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PEDRO SOLER
Lunes, 21 de marzo 2011, 12:55
Parcialmente maniatado por los ramalazos de la vida, no ha perdido sus impulsos, ni su locuacidad, ni su facilidad para blincar de tema en tema, con facilidad absoluta, aunque se muestre más sereno y con pinta de ermitaño. Soren Peñalver se convierte hoy en el protagonista de la primera celebración en Murcia del Día Mundial de la Poesía, durante el acto que ha organizado el Museo Ramón Gaya.
Catorce horas seguidas acogerán la lectura ininterrumpida de poemas y textos de Soren, pero, sobre todo, de sus escritores predilectos. «Soy una persona muy austera en la vida y muy elitista en la literatura», firma el conocido poeta, nacido en Albudeite, «el último pueblo morisco; un pueblo muy peculiar, muy curioso para los extranjeros y para algún español».
-¿Le ha afectado la peculiaridad de su pueblo natal?
-Dicen que soy muy peculiar, aunque yo me considero muy normal, muy espontáneo. No sé si esa peculiaridad se debe al lugar en que me he formado.
-O al color que le aplica a su pelo, por ejemplo.
-No. Esas son cosas que hago para poder alejarme un poco de todo. Realmente, la frivolidad que a veces despliego es para ocultarme. Son pequeñas, tampoco grandes, máscaras. Puedo ser peculiar en mi formación. Hace muchos años decían que yo era una bomba de relojería, no sé por qué. Quizá, por el lenguaje distinto. Pues no sé si es que provocaba sin querer, acaso porque venía de Londres, que era otro mundo, cuando aquí empezábamos a levantar cabeza culturalmente, aunque creo que no la hemos levantado del todo. En España llevamos ochenta años de retraso y no por el franquismo. Quizá soy peculiar en mi formación.
-¿Usted ha aprendido de alguien, de algo o sólo de usted mismo?
-Yo nunca me he dicho autodidacta, porque es algo que detesto. Es que he conocido a muchos autodidactas que se dan un diez enseguida, como si no hubiesen aprendido de nada, ni de la vida siquiera. Yo sí he aprendido de los grandes artistas y de las grandes personas. Quizá por esto tengo esa formación distinta, pero no menos que un canónico, en el sentido de la cultura.
-¿Es o se las da de poeta?
-Pues cuando me preguntan esto, yo respondo: escribo. ¿Y qué escribo? Poesía, ensayo , pero nunca he dicho que soy un poeta. He observado un gran pudor con esta palabra, quizá porque admiro a grandes poetas, entre ellos a Eloy Sánchez Rosillo, Dionisia García, quienes también son amigos; o a Cernuda, a quien no conocí.
-En cuestión de poetas, levanta una piedra y salen como hormigas.
-No quiero decir nada sobre eso que afirma, pero es así. En una ocasión afirmé que la poesía es aparentemente fácil, porque es como escribir dos renglones en escalera de color; pero la poesía es algo muy interior, porque hay que ahondar en la vida y, para escribir, dejar que te llegue el recuerdo, como decía Rilke, el joven poeta. La poesía es lo más difícil porque es lo que está más cerca de la adulación. Hay que escribirla muy bien y sentirla. Si no la sientes, no la puedes escribir. Unamuno sabía mucho de eso.
-¿Se ha perdido la dignidad a la hora de ser poeta?
-Yo creo que bastante. Soy muy crítico y, al ser yo el elegido para esta celebración, Manolo Fernández-Delgado me distingue sin tener por qué. Yo sé que antes de que me ocurriera el percance físico que he sufrido [se refiere a la hemiplejia que le afectó hace unos meses], él tenía pensado que fuese yo el protagonista. Lo intuí y, luego, lo supe. Hablamos mucho de poesía, y él siempre dice que no entiende, pero bueno Cuando estamos y hablamos con poetas verdaderos, nos sentimos muy a gusto; y, cuando hay otros poetas esquinados, no nos sentimos tan bien, pero somos correctos y nos callamos.
-¿Por qué?
