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ALEXIA SALAS
Lunes, 19 de octubre 2015, 00:55
Los nuevos héroes no ponen los pies en el suelo. Despiertan ovaciones desde el cielo y mueven a miles de seguidores, como los que ayer se congregaron en la orilla del Mar Menor para ver las habilidades aéreas de los mejores pilotos del mundo. El 30 aniversario de la Patrulla Águila del Ejército del Aire movilizó a los ases militares y civiles del aire, que convirtieron el cielo murciano en un gran espectáculo de emoción y danzas aéreas. Volar por simple belleza.
Los históricos Dornier y Bucker fueron los primeros en surcar el lienzo azul que dejó ayer una de esas cálidas mañanas del otoño en el Mar Menor, ideal para que los miles de espectadores disfrutaran de una jornada de playa con todos los ingredientes del verano, nevera y bañador incluidos.
Era sobre todo un vuelo de nostalgia, ya que los históricos biplanos ya ronronearon por la costa de la laguna en el primer tercio del siglo XX. Los helicópteros de la Policía y de la Patrulla Acrobática Aspa animaron el espectáculo, que despertó los primeros aplausos en tierra con la aparición del popular 'Apagafuegos'. El llamativo anfibio Canadair hizo una demostración de su potencia , y de la habilidad de sus pilotos, para cargar agua deslizándose por la superficie del mar y, con la panza llena de caudal, ascender de nuevo como un dragón amarillo.
El avión contraincendios provocó una de las estampas más sorprendentes sobre el Mar Menor al descargar sus más de 5.000 litros de caudal en pleno vuelo, como una cascada voladora.
Las terrazas de bares y restaurantes ya se habían llenado hasta la bandera cuando el impresionante perfil oscuro del Harrier hizo su aparición. La atronadora potencia del avión a reacción desvió todas las miradas hacia su vuelo horizontal cuando provocó un sorprendente silencio al hacer una demostración de su parada en el aire, desafiando la ley de la gravedad, en uno de los momentos estelares de la exhibición.
Aún faltaban tantas emociones como aeronaves se encontraban en línea para despegar desde la pista de San Javier. Una de las mayores ovaciones se la llevó la 'Wing walker' española, Ainhoa Sánchez, que planeó sobre el Mar Menor sentada sobre su avión. «No puede ser, tiene que ser una muñeca», comentaba una espectadora, que a los pocos minutos salió de su error al ver a la acróbata aérea saludar desde la carcasa de la nave con su mono de superheroína de cómic.
Otro intrépido del aire, el piloto civil Jorge Macías, se atrevió con las piruetas más osadas. Tras su estela apareció el plato fuerte del programa: la espectacularidad de las patrullas europeas.
La Patrouille francesa dejó claro por qué es una de las mejores unidades del mundo, con su formación de ocho cazas dejando en el cielo brumosas banderas tricolor. Los Alpha Jet galos ejecutaron una perfecta danza aérea en precisa sincronización, tal y como se esperaba de una de las unidades más antiguas del mundo, especializada además en movimientos en formación tan vistosas como la 'flecha' o 'diamante'.
Una demostración de potencia combinada con maniobrabilidad ofreció el esperado C-16 Eurofighter, la aeronave puntera del cielo europeo, que fascinó con sus toneles y cambios de dirección.
El público sucumbió a la brillante aparición de los Frecce Tricolori italianos, con diez aviones en precisa formación, como si fueran las plumas de un mismo planeador. Corazones de humo, cruces al límite y toneles espectaculares confirmaron su fama de vistosidad aérea a los mandos de sus poderosos Aermacchi biplazas. La pericia de su 'Solo' arrancó los mayores aplausos entre el público, que desafiaba la luz del sol para no perder ni un solo movimiento de los ases italianos. El enérgico vuelo del F-18 con su silueta de murciélago sirvió de telonero para los anfitriones, los Águila españoles que robaron el corazón del público con su número 30 dibujado en el aire.
Vuelo sorpresa
La patrulla acrobática española se reservó como sorpresa un vuelo estelar en formación con el nuevo Airbus A400M Atlas, apodado 'Grizzly', que tuvo su puesta de largo en el Mar Menor, ya que era su primera aparición pública. Escoltado por los reactores rojos, el enorme avión de transporte militar con cuatro motores turbohélice se deslizó como la abeja reina, para dejar el cierre estelar del festival a los pilotos acrobáticos, liderados por el comandante Rubén Pérez en el aire. Los paracaidistas de la unidad acrobática Papea, con base en Alcantarilla, pusieron la guinda con sus perfectos aterrizajes.
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