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ARTÍCULOS

¿De quién es el presupuesto público?

JOSÉ MOLINA MOLINA

Sábado, 5 de febrero 2011, 03:09

Vivimos momentos muy complejos, socialmente difíciles, y complicados porque estamos financieramente cautivos. El poder de los mercados nos ha doblegado y, por qué no reconocerlo, nos ha humillado. Hemos pasado del esplendor a la penuria en un abrir y cerrar de ojos. Como ha dicho el profesor Krugman, por alcanzar acuerdos y objetivos de la globalización, hemos pasado a abrir la puerta de las ideas a los zombis y, cuando se realiza semejante torpeza, los zombis acaban comiéndose el cerebro y la propia economía. Lo sucedido con los mercados, los reguladores y los excesos de los fundamentalistas del libre mercado es la aplicación de esa doctrina zombi, como también explica el economista australiano Quiggin, quien la ha calificado como destructiva del sistema, al tiempo que alerta de que son precisamente esos zombis los que ahora quieren darnos la solución al problema. ¡Por favor no abran la puerta!

Existe la obligación de buscar alternativas a la austeridad presupuestaria, los recortes del presupuesto no deben sufrirlo los más débiles, no es justo. J. E. Stiglitz nos señala un camino: un sistema fiscal más eficiente y justo mediante la eliminación del tratamiento más benévolo de las ganancias de capital en general. ¿Por qué aquellos que trabajan para vivir tienen que estar sujetos a impuestos más altos que los que viven del beneficio de sus rentas, que muchas veces, con sus especulaciones son los causantes del problema?

Además seguimos con la asignatura pendiente de la reducción del déficit presupuestario, que puede tener solución si las bolsas de fraude van desapareciendo. Algo se está consiguiendo y este año, según los datos de la Agencia Tributaria, ya ha empezado a dar sus frutos superando lo recaudado en los años anteriores por este concepto. Pero se precisa una mayor coordinación entre todas las administraciones, para ser más eficaces, y la proximidad de elecciones no debería ser un obstáculo a estas acciones antifraude. Este esfuerzo para erradicar el fraude y la corrupción, nos lo están exigiendo todos los diferentes afectados por la crisis y más todavía si observamos lo que pasa en nuestro entorno.

Hay que actuar en este campo porque, por desajustes presupuestarios, tres estados federados de Alemania han tenido que aprobar planes de rescate de municipios en quiebra. Francia se prepara para un año difícil, el 2011, en sus haciendas municipales, y no digamos nada de Grecia, el fantasma que se pasea por la UE, porque obligada por su plan de rescate, se ha visto forzada a reducir el número de municipios a un tercio. Y si pasamos al otro lado del Atlántico, el Estado de Illinois (EE UU) tiene un riesgo de quiebra mayor que el que se valora para la economía vietnamita (CDS).

Jugar con el presupuesto es arriesgado. En tiempos de bonanza; los políticos se parecen al rey Midas pero los buenos gestores se valoran en la forma en cómo gestionan la crisis, en la administración de lo escaso, en la eficiencia de la aplicación de los recursos públicos, porque es bueno recordar, de vez en cuando, que el presupuesto público no es de los gobernantes, sino de los ciudadanos.

Siempre existen alternativas del gasto, priorización de las necesidades y el coraje de expulsar del presupuesto a todos los depredadores del mismo, todo ello trazando una línea brillante que no debe traspasarse. «La pequeña nobleza de Estado», como la llama el sociólogo Bourdieu, los funcionarios públicos, esos que están en la frontera del trabajo diario con las necesidades del ciudadano, los que hacen que funcione la maquinaria de la Administración Pública, deben ser los primeros aliados para salir de la crisis, fortalecidos con más eficiencia en su trabajo, pero nunca con un 'tijeretazo' en su sobre mensual. Esa política nunca da buen resultado, y sobre todo cuando las desigualdades retributivas del mundo de los políticos no se ha puesto en equivalencia.

Necesitamos salir de la crisis, precisamos de unos presupuestos sin déficit, pero pensemos, como nos dice Elinor Ostrom, primera mujer Nobel de Economía (2009), que ha estudiado los problemas de negociación con los bienes escasos desde ideas evolutivas, que la solución es dar sentido a la democracia acercándonos a los problemas de la sociedad, porque todos, Gobierno y empresa, tienen formas de gobernanza alternativas. Es el momento de buscar caminos para practicar una mejor democracia redistributiva.

Y por último, recordar que la función reguladora de la Administración Pública atraviesa grandes mutaciones, y la rígida materialidad en sus instituciones debe cambiar por nuevas vibraciones para evitar los oportunismos políticos poco democráticos y desintegradores. No olvidemos la complejidad del espacio regional y local, en donde se vislumbran incertidumbres en la configuración de su futuro, y serán los próximos años los fundamentales para asentar su estructura coordinada. Los ciudadanos estamos expectantes y una cosa debemos tener clara, que el presupuesto es nuestro, financiado con los ingresos de los contribuyentes, para lo cual hemos elegido gestores públicos, no ¡señores de las tijeras¡

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