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La actriz María Castro protagoniza en Molina 'La Ratonera', el gran éxito escénico de Agatha Christie. :: MANUEL H. DE LEÓN
Metida en 'La Ratonera'
'LA RATONERA' ESCENA

Metida en 'La Ratonera'

María Castro se enfrenta con altibajos a su primera obra teatral, con el sello de Agatha Christie, hoy en Molina

:: ANTONIO ARCO aarco@laverdad.es

Viernes, 28 de enero 2011, 15:59

Dicho claramente: buena parte del público que acude a ver este montaje de 'La Ratonera' que protagoniza María Castro y que, sin duda alguna, está siendo todo un bienvenido éxito de público de muy diferentes edades, lo hace precisamente porque es ella -la 'Jessi' de -¡ah!, ¡oh!- 'Sin tetas no hay paraíso' (Tele 5)- el principal reclamo de la función con tintes cinematográficos que ha dirigido Víctor Conde, con corrección y con una excesiva ambición de 'ser la bomba' que, lástima, no se ve finalmente reflejada en los sólo discretos resultados artísticos obtenidos. María Castro ha hecho muy bien en lanzarse a los escenarios a tumba abierta si su deseo es el de llegar a ser -realmente- una buena actriz, porque no hay una sola intérprete recomendable o actor de prestigio y verdadero calado, por mucha popularidad que hayan obtenido a raudales del cine o la televisión, que no deseen pasar la prueba de fuego purificador que supone enfrentarse al público en directo desde un escenario y teniendo que dar vida, en carne y hueso, a un personaje de altura.

Impactó no hace mucho la deliciosa Rachel Weisz -¡uff!- subiéndose a las tablas londinenses para interpretar 'Un tranvía llamado deseo', de Tennessee Williams, y ahora, por primera vez en su carrera aderezada de buena suerte, María Castro logra con su trabajo teatral en 'La Ratonera' pasar de curso con un aprobado pero, ni mucho menos, lograr una interpretación memorable. Le falta mucho recorrido, pero es cierto que tiene madera y ganas y que su figura no pasa desapercibida en escena.

Hubo lleno total el miércoles en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena, y no queda una sola entrada para esta noche en el Teatro Villa de Molina, para ver este clásico escénico, que lleva la firma de la inmensamente amena Agatha Christie y que se estrenó en Londres en octubre de 1952. Desde entonces, ostenta el récord de ser la función teatral con mayor número de representaciones ininterrumpidas. Misterio, asesinatos, personajes que no son lo que parecen... Cuando penetramos en 'La Ratonera' lo hacemos en una fría noche invernal de los años 50, durante la cual van llegando al hostal donde transcurre la historia unos inquietantes visitantes para pasar unos días; uno de ellos morirá asesinado y, claro, la llegada de un inspector de policía dispuesto a descubrir al culpable hará que el lugar, incomunicado debido a la nieve y donde las sorpresas se suceden, se convierta en una ratonera de lo más peligrosa.

Mollie Ralston (María Castro) y Giles Ralston (Guillermo Barrientos) forman la pareja de enamorados que acaba de abrir al público el hostal y que se enfrenta a unos primeros huéspedes nada tranquilizadores: Christopher Wren (Guillermo Muñoz), un joven excéntrico; la señora Boyle (Maribel Ripoll), una vieja de muy mal carácter, la pobre; el señor Paravicini, un extranjero muy enigmático y al que Paco Churruca lleva al extremo cómico, con toques a lo Martes y Trece y estando a punto incluso, en algún momento, de ponerse a cantar en plan Marta Sánchez eso de '¡Soy yo, la que sigue aquí!'; la señorita Casewell, una chica descentrada y marcadamente masculina a la que da vida Aroa Gimeno, a la que el director prácticamente convierte en una especie de imitación de la -afortunada- amante de Sharon Stone en 'Instinto básico' (de Paul Verhoeven); un coronel del ejército retirado (Álvaro Roig); y, finalmente, un joven y algo histérico inspector encargado de averiguar el caso, al que encarna sin excesivo brillo el también muy conocido por su trabajo en televisión Manuel Baqueiro (Marcelino en 'Amar en tiempos revueltos' -La Primera de TVE-).

Un asesino anda suelto, ¿quién será? Pues claro que sí, quien menos se imagina el espectador, que en un momento u otro puede verse tentado de sospechar de todos, incluida por supuesto Mollie Ralston, a la que María Castro pone más presencia que voz -debe trabajarla seria y urgentemente-, recordando en unas ocasiones a Nicole Kidman en 'Los otros' (de Amenábar), y en otras a la mismísima Glenn Close, alterada y excesiva en sus gestos, en '101 dálmatas' (de Stephen Harek). No esperen entrar en éxtasis. Entretiene sin más, ni menos, esta 'Ratonera' que cuenta con los eficaces trabajos de Ana Garay (escenografía y vestuario), Carlos Alzueta (iluminación) y Marc Álvarez (música).

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