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Un socorrista habla por el walkie talkie en la playa de Entremares de La Manga. :: PABLO SÁNCHEZ/ AGM
Sustos para escarmentar
COMARCAS

Sustos para escarmentar

Los socorristas de las playas alertan de que aún son muchos los bañistas que desobedecen sus órdenes

ROCÍO GONZÁLEZ

Miércoles, 21 de julio 2010, 12:18

Un buen susto vale más que mil palabras. Esta máxima adaptada para la ocasión se podría utilizar para hablar de las imprudencias que cometen los bañistas en el litoral murciano y de cómo escarmientan sólo cuando ven el peligro de cerca. Una consulta rápida por algunos de los puestos de socorro más activos de la costa basta para conocer a través de los vigilantes de Protección Civil que mucha gente aún desoye sus advertencias.

«Parece que no saben qué significa una bandera roja o la señalización que ponemos en la playa», dicen los profesionales que atienden el puesto de socorro de la playa de Entremares, de La Manga del Mar Menor, una de las más peligrosas por sus corrientes y el oleaje los días que sopla el Levante. Este verano ya ha muerto ahogado en ella un bañista. Pero a pesar de las quejas de los vigilantes, este mes apenas han tenido que recurrir a la Policía Local de Cartagena para que aplique la ordenanza que contempla multas para quienes se adentran en el mar cuando ondea la bandera roja.

Los veraneantes reconocen sus imprudencias y admiten que éstas sirven de escarmiento. «Venía andando y como tenía calor me metí en el agua. Cuando quise volver ya no podía. Estaba demasiado lejos», admite José Luis Peralta. «Cada vez que me acuerdo me dan sudores. Desde entonces no me he vuelto a meter solo en el mar y si lo hago, no me suelo ir muy lejos de la orilla. Aquello fue un despiste», añade.

Despistes como ese ocurren a diario. «A mi marido le pasó en la playa de Mazarrón. Unas crías se metieron en el agua y nadie quería bañarse, así que fue él. Lo pasamos mal. Estaba el agua un poco revuelta», confiesa Pilar Ortiz.

También hay quienes desconocen, como Begoña Ruiz, a qué se exponen al bañarse en Entremares. «Mi hijo sabe hasta dónde se puede meter. Mientras que lo vea desde la orilla, no creo que pase nada». Hasta que pase.

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