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LA VERDAD
Sábado, 24 de julio 2010, 03:06
[No es ni grandota, ni menuda, pero ostenta el título de Venerable Maestra de la logia Nicomedes Gómez, de Cartagena, donde hay otra que no admite mujeres. No diré si ha traído o no presente para amenizar el aperitivo, pues, aunque ella sostiene que en la masonería no hay secretismo, el periodista no lo tiene tan claro]
-¿Cuándo nace tu logia?
-A mediados del siglo XIX. Viene de Francia, a través de los marinos.
-¿Cuántos masones hay en la Región?
-Unos cien o ciento veinte.
-[Sorprendido] Eso es poco.
-En el resto de España tampoco es mayoritaria.
-¿Y masonas?
-Muy poquitas. Un treinta o cuarenta por ciento.
-[Sorprendido] Eso es mucho. Según va la vida, ¿acabaréis en el ochenta por ciento?
-[Didáctica] No se trata de eso, sino de elegir dónde quiere estar cada cual.
-¿Por qué Franco os tuvo tanta manía?
-Hay mucha leyenda. Dicen que un hermano suyo era masón y, sin embargo, parece ser que a él la masonería le cerró la puerta.
-Pero lo mismo el Caudillo no quería ponerse el mandil.
-Bueno. Ni el mantel.
-¿También os colocáis un mantel por encima?
-[Riendo] Era una broma.
-¡Ah! ¿Y qué dice tu marido?
-[Escaqueándose] Yo revelo mi identidad y no lo oculto. ¿Mi marido? Pues comparte mi forma de pensar...
-Lo he visto y parece masón.
-¿Sí? Pregúntaselo.
-¿Por qué tanto secretismo?
-No hay ningún secreto. Y menos hoy en día, con la cantidad de información que circula, que es bestial. Los secretos masónicos están todos en Internet.
-Tu marido te eligió entre veinte señoritas. ¡Ya podría! ¿Son facilidades de masón?
-[Ahora se descojona] Éramos una clase de veintiuna chicas y un solo chico.
-¡Joder con el tío! Creo que tiene una empresa de sónar.
-De software.
-Yo pensaba que, como en Cartagena hay submarinos...
-Fabricamos softwares.
-¡Atié qué leche! ¿Donde hay patrón, no manda marinero?
-Quizás mande la masona. Verás. La masonería es totalmente democrática.
-¿Cómo es que tus hijas se llaman Iria, Aida y Alma? ¿Es por la cosa masónica?
-¡Qué va! Son nombres cortos, sin diminutivo y no acaban en erre ni en ese, que aquí las pronunciamos mal.
-Está bien traído. ¿Es verdad que has sido o eres taxista?
-Mi abuelo y mi padre han sido taxistas y mi hermano se quedó con el taxi. Ahora lo tengo yo. Y el carnet, pero soy la empresaria.
-¿Hacéis proselitismo?
-No. Dicen que la masonería es elitista. Pero quienes llaman a nuestra puerta son personas que pretenden un crecimiento personal y sólo quieren respuestas a las preguntas que se hace el ser humano.
-Los masones lo manejan todo, pero bajo mano, dicen.
-No. Si hay un ladrón o asesino que es del Betis, no por eso todos los del Betis son ladrones o asesinos.
-Pero algunos se meten a masones para prosperar...
-Yo llevo trece o catorce años, he sido Gran Oficial de nuestra Gran Obediencia, y no he visto a nadie con esas intenciones.
-¿Esto tiene algún parecido con el Opus?
-[Pensativa] El Opus, por lo poco que sé, es lo opuesto.
-¿Y eso?
-Creo que en el Opus son reglas estrictas, con poco margen de libertad. Nosotros somos apolíticos, adogmáticos y arreligiosos. Libres por encima de todo.
-Pero cualquier persona religiosa puede pertenecer a la masonería, ¿no?
-Una cosa es la masonería y otra es el masón, que puede ser de cualquier religión.
-¿Y si es ateo?
-El ateísmo no se entiende en la masonería, donde se invoca a un ser superior.
-¿Cómo te metiste en esto?
-Yo conocí a unos hermanos de otra Obediencia y me pareció que la masonería podría cubrir mis expectativas de búsqueda personal.
-Cuentan que dos señores ilustres de Cartagena eran masones: los doctores Pérez Espejo y Bonmatí.
-No los llegué a conocer. Lo que sí se sabe es que al doctor Bonmatí lo inhabilitaron para ejercer. Depuraron a mucha gente. Y mataron.
-¿Cómo te eligieron a ti?
-[Modesta] Me eligieron los hermanos en una votación. Cada año se renuevan todos los cargos.
-¿Se presentan candidatos?
-No. Eligen ellos.
-¿Cómo es una sesión?
-Aunque te pueda sorprender, para mí es algo muy divertido. Si no hay diversión, la vida es muy aburrida. Nos reunimos una vez al mes y hacemos una serie de rituales. Debatimos un trabajo escrito realizado por un hermano.
-¿Hay comidas masónicas?
-Sí. Dos ágapes básicos, en el solsticio de verano y en el de invierno.
-A ver, el menú...
-Eso da igual. Lo importante es el ritual en torno a la mesa. Y los brindis.
-¿Es masón Mario Conde?
-Pregúntaselo a él.
-Te lo pregunto a ti, que lo invitaste a Cartagena.
-[Con risas] ¡Qué malo eres! Él se mueve en la ambigüedad. Si no quiere decirlo...
-¿No hay una lista?
-Más todavía. La tienen en el Ministerio del Interior.
-Trincada por los espías...
-¡No, no! Es lo legal.
-Y si pido allí la lista...
-No te la darán, por la ley de protección de datos.
-¡Pos pijo! ¿Hay algún político masón en Murcia?
-No me suena nada.
-¿Ni siquiera Bascuñana?
-No.
-¿Y Valcárcel?
-Tampoco.
-Me estás engañando, Paqui.
-¡Yo no miento!
-¿Hay una boda masónica?
-Hay un reconocimiento conyugal, al que asisten los hijos, que son los lobetones.
-¿Por qué comes sin placer?
-Me gusta cocinar, pero no me gusta comer.
-Eres masona y, sin embargo, presumida.
-Una es mujer.
-El famoso abogado Masón será masón, claro.
-¿Quién es ese abogado Masón?
-Bueno. Se llama Mazón, pero como es de Orihuela...
-No lo conozco.
-¡El del Cristo de Monteagudo, mujer!
-¡Ah! ¿Es masón?
-¡Yo qué coño sé! Masona y todo, bien que te gusta Richard Gere.
-Me transmite tranquilidad.
-Como Richard no ha pasado hoy por aquí en toda la mañana, si te parece nos vamos 'pa' la logia, Paqui.
[Y se van, pero también se une el marido, que estaba esperando en el coche]
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