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Los presentes en el Patio de las Comarcas de la Asamblea siguen la intervención del presidente, ayer por la mañana. :: ANTONIO GIL / AGM
Cuando habla el 'jefe'
REGIÓN MURCIA

Cuando habla el 'jefe'

Los diputados charlaron amistosamente tras la primera jornada del debate y confirmaron la poca tensión que se vivió en el hemiciclo La Asamblea se llenó con 120 invitados, entre ellos muchos altos cargos que siguieron atentos el discurso de Valcárcel

DANIEL VIDAL

Miércoles, 16 de junio 2010, 05:03

«'Puji', monstruo, qué bien te veo. ¿Cómo estás?». El peculiar y amistoso saludo del diputado 'popular' José Antonio Ruiz Vivo al diputado del Grupo Mixto, José Antonio Pujante, poco tenía que ver con las miradas que las señorías de uno y otro partido se cruzaban durante el discurso del presidente Ramón Luis Valcárcel. Aspavientos, chascarrillos y comentarios por lo 'bajini' entre compañeros de escaño dejaban claro, por si alguien lo dudaba, que la política murciana aún sigue viva. «Claro que sí», apuntaba el 'popular' Juan Carlos Ruiz tras un comentario del presidente. «Mentira», replicaba la socialista García Retegui. Ruido de bambalinas.

Pese a todo, y según lo que cuentan los más veteranos, fue uno de los discursos de Valcárcel con menos interrupciones por parte de sus compañeros de grupo y por parte de los rivales de la oposición. Ni aplausos, ni broncas. Aunque, en honor a la verdad, sí hubo. Un aplauso (dos, si contamos el del final del discurso) y una bronca. Pero teniendo en cuenta que el discurso duró alrededor de una hora y media, parece un bagaje bastante pobre. Los 'populares' se arrancaron en aplausos cuando el presidente dijo que no iba a «tolerar» recortes de Fomento en Murcia y los socialistas armaron bronca cuando Valcárcel aseguró, refiriéndose a los ayuntamientos, que el Gobierno de la Comunidad «no hace distinciones por el color político». Una 'bronca' que en realidad fue una carcajada de tres o cuatro diputados del PSOE. Fueron los momentos en los que más se palpó la tensión en la Asamblea Regional, acostumbrada a ver batallas mucho más cruentas pero que ayer se quedó con ganas de más. Hoy tendrá ese 'plus' con las intervenciones de los portavoces y la réplica de Valcárcel, que ayer fue capaz de hablar durante más de 50 minutos seguidos sin llevarse un sorbito de agua a la garganta. Un hombre austero que daba 'ejemplo' con la gestión eficiente del agua y que apostaba -después de tragar el líquido elemento- a que la anécdota adornaría las crónicas del día después. Y acertó.

No fue por falta de agua, pero también se vieron bostezos. Más entre las filas socialistas, todo sea dicho. Sin embargo, el bostezo era una especie en peligro de extinción en el Patio de las Comarcas, lleno hasta la bandera con los 120 invitados que ayer asistieron a la primera jornada del debate sobre el Estado de la Región. A pesar de que allí se juntaron diferentes personalidades de la sociedad murciana, muchos de ellos eran directores generales o altos cargos del Gobierno regional que ayer estaban llamados a rebato porque hablaba el 'jefe' en la intervención política más importante del año -que estuvo acompañada durante un buen rato por las particulares 'vuvuzelas' de medio centenar de vecinos que protestaban a las puertas de la Asamblea contra la instalación de una incineradora en Alumbres-. Muestras de aburrimiento o apatía podían suponer algún que otro disgusto, sobre todo con la permanente amenaza de los 'tijeretazos' bajo sus respectivas cabezas. No obstante, los directores generales y demás altos cargos que ayer se dieron cita en la Asamblea no parecían preocupados. Sonrisas y saludos a espuertas, que la procesión va por dentro.

El cuaderno de Morales

Sonrisas y saludos, como viene siendo habitual desde hace meses, no fueron la carta de presentación de Juan Morales, imputado en la 'operación Tótem' y ahora diputado del Grupo Mixto, aunque le pese a Pujante. Más bien al contrario. Morales, poniéndose y quitándose las gafas constantemente, no paró de apuntar cosas en un cuaderno que muchos pagarían por ver. Como si fuera el hombre invisible, Morales llegó, vio, escribió (¿alguien sabe qué?) y se fue sin que nadie, o muy pocos, se atrevieran a darle la mano. No parece importarle mucho mientras su señoría siga cobrando alrededor de 3.000 euros por obra y gracia de todos los murcianos.

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