«Todo empezó con el 'papeles para todos'»

El deán de la Catedral, José Antonio Trigueros, conoce de cerca el ajuar de la Virgen de la Fuensanta y su valor. Sin embargo, su conocimiento no acaba ahí. Como presidente del cabildo catedralicio, es la máxima jerarquía eclesiástica de la Diócesis, tras el obispo José Manuel Lorca Planes.

-Últimamente son muchas las iglesias que están sufriendo robos sacrílegos. ¿A qué achaca esta situación?

-A la descomposición que sufrimos en España. No hay trabajo ni ocupación, pues la gente que necesita comer se dedica a robar. La verdad es que todo esto empezó con lo de 'papeles para todos'. Eso ha sido un desmadre muy difícil de controlar.

- ¿Qué medidas cree que deberían tomarse para tratar de frenar estos robos en parroquias?

- Pues las mismas medidas que para frenar cualquier tipo de robo o ademán. Hay que poner más orden y más vigilancia. También hay que tratar de crear un ambiente más sano entre las personas.

-¿Cree que sería posible un nuevo robo sacrílego en la Catedral, como el ocurrido en enero de 1977, en el que desaparecieron las principales joyas de la Virgen de la Fuensanta, entre otros muchos tesoros religiosos?

-En la actualidad las mejores piezas están en el Museo de la Catedral, que está dotado de un importante y moderno sistema de seguridad. Además la Catedral cuenta con vigilancia de día y de noche. Los guardias del museo también hacen alguna ronda nocturna por el interior de las naves catedralicias, como apoyo y los accesos al interior del templo están también bien protegidos. No obstante, está comprobado que ninguna barrera es suficiente frente a la barbarie o vandalismo que estamos viviendo.

- ¿Todas las joyas de la Fuensanta están en el Museo?

-Están las piezas principales, las que por su importancia tanto artística como religiosa merecen ser expuestas. Hay pequeñas ofrendas que los fieles ofrecen a la Patrona, como broches, anillos y pulseras, que son custodiadas por su camarera, posiblemente en la cámara de un banco, ya que ella es la encargada de ponérselas a la Virgen, cuando estima oportuno.