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El obispo, asomado al balcón principal del Palacio Episcopal, que da a la plaza Belluga. :: NACHO GARCÍA / AGM
«Hasta ahora, ningún jefe de Estado ha pedido perdón por nada. El Santo Padre sí lo ha hecho»
REGIÓN MURCIA

«Hasta ahora, ningún jefe de Estado ha pedido perdón por nada. El Santo Padre sí lo ha hecho»

Lorca Planes cumplirá el próximo mes su primer año al frente de la Diócesis de Cartagena José Manuel Lorca Planes. Obispo de la Diócesis de Cartagena

FUENSANTA CARRERES fcarreres@laverdad.es

Domingo, 20 de junio 2010, 04:19

El grandioso pero inhóspito para la vida cotidiana Palacio Episcopal respira por cuatro calles. A su morador principal, el obispo de Cartagena, no le queda otra que comunicarse con su secretario vía móvil. Los dos resuelven las largas distancias de palacio con sendos 'iPhone', que utilizan a modo de 'walki' pero también para preparar actos, consultar los periódicos o el pronóstico del tiempo. La desenvoltura con las nuevas tecnologías no despegan a José Manuel Lorca Planes (Espinardo, 1949) de la huerta que lleva en los genes, y que le ilumina la mirada cuando evoca las siete higueras que se levantaban junto a la casa que le vio nacer, y que por San Juan le regalaban las brevas que tanto le gustan. La endocrina se las tiene medio prohibidas: «No tiene piedad, pero hace bien»; también le ha recomendado caminar, y aunque ha hecho propósito de enmienda instalando una cinta de andar en su dormitorio, reconoce utilizarla «más de perchero que otra cosa». Afable y conciliador (con él ha llegado la paz a las relaciones entre la Diócesis y la Ucam), Lorca Planes cumplirá en un mes su primer año al frente de la Diócesis de Cartagena. Un año empañado por la dureza de la crisis y las denuncias contra la Iglesia por abusos a menores, sobre las que el obispo tiene una opinión tajante: «Cada uno es responsable de sus actos; quien lo haya hecho mal, debe responder ante la Justicia».

-En unas semanas celebra su primer aniversario al frente de la Diócesis de Cartagena, que además ha coincidido con los momentos más álgidos de la crisis económica. ¿Qué balance hace de este año?

-La valoración es muy positiva. He podido comprobar el corazón de mis paisanos. En el fondo pensaba: 'vamos a ver cuál es la aceptación entre mis paisanos'. Pero el resultado es que nada más que tengo palabras de agradecimiento por la confianza, la acogida y la colaboración. Para mí es un profundo orgullo saber que estamos en plena comunión. Por otra parte, el problema de la crisis supone una preocupación más. Afecta a tantas personas que se te acercan... Aquí han venido a pedirme trabajo y se te parte el alma. Apenas si puedes hacer algo. Te rompe el alma. Yo no dejo todos los días de pedir al señor por las familias que lo están pasando mal. Dios conoce la realidad de cada uno, y yo se lo recuerdo todos los días.

-¿La crisis, acerca más a Dios o decepciona a los creyentes?

-Acerca a Dios, sin duda. Pero los momentos de alegría y de gozo también acercan a Dios. Humanamente parece más explicable que ante el dolor, cuando uno se mete más en sí mismo y vive más en la intimidad del ser, se acerque a Dios.

-Hace unos meses pidió a los sacerdotes, que no llegan a mileuristas, que donaran parte de su salario a Cáritas. ¿Ha obtenido resultados?

-Bueno, la asignación es de 800 y pico euros. La petición no la he hecho de una manera formal porque sé también a dónde llega cada uno y debe ser una cuestión de total libertad. Ha sido una sugerencia, una posibilidad, un dar ideas, pero seguro que el resultado es positivo. Me consta que la respuesta es buena.

-¿Usted lo hace también, dona parte de su asignación?

-Por supuesto, naturalmente que lo hago.

