El elixir infalible de la victoria

Ahora que algunos medios periodísticos tratan de calibrar cómo la crisis, el paro y las huelgas han marcado el talante de José Luis Rodríguez Zapatero por la profundidad de sus arrugar faciales y lo voluminoso de sus ojeras, veo a Ramón Luis Valcárcel de nuevo en la tribuna de oradores de la Asamblea Regional y no aprecio ni en su rostro ni en sus gestos cicatriz alguna de las heridas que dejan los disgustos y las preocupaciones. Puede que, como asegura la oposición, su proyecto político esté agotado. Los murcianos lo decidirán el próximo año. Sin embargo, él se mantiene fresco. Ayer, en el último debate sobre el Estado de la Región de su cuarta legislatura, lució más sereno y adusto que en otras ocasiones, pero igual de suelto y seguro en el debate político que siempre. Hoy, en el primer turno de réplica que disponga para contestar a los portavoces de la oposición, sin duda que saldrá a relucir la ironía y la acidez que en otras ocasiones ha demostrado en el cuerpo a cuerpo verbal.

Por curiosidad, comparé las fotografías de ayer en la Cámara con otras suyas en el mismo debate de los últimos años y, si no supiera la data de cada instantánea, reconozco que sería difícil ordenarlas en el tiempo. En las más recientes se ve cómo el cabello ha ido encaneciendo, pero, en cambio, exhibe una cara más rolliza que en el Estado de la Región de 2004. Lo comentan sus consejeros y sus compañeros de partido: «Está como nunca». En su alocución de ayer en la Asamblea mencionó en varias ocasiones las palabras 'ilusión', 'esperanza', 'confianza'. El inicio de la sesión se retrasó casi diez minutos debido, en parte, a lo que tardó en alcanzar su escaño a causa de los saludos y apretones de mano que repartió. Siempre afable y educado, aunque te la tenga jurada. Ha cumplido quince años en el poder y se conserva políticamente lozano. Y, a diferencia de Zapatero, todas las encuestas vaticinan que en las elecciones regionales del próximo año volverá a ganar. ¿Existe mejor elixir que la victoria?