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REGIÓN MURCIA

La Generalitat puso trabas al acuerdo final

La entidad murciana se retiró cuando no obtuvo garantías de poder aplicar su modelo de gestión en la nueva cajaCuando el pacto estaba casi cerrado, el punto que lo impidió fue la negativa del consejero valenciano de Economía a aceptar la presidencia ejecutiva de cinco años para Carlos Egea

JULIÁN MOLLEJO jmollejo@laverdad.es

Miércoles, 12 de mayo 2010, 03:08

Faltó un pelo, pero no pudo ser, y es posible que nunca más se vuelva a presentar la oportunidad. Las fuentes de Cajamurcia consultadas por 'La Verdad' se mostraban ayer frustradas después de que los cinco días de intensas negociaciones acabaran sin fruto alguno, y aseguraban que «la operación con CAM está enterrada, zanjada y cerrada». La relación personal entre los directivos de ambas entidades sigue siendo excelente. De hecho, los dos presidentes, Carlos Egea (Cajamurcia) y Modesto Crespo (CAM), son amigos desde que compartieron aula en la época del instituto. Pero no hay vuelta atrás, al menos por parte de la caja murciana.

Es difícil resumir en una sola razón por qué dos entidades con afinidad personal, territorial y económica no han terminado hermanándose, pero «el hecho de que los modelos de gestión de ambas son poco compatibles», y las dificultades que halló en la negociación Cajamurcia para poder trasladar a la nueva caja fusionada su exitoso modelo de gestión, que le ha aupado a las primeras posiciones de solvencia y rentabilidad entre las 45 cajas españolas, parecen ser las cuestiones principales que impidieron el acuerdo.

Tras unos primeros contactos exploratorios el pasado año que no condujeron a nada, CAM volvió a llamar a la sede de la Gran Vía Escultor Salzillo la pasada semana para volver a intentarlo. Esta vez los presidentes de Murcia, Ramón Luis Valcárcel, y de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, habían hablado previamente y dado el visto bueno a la operación, el Banco de España acuciaba a la caja alicantina y Caja Madrid estaba al acecho.

Cajamurcia siempre ha sido la opción preferida para la dirección alicantina de CAM, dado que podía hacer valer su mayor tamaño en la negociación. Cajamurcia, en cambio, dado su nivel de solvencia, nunca se ha sentido necesitada de fusiones y sólo aceptaría una si obtenía todas la garantías de éxito.

La propuesta inicial de CAM fue la de crear un SIP (sistema institucional de protección) o fusión fría al 70%, después bajó al 50%, pero Cajamurcia apostó por una fusión en toda regla.

Las conversaciones arrancaron el jueves y viernes de la pasada semana en Murcia. El fin de semana dos equipos de directivos de ambas cajas trasladaron las negociaciones a Madrid. El domingo se incorporó Carlos Egea.

Acordaron el reparto de las sedes. Murcia se quedaba con la social y fiscal y Alicante con la operativa. También se dio el visto bueno al reparto de los órganos ejecutivos al 50%. La presidencia la ocuparía inicialmente Egea y el director general de CAM, Roberto López Abad, lo sería también de la entidad resultante. Sobre el nombre, la entidad alicantina insistió en mantener el de Caja Mediterráneo, aunque también se especuló con el de Caja Mediterráneo y Murcia (CMM).

Todo iba por buen camino, pero la intervención de la Generalitat valenciana lo torció. Uno de los puntos claves fue el periodo transitorio. Cajamurcia exigía que fuera de cinco años, durante los cuales Carlos Egea ejercería la presidencia ejecutiva. La entidad murciana, según las fuentes consultadas, pretendía con ello garantizar un plazo mínimo para realizar los ajustes necesarios en la nueva caja e implantar su modelo de gestión. Para conseguirlo hubiera sido necesario modificar las leyes regionales de cajas de Murcia y la Comunidad Valenciana que, para estos casos, prevén sólo dos años de periodo transitorio.

El equipo negociador de CAM estaba dispuesto a aceptar el plazo de cinco años, pero el consejero de Economía y Hacienda de la Generalitat, Gerardo Camps, dijo que no, quien sabe si por no conceder tanto poder al presidente de la entidad murciana o porque sigue prefiriendo que CAM acabe en brazos de Bancaja.

Esta intervención política del Ejecutivo valenciano en una operación que desde el principio se había planteado como eminentemente financiera fue clave. «Hubo una quiebra de confianza», señaló ayer una fuente de Cajamurcia al aludir a este hecho, «vimos que no podríamos tener todas las garantías para sacar adelante la fusión con rigor y autonomía», agrega. El lunes por la noche, Carlos Egea se levantó de la mesa, y a la mañana emprendió el regreso a Murcia.

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