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JOSÉ OTÓN
Martes, 28 de diciembre 2010, 10:03
No todos los deportistas de máximo nivel tienen sueldos millonarios, conducen vehículos de alta gama o viven en barrios residenciales rodeados de lujo. Hay algunos que practican deporte en campeonatos con una alta competitividad y lo hacen a cambio de poder estudiar una carrera universitaria y formarse como personas. Es el caso de la plantilla del Voley Murcia, un histórico del voleibol español que tras 11 años en la élite del voleibol nacional intenta el asalto a la máxima categoría con un equipo de jóvenes jugadoras cargadas de ilusión y con un proyecto de futuro basado en hincar los codos como premisa predominante.
Mientras que en otros deportes tan expandidos socialmente como el fútbol es difícil encontrar un jugador que estudie una carrera universitaria, a pesar de disponer de interminables horas al día para hacerlo, en este equipo la misión imposible es encontrar una jugadora que no centre su rutina diaria en ir a la Universidad. En el plano deportivo el Voley Murcia va como una moto y tras diez jornadas de competición en la Superliga 2 (la Segunda División del voleibol femenino) marcha segundo, con nueve partidos ganados y uno perdido. Y a un paso del líder, al que visitará el próximo 8 de enero. Si el equipo de Saorín gana en la próxima jornada al Nuchar Eurochamp de La Rioja, rozará el liderato y la posibilidad de ascender a la élite.
Modelo sostenible
En la plantilla del Voley Murcia la rigidez económica es la clave del modelo. Hay jugadoras que cobran por los gastos de casa y manutención y otras una pequeña asignación pero siempre, en todos los casos, con la Universidad de fondo. A las jugadoras que no reciben asignación económica, el club les paga los gastos de manutención y alojamiento y le gestiona sus estudios universitarios en la UCAM. En caso de recibir un sueldo, nunca supera los 500 euros al mes. El caso de las jugadoras más veteranas es significativo ya que compaginan su papel en la pista con trabajos relacionados con el voleibol. Como Sara Pérez, que es la colocadora del equipo, su fisioterapeuta y además gestiona una clínica de esta disciplina. Otro caso es el de Beatriz Jiménez que alterna jugar y un Master de Gestión tras terminar CAFD, con dirigir el Voley Playa de la Federación Murciana y su escuela con más de 2.000 alumnos.
La plantilla del Voley Murcia está formada por una jugadora de 15 años, seis de 18, dos de 23 y sólo tres mayores de 25. De ellas, Danira Costa estudia Segundo de Bachillerato y Amita Del Nero, 4º de la ESO, mientras que hay tres jugadoras que estudian Fisioterapia (Carlota García, Miriam del Pino y Patricia Barrio), dos que estudian CAFD (Ángela Lobato e Irene Subiela), una Enfermería (Cecilia González) y otra Trabajo Social (Jessica González). «Somos chicas jóvenes, cargadas de ilusión y con muchas ganas de entrenar, aunque sea un poco lioso. A lo mejor no conseguimos sacarnos las carreras en los cuatro años y tardamos cinco, pero no abandonamos ni lo dejamos. Es una oportunidad y una buena elección venir a Murcia a jugar, yo tenía otras ofertas importantes pero eran de ciudades donde no podía estudiar. Aquí puedo labrarme un futuro profesional y no alejarme del voleibol», comenta Carlota García.
Lo peor es compaginar horarios: «A veces salimos de prácticas a las 19.30 horas y entrenamos a esa misma hora, pero pedimos permiso para que nos dejen salir antes. Es una aventura, a veces no tenemos ni medio de transporte para llegar al Pabellón», asegura la jugadora del Voley Murcia. Pascual Saorín ha entrenado al Grupo 2002 y Palma y ha saboreado la profesionalización total hace muy poco: «Hay una prioridad deportiva pero también hay una prioridad académica. Pero hacemos un esfuerzo para sacar horas de donde sea porque con el voleibol no se puede vivir».
Saorín no está asustado, está ilusionado: «Esto no es nuevo para mí, ya lo he vivido en otras épocas. Todo es bastante más normal que en un vestuario profesional, pero la realidad del voleibol es ésta y lo normal es que en un futuro se hagan las cosas así». El entrenador murciano no ve descabellado que con un equipo cargado con jugadoras universitarias se pueda hacer un buen papel en caso de ascenso: «Yo creo que este modelo sí vale en la máxima categoría. No se pueden pagar sueldos muy altos y hay que tirar de gente joven. Este modelo será viable porque al final lo harán todos los equipos. Este año el nivel de la Superliga 2 es muy alto. Las jugadoras con grandes salarios se van a Corea, Turquía y Rusia y harán sitio a más españolas». El caso es que el modelo funciona y el buen ambiente impera. Y hasta hacen concursos para ver qué jugadora atrae a más gente al pabellón Infante en cada partido, ataviando a sus invitados con camisetas de un color predeterminado que luego recuentan para saber la ganadora.
Mucha solera
El Voley Murcia no es nuevo en el voleibol español. Nacido de una aventura de alumnos de instituto de 1976, el equipo que preside Pepe Valera con esta denominación desde 1978 ha sido la cuna de muchos personajes del voleibol mundial. Desde las jugadoras cubanas Regla Torres, Regla Bell, Lili Izquierdo o Ana Ibis Fernández (Campeonas del mundo y oro olímpico) hasta técnicos de primer nivel como el entrenador del Caravaca de Superliga Chema Nicolás o Toni Tomé, fisioterapeuta del Fenerbahce turco, campeón del mundo de clubes en Catar. El Voley Murcia fue subcampeón de Superliga 1 en la temporada 1999-2000 y durante nueve años consecutivos candidato al título en las eliminatorias finales, de las que era un habitual.
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