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GINÉS CONESA
Sábado, 23 de octubre 2010, 11:58
Es auditor de cuentas y no se arrepiente de haber dedicado cuatro años a la política, como consejero regional de Economía y Hacienda, a la que llegó luego de haber cedido a las peticiones de amigos de Murcia y de Madrid. También fue una consecuencia de la inquietud social que tuvo (y tiene) su raíz en el compromiso cristiano. Su parcela fue la del control presupuestario que él define como «un instrumento básico para justificar la razón de las transferencias del Estado a las Autonomías, que no es otra que posibilitar una Administración más cercana y más eficaz».
-¿Y se ha conseguido?
-De aquellos entusiasmos de los primeros años se ha logrado que haya una administración más cercana, pero no es más eficaz que antes. Y como además se dio potestad a las autonomías para que los recursos transferidos pudieran destinarse a lo que quisieran, ahí vino la desorientación que el político haya podido tener y se ha gastado dinero en lo que no debería. Por ejemplo en televisiones autonómicas.
-Algún atractivo ejerce la televisión porque todas las autonomías la tienen.
-Aquí en Murcia se intentó desde el origen, pero yo dije que por encima de mi cadáver.
-Hace un año dijo usted en la Asamblea Regional que sería necesario un ejercicio de mayor corresponsabilidad fiscal.
-Así pienso. Pero las autonomías no han respondido a esa corresponsabilidad fiscal, incluso han reducido impuestos cedidos, como el del Patrimonio, el cual tiene por objeto mayor equidad respecto a las rentas del trabajo y aminorar el fraude en el Impuesto sobre la Renta.
-También dijo que la bolsa del fraude fiscal es muy grande.
-En 2006-2007, el fraude en rentas de alquileres no declaradas era del orden de 200.000 millones de euros. O sea que la bolsa de fraude es superior a todo el recorte presupuestario que ahora se propone el Gobierno. ¿Qué tenemos que hacer? Ser todos más transparentes. Estas reflexiones conviene hacerlas en voz alta, sin acusar a nadie, porque, si no se recauda, el ciudadano piensa que el gasto público no le cuesta nada. Hay que reflexionar en voz alta porque estas cosas tienen que empezar a llegarle al ciudadano. Tenemos que ser críticos con nuestros gobernantes, no digo antisistema, sino críticos, diciéndoles que les hemos nombrado para que nos administren bien.
-Pero la sociedad actual parece carecer de masa crítica.
-En mi tesis lo digo reiteradamente: el poder no quiere ser criticado ni censurado ni auditado, ni rendir cuentas. Hemos creado una situación monolítica desde el punto de vista de lo que tiene que ser el sentido democrático.
[Se refiere a la tesis doctoral sobre presupuestos participativos, que la editorial Aranzadi ha convertido en un libro de ya muy próxima aparición.]
-Para participar sería necesario que la política abriese cauces.
-Y uno de estos cauces es el presupuesto participativo, es decir que el ciudadano participe junto al político en definir cuáles son las prioridades en el gasto. Para vivir en democracia, para que cada ciudadano pueda comprobar que es atendido por sus necesidades y no por su poder, hay que convertir la gestión de los recursos públicos en un valor supremo y radicalizar la democracia. Que el ciudadano vuelva a ser el protagonista del sistema.
-Democratizar la democracia, dice.
-Exacto. Ahora mismo nos están diciendo que tenemos que apretarnos el cinturón porque los mercados no están imponiendo unas condiciones, lo cual es el broche final de la presión económica sobre todo el sistema político y democrático. Al ciudadano sólo le va a quedar comportarse y pagar. Tenemos que revitalizar la democracia y para eso es imprescindible la participación ciudadana.
-Otra vez haría falta contar con el impulso político.
-Es verdad que la partitocracia está dominando en todas las estructuras de gobierno y es la que está imponiendo las condiciones para gobernar. Por eso me he dedicado a investigar un poco para decir: Oye es que la participación ciudadana es justamente el reforzamiento para que el sistema pueda continuar, porque si no al ciudadano sólo le queda la abstención y el problema de la abstención es que está muy próxima a caer en manos del populismo y del populismo al neofascismo estamos viendo que sólo hay un paso.
-¿Cuánto hay de idealismo y cuánto de realidad en su apostolado por los presupuestos participativos?
-Pues me ha sorprendido el número de experiencias que hay. Además de Berlín, París y Londres, en Perú hay 2.000 municipios en Brasil, más de 500, en Buenos Aires, Estados Unidos, en Canadá y, sin salir de España, en Albacete, Córdoba, Las Cabezas de San Juan (Sevilla) hay más de 100 municipios. Como suelo decir, los presupuestos participativos ya han pasado por el ojo de la aguja.
-¿Pero cuentan con apoyo oficial?
-Ya hay tres instituciones como el Banco Mundial, el FMI y la Unión Europea, a través de su programa 'Hábitat', que han tomado este sistema presupuestario como mejora para la transparencia en el gasto público. Cuando hay miles de experiencias y millones de personas participando es que realmente se está abriendo hueco.
-Aún habrá que vencer muchas inercias resistentes ¿no?
-Las organizaciones de los partidos políticos aún están por no abrir ventanas yo creo que por temor.
-O por egoísmo.
-Por temor o por lo que sea, pero ¿por qué no tenemos listas abiertas ni circunscripción única? ¿Por qué no tenemos la libertad de votar a quien queramos y tenemos que votar unas siglas aunque no nos gusten algunas de las personas que vayan en ellas? Por eso insisto en que hay que radicalizar la democracia como medio, precisamente, de mantener la democracia: el mejor sistema que nos ha legado el siglo XX.
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