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G. MÁRMOL
Lunes, 15 de marzo 2010, 12:47
Quienes visitan Cala Reona, la última playa virgen que hay entre Cabo de Palos y el parque natural de Calblanque, pueden comprender fácilmente por qué suscita rechazo popular la propuesta de recalificar esa zona del litoral contemplada por el Ayuntamiento de Cartagena en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana. Sobra con echar un vistazo por la zona para llegar a algunas conclusiones.
Si el visitante se sitúa en la carretera de la playa y dirige su vista hacia el oeste, donde a menos de dos kilómetros comienzan los límites del parque natural de Calblanque, monte de Las Cenizas y Peña del Águila, se percatará de la frondosidad del matorral típico mediterráneo que sobrevivió a antiguas roturaciones. El rey de la flora protegida, el palmito, crece en abundancia en ese terreno junto a otras especies amenazadas que pueblan densamente las estribaciones del monte y sirven de pasto al ganado.
Si se mira después hacia el noreste, el horizonte está cubierto por un pastiche urbanístico: casas de diferentes volúmenes, colores y alturas construidas todas juntas sobre lomas. La mayoría están cerradas y unas cuantas lucen en sus terrazas y balcones carteles de 'se vende'. «Ése es el ejemplo del modelo urbanístico en la zona», dijo ayer el portavoz de la Asociación de Naturalistas del Sureste (Anse), Pedro García, cuando la manifestación organizada por su grupo ecologista contra la ordenación urbanítica de Cala Reona pasó por la puerta de esas viviendas camino de la playa.
Mil personas acudieron a la convocatoria de Anse y el colectivo ciudadano Asociación para la Defensa de Cabo de Palos (Adeca). La participación satisfizo a los organizadores. Una semana antes, una protesta organizada por otros grupos opositores al proyecto del superpuerto en El Gorguel, apenas reunió a veinte personas.
La mayoría de los participantes en la marcha de ayer eran vecinos de La Manga y Cabo de Palos de todas las edades y condiciones: jóvenes estudiantes, abuelos con sus nietos, empresarios de la hostelería, políticos y hasta algún pequeño constructor de la zona en desacuerdo con los planes urbanísticos del Ayuntamiento. La propuesta afecta a 60 hectáreas de terreno delimitadas por la carretera de Cala Reona, la autovía de La Manga, los límites del parque natural de Calblanque y el mar Mediterráneo.
Manifiesto frente al mar
El coordinador regional de Izquierda Unida, José Antonio Pujante, acudió a dar su apoyo a los ecologistas en compañía de otros responsables de la coalición, como su jefe local, Cayetano Jaime Moltó. El edil socialista Ángel Rafael Martínez y el responsable del grupo de trabajo del PSOE en La Manga, Salvador Martínez, también mostraron su rotundo rechazo al plan urbanístico, al igual que la concejal no adscrita Carmen Martínez.
Los manifestantes tardaron apenas una hora en recorrer el kilómetro y medio que hay de distancia entre el centro comercial Upper y Cala Reona. En la playa, un vecino, Daniel Bazán, y Pedro García leyeron un comunicado. «Los que nos oponemos a la urbanización de Cala Reona no estamos en contra del turismo. A nosotros también nos gusta viajar y conocer otros pueblos, paisajes y culturas, y bañarnos en playas como Cala Reona. Y porque nos gusta el turismo, y lo consideramos un elemento más para el desarrollo económico de los pueblos, y de nuestra tierra, pensamos que la destrucción que ha caracterizado el desarrollo urbanístico del entorno de Cabo de Palos, la mayor parte de La Manga y buena parte del Mar Menor, no debe llegar a la puerta de Calblanque», advirtieron.
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Fernando López Hernández
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