Borrar
DE VEZ EN CUANDO

A vueltas con Miguel Hernández

PATRICIO PEÑALVER ORTEGA ESCRITOR

Lunes, 29 de marzo 2010, 03:15

En esa rueda de la vida que no cesa de dar vueltas como una noria, con sus luces solares y sus sombras lunares, una y otra vez me ido encontrado con la poesía y la música de Miguel y Joan Manuel desde esa primera vez que nunca se olvida.

Con los versos de Miguel Hernández me tope, a mis catorce años, y descubrí la fuerza de la poesía hecha desde el corazón y la verdad, desde la belleza sublime de lo sencillo; a Miguel en ese viaje iniciático le acompañaban don Antonio Machado y Federico García Lorca, a este triunvirato de perdedores llegué por intuición, por la necesidad de conjugar la realidad y el deseo; a mis catorce ya estaba yo por la senda de los jornaleros, en los vericuetos embriagadores del conocimiento autodidacta, por las cosa de la vida.

Con la música de Serrat me encontré al azar, a mis quince primaveras, gracias al regalo que me hizo un vecino camionero de un disco que se había encontrado en un viaje a Barcelona, y con las canciones de Ara que 'tinc vint anys', como una 'Canço de matinada', me hallé con esas 'Paraules de d'amor', sin tener un 'pick-up' en el que oírlas. Aquellas canciones las pude escuchar en septiembre en un flamante tocadiscos a pilas que me regalo mi santa madre, después de regresar de mis largas vacaciones veraniegas en casa de mis primos que se habían ido en busca de la Barcelona que era bona si la bolsa sona.

Y a vueltas con Serrat, otra mañana años más tarde, en otros de aquellos viajes iniciáticos en los que uno descubría la libertad y la democracia, que tanto ansiaba aquí, después de hacer la vendimia francesa, al cruzar la frontera por Portbou, paradójicamente la primera canción que oí en un transistor fue la del 'Titiritero', que «de aldea en aldea, el viento lo lleva, siguiendo el sendero, su patria el mundo, como un vagabundo, va el titiritero». Y como esas canciones que siempre nos recuerdan un trozo y unas imágenes de la vida, ésta se asociaba a la cara de la joven andaluza que en el tren sostenía el transistor con una alegría de vivir desbordante.

En esa rueda de la vida, que mata unas ilusiones y hacer renacer otras con más fuerzas, a mis veinte años, me volvía a encontrar con la poesía de Miguel y la voz de Serrat y, ¡ay!, cuantas y tantas veces escuché 'Las nanas de la cebolla', la 'Elegía a Ramón Sijé', y cuantas y cuentas «Para la libertad sangro, lucho, pervivo./ Para la libertad, mis ojos y mis manos,/ como un árbol carnal, generoso y cautivo/ doy a los cirujanos.».

En esa rueda de la vida, treinta y pico años después, otra vez me encuentro con Miguel, con motivo de su centenario, y con Serrat, con otro disco magistral sobre poemas del universal poeta del que María Zambrano, dijo que era: «El rayo que no cesa y el amor que no acaba». Un disco que escucho ahora mientras tecleo estas palabras, y oigo: «Sólo quien ama vuela/ Amar… Pero, ¿quién ama?/ Volar… Pero, ¿quién vuela?/ Pero, ¿quién ama/ Pero, ¿quién vuela?/ Sólo quien ama vuela».

Y mi pensamiento vuela y recuerda que tal como un 28 de marzo dejaban morir de manera inmisericorde en la cárcel de Alicante a un poeta universal, a un buen hombre que siempre creyó en el hombre, a pesar de comportarse algunos como alimañas. Por eso sus poemas, sus canciones suenan en su centenario, con la verdad y la hermosura, como del rayo y el amor que no cesa. Hace un par de días tenía que haber comenzado la gira de Serrat en Elche, con su trabajo 'Hijo de la luz y de la sombra', tal como un 28 de marzo tenía que actuar en Murcia, y yo me había prometido escribirle un artículo. Pues, aquí está maestro. Afortunadamente, ya hay nuevas fechas de la gira de Serrat. Con el maestro tuve una plática telefónica por diciembre, que ahora no viene a cuento, una conversación que terminó con la despedida y las palabras de Serrat: «Nos vemos en Orihuela».

Pues, ánimo, maestro, si en esta rueda de la vida y de conciertos no nos vemos antes, allí nos veremos. Me quedó escuchando el tema 'Uno de aquellos': «Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras, / Una esparcida frente de mundiales cabellos, / cubierta de horizontes, barcos y cordilleras, / con arena de nieve, tú eres uno de aquellos».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad A vueltas con Miguel Hernández