

Secciones
Servicios
Destacamos
DIEGO PEDRO LÓPEZ ACOSTA
Miércoles, 5 de enero 2011, 01:58
En el año 1797 nacía la prehistoria de la bicicleta y sus ulteriores posibilidades gracias al celerífero, una especie de caballo con dos ruedas construido por el francés Conde de Sivrac. Nunca el ser humano, incluido el famoso conde, ha desaprovechado las oportunidades para mejorar sus condiciones de vida, siendo el desplazamiento un serio condicionante, ya que el desarrollo y evolución de la sociedad se debe, en gran medida, a la movilidad geográfica. Pensemos, como si de un relato de Ray Bradbury se tratara, en un mundo en el que no hubiesen surgido el tren, el automóvil y el avión, Un mundo condenado a la incomunicación (lo de los controladores aéreos sería más tarde) por la ausencia de tan importantes sistemas de desplazamiento. Pero volvamos a la bicicleta, que es mucho más manejable y ecológica.
Interesantes aportaciones jalonan la historia de la máquina rodante que ahora nos ocupa; así descubrimos que en el año 1813 un alemán llamado Carl Von Drais crea, como no podía ser menos, la draisiana, la primera bicicleta con sillín; en 1839 se fabrica la primera con pedales, que fue apodada -hágase un idea- como quebrantahuesos. De esta forma se llega a los actuales modelos realizados con materiales mixtos y ligeros que ayudan a subir al podio a los profesionales de ese duro deporte que es el ciclismo. Una trayectoria que pone de manifiesto el interés universal por el invento y sus virtualidades. En China, sin ir más lejos, circulan casi cuatrocientos millones de bicicletas (ya se sabe que los chinos lo exageran todo) lo que supone un récord importante. En Europa se pedalea lo suyo, ahí están Holanda, Bélgica y Austria (en Viena observé como un gran número de ciudadanos con marcada pinta de ejecutivos se movían por la ciudad sobre dos ruedas sin el menor reparo) dando ejemplo de defensa del medio ambiente. A fin de cuentas la bicicleta viene a ser como una prolongación de nuestras piernas. En el anecdotario queda la costumbre de sir Edward Simons, ministro en uno de los gobiernos de Winston Churchill, de acudir cada mañana, bajo el tibio sol londinense, a su despacho oficial en bicicleta. Encomiable ejemplo del que deberían tomar nota tantos políticos despilfarradores de coches oficiales. En la fantasía filmada nos encontramos con el joven protagonista de 'E. T.' pedaleando hacia la Luna por capricho de Spielberg. En la realidad cercana extraemos de la memoria la imagen, entre rural y castiza, del huertano ensillado en su burra, o lo que era lo mismo, su bicicleta, en una Murcia que, con sus gozos y sus sombras, se fue para siempre.
Los incondicionales de la bicicleta reclaman asiduamente facilidades y beneficios para su uso en la ciudad, argumentando que es el mejor sistema de desplazamiento para el medio ambiente, la economía y la salud. Tres verdades que distinguen a ese artilugio de dos ruedas. En un tráfico rodado que pone a cualquiera al borde de un ataque de nervios, la estilizada máquina representa un gran alivio y una salida airosa; siempre, claro está, que no se circule por la acera, reservada, por ley y por sentido común, para el viandante. Por desgracia abundan los ciclistas incivilizados que transitan con su máquina por donde no deben. Lo mismo ocurre en el aspecto económico, cuando los carburantes se disparan de precio como un surtidor de oro negro en las llanuras de Texas y el que más y el que menos descubre un agujero en los bolsillos. En cuanto a la salud personal queda demostrado que utilizar este medio es una decisión inteligente para estar en forma.
Está claro que la bicicleta es el medio de locomoción que todos hemos anhelado en nuestra infancia y aún después. El juguete que, por estos días y noches del invierno, entre felicitaciones sinceras y fingidas -que de todo hay- pesará sobre las espaldas viajeras de los Reyes Magos y de Papa Noel, siempre en disposición de convertir los sueños en realidad, incluso pedaleando.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.