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La CNI busca espías

La CNI busca espías

Son unos 3.500, rondan los 40 años y ganan un mínimo de dos mil euros. Traductores, enfermeros, médicos, auxiliares administrativos, informáticos.... solo hace falta ser español

Daniel Vidal

Martes, 21 de octubre 2014, 12:00

En la web del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no se andan con chiquitas: «Si te preocupa el futuro de España y la comunidad internacional, si te motiva la seguridad, si valoras el sentido de pertenencia a una organización, el CNI es la institución capaz de canalizar tus aspiraciones y ofrecerte un futuro profesional». El anuncio, más cercano a una campaña de reclutamiento, se puede leer en la página de la agencia en internet, donde también se explica lo que hay que tener (que diría Tom Wolfe) para conseguir empleo como agente de los servicios secretos españoles. Y se hace sin tapujos, sin secretismos. El CNI, eso sí, pone los requisitos por delante. Ante todo, se debe acreditar «deseo de servir a España. La carrera en el centro no constituye solo un trabajo, es un estilo de vida en el que la motivación por proteger el interés común prima por encima de las aspiraciones personales de sus miembros, para los que la satisfacción por el deber cumplido es su principal estímulo».

Suena convincente. Quizá por eso los responsables de la agencia no se rebanan mucho más los sesos con el tipo de anzuelo que deben lanzar a sus potenciales empleados y colaboradores, así que el mismo texto lleva años colgado en la página del CNI. Lo complementa una animación tan simple que recuerda a los powerpoint de instituto que aprobaban por los pelos.

Nada que ver con las técnicas con las que trabajan algunas agencias de seguridad extranjeras. El Mossad, el servicio secreto israelí, ha lanzado recientemente un vídeo en su web en el que anima a ciudadanos de cualquier religión o nacionalidad a unirse a sus filas. El vídeo es lo más parecido al tráiler de una película de acción de Hollywood. Escenas vertiginosas en torno a una misión especial, cacharros tecnológicos de última generación, drones, satélites, objetivos... Y después de una frenética jornada de espionaje, vuelta a casa para abrazar al hijo, que acaba jugando con el dron de mamá. Muy americano todo. La web de el Mossad, disponible en seis idiomas, exige «seriedad, discreción y ambición» para unos puestos de trabajo a los que se accede, recuerdan, «tras un proceso de selección complejo y único».

Algo muy similar a lo que sucede en La Casa, como se conoce al CNI, donde un candidato «se puede tirar un año haciendo pruebas, y después ordenando papeles, antes de que finalmente pase a puestos operativos. La agencia analiza todos los puntos débiles de ese candidato para que no puedan suponer después un arma de chantaje para él y para la patria», observa David Rodríguez Vidal, excolaborador del CNI y autor del libro Diario de un espía (Cúpula). Por ese motivo, las agencias de inteligencia «suelen echar mano de gente de la casa cuando necesitan personal. Es decir, funcionarios de la Policía Nacional, agentes de la Guardia Civil o miembros del Ejército, que ya sabes de dónde vienen y que, si abandonan la organización, no van a ir después a la prensa con información sensible, por ejemplo. Eso con un civil es más complicado de controlar. Y aunque también es cierto que prácticamente la mayoría del personal del Centro ya es civil, las estructuras de la agencia siguen siendo militares».

Una conferencia, una simple charla en la universidad, brinda una buena ocasión a los observadores del CNI para pescar a un posible candidato. «Por supuesto, un buen padrino que hable bien de ti es siempre una ayuda para entrar en la agencia», recuerda Rodríguez Vidal. El periódico digital El Confidencial publicó este fin de semana que «el nepotismo corroe el CNI» y que tres de cada cuatro miembros de la agencia son hijos, sobrinos o nietos de espías. Cifras que la propia agencia considera «inventadas». Para Rodríguez Vidal, esa dosis de «cierto nepotismo» que puede existir «en todas las agencias de inteligencia del mundo, no solo en el CNI, es una simple consecuencia de sus métodos de trabajo, en los que la confianza es una prioridad». En el caso de Rodríguez Vidal, su trabajo y la información acumulada como informático en organizaciones de ayuda a los inmigrantes le abrió las puertas de una intensa y extensa labor de colaboración con la Policía Nacional, primero, y con los servicios secretos, después. Todo relacionado con asuntos de inmigración ilegal y de trata de blancas. «Llegué a controlar una red de más de 20 informadores durante varios años», apunta.

