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Tranquilidad. Pepín Liria, en su piscina. :: MARTÍNEZ BUESO
Pepín Liria: «Ahora vivo, cuando toreaba era un sinvivir»
ESTÍO A LA MURCIANA

Pepín Liria: «Ahora vivo, cuando toreaba era un sinvivir»

Pepín Liria. Torero

ANTONIO ARCO

Miércoles, 18 de agosto 2010, 12:27

Está vivo de milagro Pepín Liria (Cehegín, 1970) después de haber bailado con la muerte de todos los modos posibles. Porque lo mismo ha bailado con la muerte un delicado vals que una festiva sevillana, una extenuante danza guerrera que un apabullante rock and roll, un insinuante tango que un redondo pasodoble. Se pasó Pepín Liria, torero de raza, quince años dejándose la piel en las plazas de toros y seduciendo a la muerte, a base de pasión y valentía, para lograr que, al concluir el baile, no se lo llevara con él para siempre. Fue a por todas, se comió el mundo, se abrió en canal y no se volvió loco. Ahora, retirado de los ruedos, ¡vive! Por fin.

-1994. Plaza de las Ventas. Usted tenía 23 años, montó 'la de Dios' y Joaquín Vidal escribió: «Un corazón como una plaza de toros». ¿Cómo está hoy ese corazón?

-Feliz, sobre todo porque mi familia también lo está viéndome sin torear y viviendo tranquilo. Se acabó el darles disgustos: treinta cornadas en el cuerpo son muchos sustos.

-¿Feliz pero también herido?

-Pues sí. Es que me entrego mucho, y eso que tengo claro que las heridas del corazón tardan más en cicatrizar que las otras. En mi caso, la recuperación de las heridas era milagrosa, nadie se creía lo rápido que me recuperaba de una 'corná' que a punto había estado de matarme. El amor me hace sufrir mucho, no lo voy a negar.

-¿Está de vuelta de algo?

-No, no, no. Yo sigo aprendiendo cada día a vivir, y no dejo de sorprenderme por muchas cosas. No me creo más importante, ni especial, ni listo que nadie. Aunque sea un jubilado, sigo en edad de aprender.

-Un jubilado de oro.

-Sí, soy un jubilado de oro. Tomé una decisión muy buena en el momento adecuado. Escuche una vez una frase de la que nunca me olvidé: 'Cinco minutos antes de que te echen, vete tú'. Yo me fui mucho antes de que nadie pensara en echarme, porque estaba en plenas facultades para torear, físicas y mentales, y el público seguía teniendo ganas de verme.

-¿No volverá?

-¡No! Me lo he prometido a mí mismo y soy un hombre de palabra. Sólo hay una cosa por la que volvería a torear: por dinero. Si a mi familia le hiciera falta, yo volvería. Pero no creo que eso vaya a pasar, gracias a Dios.

-¿Cómo se vive con la vida tan bien resuelta?

-Se vive muy bien teniendo la tranquilidad de que a los míos no les va a faltar de nada. Era uno de mis objetivos, y lo logré. Yo nunca he mirado por mí, nunca, siempre he pensado en los demás: me he jugado la vida pensando en la felicidad de mis padres, en el bienestar de mis hijas, en que mis amigos se sintieran orgullosos de mí... No he sido nada egoísta. Lo digo porque esa es la pura verdad.

-¿Caprichoso?

-Bueno, de los coches buenos y de los relojes... pues sí. Pero es que toreando no disfrutaba de nada. Me montaba en un coche recién comprado y me decía, '¿Pepín, te volverás a montar mañana?' No tenía respuesta, porque yo salía cada tarde a la plaza a jugármelo todo, yo nunca iba a cumplir. Ahora sí, ¡qué descanso!, ahora disfruto de la vida todo lo que puedo.

-¿Es feliz?

-Sí, lo soy. Miro a mi alrededor, miro como está el mundo, y me digo: 'Pepín, no te olvides nunca de que eres un privilegiado'. Y no me olvido.

-¿Buena persona?

-Me levanto con esa intención. Si algo tengo claro es que jamás he hecho nada buscando perjudicar a alguien. Me siento en deuda con la vida y me gusta hacer por los demás cosas buenas, no malas; no sirvo para eso.

-¿De qué se arrepiente?

-¿Yo? De nada.

-¿Está enamorado?

-... sí. Me gusta estar enamorado, y eso que el amor me ha hecho tanto daño que pienso que debería construirme una especie de burladero seguro para protegerme.

-¿Le dieron calabazas?

-¡Seguro, eso seguro! Muchas veces las cosas no le salen bien a uno.

-¿Echa de menos vivir en familia?

-Sí, es quizás lo que más echo en falta. Lo tengo todo, pero...; mis hijas están con su madre, están muy felices... Pero yo, yo tenía el sueño de tener una gran familia, de tener muchos niños porque me encantan los críos. Muchas veces te despiertas solo, en una casa tan grande, y...

-¿La soledad le da miedo?

-No, no es eso. Mis problemas me gusta resolverlos en soledad, porque no quiero ver nunca más, si eso es posible, sufrir a nadie por mi culpa. He dado mucha felicidad, pero también mucho sufrimiento. Mi madre, la pobre, al lado de mi cama tantas veces...

-¿Fuera de la plaza es tan valiente?