-¿Considera que el Estado hace dejación de funciones permitiendo que Cáritas o Jesús Abandonado estén desbordados ante las demandas de ayuda de familias necesitadas?

-La Iglesia siempre está con los ojos abiertos para salir al encuentro de las necesidades. Cuando los estados no tenían servicios sociales la Iglesia cumplía esas funciones, como ocurría con la educación y la sanidad. Pero en estos momento la situación es complicada, se trata de un problema mundial, los problemas son más grandes que las fronteras. Hay estados que responden mejor a las instituciones, que se acercan a las necesidades, y otros se dedican a otras cosas. En nuestro caso, Cáritas ha tomado un protagonismo muy grande porque tiene una gran credibilidad. Acabo de venir de Mozambique; he visto otro mundo y me he dicho: 'Dios mío, qué privilegiado soy'. Aquí no es que se aten los perros con longanizas, pero tenemos una realidad muy privilegiada a todos los niveles.

-Conoce la polémica por la demanda que pide la retirada del Cristo de Monteagudo. ¿Qué opinión le merece?

-Es una cuestión que en este momento es de segunda o tercera categoría. La gente no está pensando en esto, hay problemas más gordos que afectan a la dignidad de la persona humana, y eso es lo importante. Pero todas las cosas tienen un porqué, y para muchos murcianos, dentro de su paisaje está el Cristo de Monteagudo. Hay otras realidades que no preocupan, la gente no se plantea tirar la Estatua de la Libertad o el Cristo de Brasil. Son cosas que te gustan o no pero ahí están.

-¿Se ha planteado reclamarlo en nombre de la Diócesis para, de alguna manera, protegerlo?

-Ya tiene su estatus, y su protección. Yo no busco posesiones. Además, es un bien cultural de esta Región.

-La Ley de Libertad Religiosa que prepara el Gobierno plantea suprimir símbolos religiosos como el crucifijo de los edificios públicos, ya sean colegios, hospitales, cárceles... ¿Lo cree necesario?

-Creo que esa polémica es más un 'boom' que una realidad. A mí desde luego la cruz no me molesta. Cuando veo la cruz no veo la imposición de nada, ni veo que sea dañina para la salud de nadie; ahí veo el símbolo de mucha gente que está gastando la vida por los demás, colaborando para el bien de cualquier sociedad. Una persona que por la cruz está cerca de los enfermos de sida, de los ancianos, no sólo no estorba, sino que tendría que ser necesario para que nos lo recordara todos los días.

-El proyecto de Ley habla también de la laicidad del Estado...

-Que un Estado sea laico es una opción, no es un problema y es legítimo. El problema es cuando se impone el laicismo, o cuando se hace una ideología; eso es más preocupante.

-¿España es un país laico?

-España tiene una tradición histórica católica. Se aprecia en la calle, en las personas que llevan una imagen en sus carteras, o una medalla, en las cofradías y hermandades, en la propia vida de la gente, la religión está impregnada. No se puede poner en cuestión la ley natural, que te lleva a respetar los derechos humanos; el Estado tiene que cuidar y defender los derechos humanos, y si deja de hacerlo se convierte en un Estado totalitario. Hay una perfecta armonía entre razón y fe.

-¿Y el velo islámico integral, debe prohibirse?

-Se ha creado otra polémica con esa cuestión. Nosotros no entendemos esa cultura y nos resulta extraño no verle la cara a una persona. Aquí, cuando una persona viene a una cultura diferente, hay que hacer un esfuerzo para adaptarse. A mí no me molesta que una chica lleve su pañuelo. ¿Que lleva el rostro oculto? Pues deben saber que no se les va a entender en esta realidad. Tampoco se le pide que renuncien a su fe, no dejan de ser características externas.

-Mirando al futuro, ¿debe la Iglesia adaptarse a los cambios sociales o mantenerse firme en sus posiciones?

