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Vista de los barrios altos en una foto de Pedro Menchón tomada hacia el año 1925. :: ARCHIVO MUNICIPAL
El terremoto que puso a Lorca patas arriba
LA CIUDAD PERDIDA

El terremoto que puso a Lorca patas arriba

ANTONIO SORIANO

Domingo, 11 de julio 2010, 03:29

La ciudad está situada en una de las fallas geológicas del sureste español y, en consecuencia, afectada por la sismicidad propia como se ha venido demostrando a lo largo de los años. El terremoto de cierta importancia más reciente fue hace pocos años, en el 2005, y las zonas principalmente afectadas fueron los núcleos urbanos de Zarcilla de Ramos y La Paca, cuyos vecinos, aunque se han podido eliminar casi en su totalidad los daños producidos por el seísmo, todavía recuerdan el mal trago que pasaron.

Pero, en un breve repaso a los terremotos que tuvieron a Lorca como epicentro, conviene retrotraerse al siglo XVII porque en el año 1674 una sucesión de temblores de tierra destruyeron parte de la ciudad. Para ello nada mejor que recurrir al archivero municipal Juan Guirao, que con motivo del 300 aniversario de esa hecatombe, publicó en 'La Verdad' un amplio trabajo recordatorio del que podemos extraer una visión general de lo que supuso para los lorquinos.

Recurrió entonces Guirao a las actas capitulares de aquel año que, como las restantes por espacio de cuatro siglos se encuentran en el Archivo. Y añadía que también en la Biblioteca Nacional de Madrid hay un texto sobre los sucesos que un testigo de los terremotos cuenta por carta a un amigo de Madrid.

De este último, recogía el siguiente texto: «El día 10 de agosto un fortísimo temblor de tierra sacudió la ciudad abatiendo, además de numerosos edificios, parte de la iglesia de San Pedro y, por completo, la ermita de San Indalecio (situada muy cerca de San Juan, al oeste, acabada en 1592, y de la que apenas quedan las cimentaciones). Hubo un número de víctimas difícil de precisar; el pánico fue, a partir de estos momentos, la sombra fatídica e inseparable de los lorquinos. Cada día se repetían las oscilaciones pero con mucha menor intensidad a la del primero. Más el 28, martes, a las nueve y media de la noche, un horroroso estruendo conmovió la población; un nuevo terremoto, muy superior a los anteriores, sembraba la destrucción en el ya quebrantado pueblo».

Las actas capitulares recogen que al día siguiente del más fuerte de los seísmos, el del día 28, el Concejo se reunió en la Plaza Mayor. No lo hizo en el edificio del entonces Ayuntamiento que estaba en la calle del Pósito, porque había resultado con serios daños.

Lo que refleja el documento es el nivel de destrucción «totalmente mucha parte de las casas de esta ciudad y las demás muy destruidas sin haber reservado iglesias, torres y otros edificios fuertes y todavía se han continuado dichos terremotos, y con el primero la gente está tan escandalizada de ver la compasión de los muertos y heridos, ruinas de casas y haciendas y, por continuarse dichos terremotos va despoblándose la ciudad y hacen barracas para su habitación y para el consuelo de los vecinos conviene se hagan rogativas y procesiones».

El cronista Espín Rael, en su libro 'Anales de Lorca', recoge la siguiente relación de daños en edificios por estos seísmos de 1674 y sus valoraciones. «En la iglesia de Santiago arruinó la torre, quebrantó los arcos de las bóvedas y arruinó algunas capillas; los daños se tasaron en 1.000 ducados. El convento de la Merced se arruinó todo con más de veintiuna casas accesorias; se tasó en 80.000 reales. En Santo Domingo también se arruinó la iglesia y claustro; 88.000 reales. El convento de San Juan de Dios tuvo de daños 11.000 reales. La iglesia de San Mateo se arruinó la mitad de ella. Se tasó en 66.000 reales».

También hubo daños de distinta consideración en el convento de Santa Ana y las ermitas de Gracia y San Roque. Las monjas de la Consolación sufrieron daños por 220.000 reales, y «la iglesia parroquial del Señor San Juan se reconoció y declaró tener caída la iglesia y la torre quebrantada y parte de ella caída, con unos daños de 12.000 ducados».

En los edificios civiles los estragos también fueron de grandes proporciones. Las murallas de la Puerta y Porche de San Ginés, hasta la Puerta Nueva, tuvieron unos daños tasados en 12.000 ducados, y en 20.000 ducados se valoraron los sufridos en el edificio del Concejo, carnicería, pósito y torre del Reloj. Espín Rael afirma que «aunque la tradición dice que el terremoto derribó la iglesia de San Pedro, no es así; pues ni San Pedro, ni Santa María, ni San Patricio sufrieron daños de consideración».

En el conjunto de la ciudad, los edificios arruinados en todo o en parte, por parroquias, fueron 289 en Santiago; 618 en San Mateo; 411 en San Pedro, San Juan, Santa María y San Patricio; 353 en San Cristóbal. En total pues 1.671 edificios y la tasación global de los daños se estableció en casi siete millones de reales.

Aparte de las rogativas y procesiones, el Concejo también se preocupó por los aspectos materiales y así ordenó que los maestros albañiles reconocieran todas las casas de la ciudad para que se derriben las que estuvieran en peligro. También hay preocupación por los abastecimientos, por lo que se mandó revisar el Caño de la Plaza, dañado por el terremoto, del que dependía el abastecimiento de agua de casi toda la ciudad, y que se buscaran a los panaderos que habían huido al campo «para que amasen y no falte el abasto público».

El desescombro vendría después porque «se han hundido tantas casas que no se puede andar por las calles por la mucha cantidad de piedra y tierras que hay en ellas». Algunos datos indican que se sintieron doce terremotos previos al principal y réplicas diarias durante más de un mes. Un 25% de las edificaciones de Lorca quedaron destruidas, las iglesias de San Pedro y San Indalecio se hundieron y hubo decenas de muertos.

La sucesión de temblores es tal que, entre los actos penitenciales previstos está una procesión el 9 septiembre a la Virgen de las Huertas, pero es suspendida porque ese día se producen más de cuarenta oscilaciones y la gente sólo piensa en la huida. Cuando todo parece apaciguado, el 5 de octubre vuelven a repetirse los seísmos. Y con ellos una nueva procesión, en este caso con la imagen de Nuestra Señora del Alcázar al convento de la Merced «con las rogativas que se acostumbran en semejantes aflicciones». Y todos los predicadores de la ciudad se turnaron en la oratoria sagrada para exhortar a los fieles.

Aparte de este terremoto que centra el recuerdo de los seímos en la ciudad, hubo otros antes y después, como el del 30 de enero de 1579, el 3 de octubre de 1713 y en los años 1792, 1818, 1890, 1907, 1932, 1977, 1978, 1982, 1996, 2000, 2002, y el más reciente y que tuvo una fuerte repercusión en las pedanías altas, en 2005, que produjo en mayor o menor medida daños en unas 1.100 viviendas de Zarcilla de Ramos, La Paca y Las Terreras. Ninguno de ellos, sin embargo, llegó a igualar en daños y en alarma vecinal como el del año 1674.

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