-Muchísimo menos. Yo soy una persona con muchos miedos, y como torero también he sido muy miedoso, aunque la gente no se lo crea. Pienso que soy de los toreros que más miedo tienen. Muchas veces, antes de torear he querido desaparecer, he sentido incluso deseos de tirarme por una ventana...: pero me tragaba ese miedo, salía a triunfar y... triunfaba.

-¿De qué está orgulloso?

-De haber sido un torero independiente. Defender mi independencia me costó caro muchas veces, pero lo hice. Como torero y como persona, soy íntegro. Así quiero seguir.

-¿Qué le molesta?

-Que la gente hable de mí sin saber, que la gente se lance sin paracaídas a decir cosas que no son ciertas. De mí se han dicho disparates, y me duele desde el momento en que tengo dos hijas. Yo asumo las consecuencias de lo que hago, pero no las de lo que no hago, esas no me las trago. Hay personas que han llegado a decir que han estado conmigo fumándose un porro o cosas mucho peores, por ejemplo, cuando yo no le he dado en toda mi vida ni una calada a un cigarro. Si yo hubiese sido como mucha gente dice que he sido, no hubiese estado al nivel que he estado durante quince años de éxito en mi profesión.

-¿Sueña con toros?

-De vez en cuando, y son sueños muy felices. No tengo pesadillas.

-¿Torea en privado?

-El año pasado lo hice una vez, y fue por amor porque quería que una mujer que no me había visto torear me viera hacerlo; y este año, en el campo, sí que necesitaba sentirme 'importante', sentirme ese Pepín que se ponía delante del toro y era capaz de vencer los miedos y enfrentarse a su mirada y a su respiración. Eso sí lo necesitaba, pero lo que no echo de menos es el triunfo, las orejas, que la gente te diga 'qué guapo eres' cuando tú sabes que no lo eres...; eso, no.

-¿Y qué tal la experiencia?

-¡Muy bien! Tengo 40 años y aún me defiendo bien en lo mío. Me quedé muy tranquilo, me sentí en forma y muy bien de cabeza. Me gustó verme así, porque la verdad es que como no hago nada, como no sé hacer otra cosa que no sea torear...; a veces me siento desubicado. Es normal, ¿no?

-¿Le queda inocencia?

-Mucha, yo no estoy muy maleado todavía. Me sigo fiando de la gente. Creo en la gente y me fío mucho de ella, así es que de vez en cuando me llevo algún palo gordo.

-¿Es leal?

-Si yo traicionara a alguien que conmigo ha sido leal no lo soportaría, me moriría.

-¿Es fiel cuando está en pareja?

-Cuando estoy enamorado soy la persona más fiel del mundo, y cuando no lo estoy no soy una persona fiel; lo reconozco.

-¿Sexo sin amor?

-Yo no, yo necesito sentir. Por eso tengo tantos problemas, porque soy muy pasional, muy enamoradizo. No voy a ocultar ahora que me gustan mucho las mujeres, pero yo necesito quererlas y sentirme querido. No soy frío, no me aprovecho...

-¿Qué le preocupa?

-Llevo unos días que estoy en una fase de reflexión, de cierta preocupación que hace que le esté dando muchas vueltas a la cabeza.

-¿Vueltas a qué?

-A temas económicos, sobre todo, y también de amores. Ahí estoy...

-¿Qué piensa hacer?

-Quedarme sólo con la gente que me merece la pena. Sólo le voy a echar cuentas a la gente que me demuestra que de verdad me quiere. Es cierto que me he llevado muchas sorpresas cuando he dejado de torear, porque hay gente que sólo persigue el interés. Y yo no soy así, a mí me importa la gente, yo no busco el interés, no soy un falso.

-¿Qué es lo mejor?

-¡Que vivo, cuando toreaba era un sin vivir! Y ver crecer a mis hijas felices. ¿Cómo me voy aquejar yo?

-¿Se le caerían los anillos si tuviera que volver a servir copas?

-Ni mucho menos. No fui un mal camarero, aunque soy mejor torero.

-¿En qué invierte su tiempo libre, que es todo su tiempo?

-Hago muchísimo deporte, ahora estoy muy enganchado al golf, y estoy pendiente de mi gente. En los negocios tengo un socio muy bueno, Mariano Cano, que me ha ayudado y me sigue ayudando muchísimo.

-¿Su último viaje?

-Estuve en Venezuela acompañando a Manzanares y a El Fandi. Me fui para diez días y me quedé un mes y medio; ¡estuve a punto de no volver...! Es que me gusta mucho lo latino.

-¿En qué ciudad se pierde?

-París. Soy un enamorado de París.

-¿Cree en los milagros?

-Yo estoy vivo de milagro. Yo he sentido muchas veces que me iba...; a mí Dios me ha salvado la vida muchísimas veces. Dios es muy grande.

-¿Reza?

-Le doy gracias a Dios todos los días.

-Dígame una cabeza de toro de las que tiene en su salón que sea especial para usted.

-La de 'Fiscal', por ejemplo. Le pegó una 'corná' muy fuerte a un banderillero mío, pero yo me sobrepuse a eso y triunfé con él.

-¿Qué no es Pepín Liria?

-¡Un asesino! Nadie quiere más al toro bravo que yo. Prohibir los toros es un disparate muy gordo, gordísimo.

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