-La Iglesia está presente en el mundo, no está ausente. Pero si los cambios culturales o sociales afectan a la dignidad humana, la Iglesia alzará siempre la voz defendiendo al hombre. La Iglesia ha aceptado que antes se iba en carro y ahora en coche, todo lo que proteja y cuide la vida, fantástico; pero si la evolución lleva a romper la dignidad de la persona humana, la Iglesia levantará la voz.

-Imagino que se refiere a cuestiones como el aborto. ¿Tiene una opinión personal al margen de la doctrina oficial de la Iglesia?

-Mi voz es la de la Iglesia, no puedo tener otra opinión porque no creo que lo que dice la Iglesia sea una ideología. La Iglesia defiende la vida porque es un derecho de la persona; la vida es un derecho humano que debe tener el amparo de cualquier Gobierno. Esa es una realidad que yo siempre defenderé siendo obispo o cura.

-¿Y el matrimonio entre homosexuales?

-Yo lo primero es que no lo llamaría matrimonio. Es una unión entre personas del mismo sexo. Cada cual puede hacer de su vida lo que crea oportuno. Yo no lo veo como una realización, un desarrollo de la persona que viva la plenitud de la entrega. La Iglesia nunca se ha puesto en contra de la homosexualidad, la inclinación sexual no es ningún motivo para despreciar a nadie. La Iglesia respeta siempre a la persona, tenga la inclinación sexual que tenga o el color de piel que tenga. Otra cosa son los comportamientos: eso ya, cada uno le dará cuentas a Dios.

-¿Siente, como algunos sectores de la Iglesia, que la llamada 'familia tradicional' está amenazada?

-Yo tampoco la llamaría 'familia tradicional', la llamaría familia, tradicional puede tener un sentido calificativo. La familia es el mejor invento de Dios, sobre todo cuando se parte de principios verdaderos. Un hombre y una mujer se ponen delante de Dios y le dicen: 'Dame fuerza porque mientras sea consciente, en las alegrías y la penas, en la salud y en la enfermedad, voy a cuidar de esta mujer, o de este hombre. No tengas miedo, que yo estaré contigo siempre, te falte lo que te falte, estés en la situación más dolorosa, yo estaré para cuidarte'. Eso para mí es una garantía de eternidad, si cada uno cumple su palabra. Ahora, si cuando comienza la historia, uno dice, 'vamos a hacer separación de bienes por un por si acaso...' Ahí, empiezan mal las cosas. Si es de la otra manera es la historia más bella que jamás se puede contar. Y luego los hijos; Dios ha creado ese espectáculo que se desencadena cuando un matrimonio tiene un hijo, que desencadena ternura a raudales, es contagioso.

- El Opus, los 'kikos', ¿cómo calibra el crecimiento de las diferentes sensibilidades dentro de la Iglesia?

-Hay que mirar con mirada larga, Dios no es roñoso. Hay un campo abierto de infinitas posibilidades, y el resultado no va en detrimento de nadie, es una riqueza grande, que acepto, apoyo y ayudaré siempre. El valor de los laicos en la Iglesia es impresionante.

-En pleno Año Jubilar, ¿cabe esperar aún una visita del Papa Benedicto XVI a la Región?

-No, no creo. Soy el primero que estaría encantadísimo, pero la situación es complicada, a ganas no me gana nadie, pero no es posible en este momento. Él se acuerda de Murcia; cuando yo me presenté ante él, inmediatamente se le abrieron los ojos y me preguntó: '¿Cómo está la Ucam?, cuídela'.

-Cuando llegó a la Región, hace ahora un año, aún se sentían los ecos por el conflicto entre el Obispado y la Fundación San Antonio que rige la Universidad Católica por la titularidad de la institución. ¿Han sellado la paz?

-Yo no sé si hubo conflicto (ríe). De aquí para atrás, no tengo tantos conocimientos. De aquí para adelante, yo no he sellado la paz ni he pactado ninguna estrategia, sólo vivo unas relaciones con la Ucam normales. La Universidad lleva su vida y sus iniciativas; en las que me compete participo, y en las que no, no. Cada uno hace lo que cree conveniente para gloria de Dios.