La plantilla actual del Centro Nacional de Inteligencia ronda las 3.500 personas, con una edad media de 40 años y con sueldos que no le cubren a uno de oro. Un miembro de los servicios secretos españoles puede cobrar, como mucho, hasta un 40% más de lo que gana un policía o un guardia civil de rango similar. Además del cuestionario en la web para «colaborar» con la seguridad nacional, el CNI tiene en la actualidad ofertas de trabajo para cubrir 17 vacantes a las que, en teoría, puede optar cualquier ciudadano español (requisito indispensable) con el título correspondiente.

«Espíritu de sacrificio»

El Centro busca desde oficiales de Inteligencia y «técnicos en relaciones con fuentes humanas (sic)» a especialistas en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, pasando por agentes de protección de personas e instalaciones, médicos, enfermeros, traductores o auxiliares administrativos. Desde hace cinco años, existe hasta un formulario tipo en la propia página para mandar la solicitud, pero desde el primer momento se deja claro que «la lealtad, la discreción y el espíritu de sacrificio son cualidades que se exigen a todos los miembros, que representan la realidad compleja de España, ya que desde el punto de vista personal se busca una composición lo mas diversa posible. A cambio, el CNI ofrece la oportunidad de estar en la primera línea de la seguridad nacional en un ambiente innovador en el que se valora y potencia la contribución que el individuo puede realizar al trabajo en equipo». El mensaje va acompañado de cero florituras visuales. Para eso ya está el Mossad o el MI6, la agencia exterior del servicio secreto británico, pionero en recurrir a internet y las redes sociales. Hace ya seis años que los jefes de los agentes doble cero pagaron publicidad en Facebook para captar universitarios y cerebritos desencantados con sus trabajos, y desde entonces no han dejado de explorar estas vías.

No es probable, sin embargo, que el CNI se lance a estas aventuras audiovisuales, entre otras cosas porque no hay dinero para ello: hay otras prioridades. «El Mossad o el MI6 tienen más necesidad de mano de obra que la agencia española, donde las operaciones de inteligencia han sufrido un estancamiento o incluso un ligero retroceso como consecuencia de la limitación presupuestaria», aclara el autor de Diario de un espía. «Además, el CNI necesita un reciclaje. Venimos de un amplio conocimiento del terrorismo etarra y necesitamos adaptarnos a las nuevas amenazas».

Como Estados Unidos en su día, que inició una campaña sin precedentes para fichar agentes con nivel alto de pastún, uno de los dos idiomas oficiales de Afganistán. La CIA también realiza sus propios vídeos de reclutamiento desde hace tiempo con un contundente mensaje inicial: «Somos la Agencia Central de Inteligencia. Descubrimos la verdad para proteger nuestra nación».

Sin embargo, Rodríguez Vidal -que gracias a su dilatada experiencia ha montado una consultoría de Servicios de Inteligencia- diferencia entre los agentes de los servicios secretos, los que tienen perfiles «más operativos y están en la calle», y aquellos que son simples informadores o espías, en el más estricto sentido de la palabra, en el seno del bando enemigo. Los procedimientos para captar a estos colaboradores, por lo general, suelen ser ya «de todo tipo». Decía el escritor John le Carré que «no eres tú el que contactas con el servicio secreto, es el servicio secreto el que contacta contigo». Y ahí vale cualquier técnica, aunque lo de las redes sociales aquí ya no cobra mucho sentido y el anzuelo que se lanza para pescar al espía puro y duro tiene muchos cebos. Hay dos que destacan por encima de los otros: el dinero y el odio, que es mu motivador. Odio por ejemplo hacia un líder concreto, como el presidente sirio. «Ese sentimiento produce relaciones de colaboración muy largas y fructíferas».

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