', en el Centro Cultural de Ceutí, Martín Páez, director del Almudí escribió que la obra de Hernansáez era «pura búsqueda, riqueza cromática del paisaje, la intensidad de la luz sobre el objeto, la colocación de los elementos; pintura carga de de ideas y sentimientos, sujeta siempre a unas convicciones».
Galardones
De todo el entusiasmo que mostraba en sus investigaciones artísticas, carecía a la hora de distinciones y presunciones protocolarias; aún así, consiguió prácticamente todos los galardones que, durante su trayectoria, fueron convocados en la región: los premios Ciudad de Murcia, Villacis, Ciudad de Cartagena, Villa de Fuente Álamo&hellip, y otros, como el Concurso Internacional de Pintura de la Fundación Barceló, de 1993 en Mallorca. Por encima de estilos, premios y protocolos, la categoría de su pintura la ha llevado a estar presente en importantes colecciones particulares regionales y españolas, pero también de Estados Unidos, Italia, Francia y Suecia; en organismos oficiales, como Parlamento Europeo, Banco de España, sede de la Unesc», Museo Antonio Manuel Campoy; y en diversas entidades de la región, como el Museo Provincial de Bellas Artes, Universidad de Murcia, Comunidad Autónoma&hellipetc. Mariano de Paco dice que la pintura del artista fallecido «no ha renunciado nunca a los elementos y motivos que la tierra y el entorno han ofrecido, pero Hernansáez está muy lejos de ser un pintor localista». Hernanséz era un artista valiente a la hora de manifestar sus opiniones. Llegó a afirmar que mostrar siempre la misma pintura podría deberse a «que estoy muy a gusto con lo que estoy pintando, pero también que mis ideas y mi modo de hacer son muy limitados. Yo desconfío de que las cosas puedan ser desde un principio maravillosas. El mismo Goya de sus principios, con todos los respetos y toda la distancia, a mí no me emociona lo más mínimo».
Hernansáez se confesaba «un eterno buscador. Mis etapas anteriores son los peldaños en los que me he apoyado para seguir. Estoy más conforme con todo lo que he pintado hasta ahora, que con cuanto he hecho anteriormente, aunque se trate de obras bastante dignas».
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