-Las divergencias por la titularidad, ¿han quedado resueltas en algún documento por escrito?

-Cuando llegué a la Diócesis ya estaba la sentencia de la Santa Sede sobre la propiedad de la Ucam, y las competencias pertenecían al Nuncio. ¿Qué vas a hacer? Simplemente aceptas esa realidad y tiras para adelante.

-¿Cree que podrán impartir Medicina el próximo curso?

-No sé cómo está la situación, pero creo que la Región tiene un amplio espectro, tenemos que ver las cosas con una mirada amplia. Somos una Región emprendedora con muchas posibilidades, hay sitio para todos y posibilidades para todos... y agua para todos.

-De agua no andamos escasos últimamente...

-Al contrario, estoy encantadísimo. Cuando oí el otro día que tenemos las reservas a más del 80%, me dio una profundísima alegría que ni se imagina. Son cosas que uno lleva grabadas en los genes.

-¿Sería capaz de echarse a la calle por el trasvase?

-Si los derechos de la Región estuvieran en tela de juicio, sí que lo defendería, claro.

-Este año parece que no harán falta rogativas por la lluvia...

-Este año lo que hay que decirle al señor es que gracias por la lluvia, pero que no estropee la fruta. Si no llega el calor, la fruta se puede abrir. Menos mal que todavía no están los higos, si no se pierden. Para San Juan estarán las brevas, que son una maravilla.

-El pronóstico parece que acompaña, hará calor de sobra...

-Sí, eso dicen los pronósticos, eso se ve en el 'iPhone', que es una maravilla. Hay dos o tres programas del tiempo, 'Weather Pro', funciona muy bien.

-Veo que da buen uso a su teléfono...

-Bueno, esto es una maravilla, el 'séptimo sello'. Lo utilizo para preparar muchísimos temas, da unas posibilidades espléndidas. Es una de las herramientas más útiles.

-Creo que el fútbol le agrada. ¿Siguió el miércoles el partido de España en la tele?

-Sí que me gusta el fútbol; ha sido una vocación tardía, de estudiante no lo seguía, pero en cualquier caso está en un segundo orden. Cuando no puedo seguirlo, pues sí que me duele, pero el miércoles sí que vi el partido. Por una parte te decepcionas, cuando has puesto esperanzas, pero tampoco hay que pensar que el fútbol es la última palabra del Credo. En este campeonato se han despertado, sobre todos los medios, muchas expectativas, y cuando la vida es tan real como vimos el miércoles parece que se hundiera todo, pero no se hunde.

-¿Llegó a rezar para que España marcara el gol de la remontada?

-No, tanto no. Yo sé que el fútbol no me salva; es un deporte bonito, con cantidad de valores, da posibilidades para compartir y dialogar con otros, pero mientras se mantenga en un clima sano y civilizado.

-Hace apenas unos días, el Papa Benedicto XVI volvió a pedir «insistentemente perdón» por los «pecados» del clero, especialmente por «el abuso a los pequeños». ¿Es suficiente?

-Hasta ahora, ningún jefe de Estado ha pedido perdón por nada. El Santo Padre lo ha hecho. A veces las estadísticas son verdaderas en los números y engañosas en las apreciaciones. Es una realidad pequeña, ahora, aunque nada más que hubiera uno, ya sería doloroso.

-¿Cree que es una realidad pequeña?

-Yo creo que es una realidad pequeña, aunque ninguna tendría que ser. Primero, porque es inconcebible que una persona que predica el Evangelio tenga ese tipo de debilidades. Ahora, la misericordia que el Papa ha pedido no va contra la Justicia.

-¿Quienes sean culpables deberían rendir cuentas ante un tribunal ordinario?

-El que ha hecho el mal así... Uno es responsable de sus actos, si lo ha hecho mal, tiene que responder ante la justicia, lo mismo que el que roba.

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