-Es que yo nunca he escrito nada negativo, excepto últimamente, cuando, por lo visto, me encontraba con el azúcar un poco subido y me metí con Vargas Llosa. Luego me llamó de Londres un amigo común, Jorge Edwards, para decir que había leído lo escrito y que no paraban de reír. Y lo que escribí no fue contra Vargas Llosa sólo, sino contra una serie de cosas que no me gustaron, como compararlo con Tolstoi. Y luego, lo del cuentito ese del niño pobre Es que no puedo con eso. Yo no soy un niño pobre sino privilegiado, aunque fuera rico hasta los quince años y, desde los dieciséis, siempre pobre por elección. Gracias a mis amigos, tuve libros y eso de abrir un libro, al niño pobre le abre un mundo.
-Hablaba de poetas esquinados. ¿Qué son, quiénes son?
-No debo citar nombres. Hay algunos que cada año o cada dos años publican un libro. Y yo, en mi biblioteca que es infinita, no los tengo. Me molestan. Son envidiosos y se creen que lo están haciendo de maravilla. Hay otra gente humilde, que también escribe poesía y que está en un lado y en otro. Me piden que les haga un prólogo. Se lo hago. ¿Por qué no, si esta vida es de todos? Esta gente no me molesta; al contrario, me agrada.
-¿Cómo se encuentra como protagonista de esta, llamémosla así, feria de la poesía en Murcia?
-Si Manolo ha pensado que debía ser yo, me callo; pero también pienso que otras personas, estén o no entre nosotros, podrían haberlo hecho antes, como María Cegarra Salcedo, Asensio Sáez, María Pilar López , personas que, además, fueron amigas mías. Con más de noventa años, María Cegarra fue al Instituto de la Unión, del brazo de Asensio, a conocerme. Me mostró un cariño que nunca podré olvidar. Siempre la admiré muchísimo.
-Se van a leer textos de una serie de escritores considerados sus preferidos, pero es que son tantos
-He querido respetar lo que se ha decidido porque soy demócrata, creo que en todo; aunque quizá en el amor no lo sea tanto, sino más bien bastante conservador. Tuve un amor y medio; uno no cuajó y otro sigue estando en mí. Pero, bueno Para esos textos que se van a leer, me pidieron los nombres de algunos autores y, como no he querido dejar fuera a ninguno Alguien dice que ejerzo la caridad intelectual.
-Alguno en concreto le habrá iluminado de modo más intenso.
-No puedo citar sólo un nombre. A mí me formó Unamuno, quien fue y es un poeta y un escritor para jóvenes porque crea duda. Es un agnóstico pero que busca. Y agnóstico es el que conoce. Yo soy ambas cosas. Hace poco, en un convento de clausura, encanté a las monjas porque se hablaba sobre los géneros humanos, sobre el hombre y la mujer, sobre el espíritu; y yo dije que ánimus y ánima son una misma cosa. Pero esto ya lo habían dicho San Agustín y Paul Claudel, poeta católico olvidado, incluso en Francia, su país.
-¿Dónde están sus versos?
-Están a la vista del mundo.
-¿Y sus libros?
-En ningún sitio, quizá por tener un carácter como el que tengo, que no es malo. Siempre he querido controlar mis cosas, que nadie se metiera en ellas. No soy humilde, pero soberbio creo que tampoco; ni un tonto ególatra. Bueno, ahora se van a publicar algunos poemas y tengo que estar muy agradecido.
-¿Por qué no se ha hecho antes?
-Ya me lo pidió Manolo hace dos años. Dios ha querido que ahora se célebre este día y para mí es un honor inmenso que se publiquen unos pocos poemas. Algún día saldrá un libro.
-Quizá no le guste hablar de esto, pero hace poco le dio un grave arrechucho. ¿Ha tenido miedo a la muerte?
-Para mí la vida y la muerte van siempre juntas. Nací el 1 de noviembre y ese arrechucho me asaltó el día de mi cumpleaños. La noche anterior fui a comprar unos velones para llevarlos a los cinco cementerios a los que suelo ir en el Día de Difuntos, pero esta vez no pude ir a ninguno. Y Dios no me ha llevado porque no quiso, o no quisieron los ángeles porque no me encontraban preparado Mi situación actual es, por otra parte, un privilegio, porque recibo más cariño de la gente que antes, acaso porque nunca he hecho un mal deliberado en mi vida, que yo recuerde.
-¿Y pide algo a la vida?
-Que recen por mi aquellos que crean, y los que no, que me den ánimos. La verdad es que si no crees, qué vida, ¿eh?
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