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La pandemia deja muchas heridas en el sistema sanitario: desde un aumento de las listas de espera a la saturación de Primaria. Ambas cosas repercuten ... en un incremento «exponencial» de la presión asistencial en los servicios de Urgencias. Para hacer frente a los retos que todo esto supone, los profesionales reclaman que se reconozca de una vez la especialidad de Medicina de Urgencias. De esta forma se podría mejorar la planificación de cara al futuro, explica Pascual Piñera, jefe de Urgencias del Reina Sofía y vicepresidente primero de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).
–Según el último Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, los servicios de Urgencias de la Región de Murcia son los más frecuentados de todo el país, tras los de Ceuta y Melilla.
–Que la gente haga un uso excesivo de las Urgencias en esta Región no es nuevo. Pero, ahora, con la normalización de la vida tras el fin de las restricciones por la pandemia, lo que estamos observando es que se ha producido un incremento exponencial. Antes de la pandemia, habitualmente se registraba un incremento de entre un 3% y un 5% cada año. Ahora hemos crecido de golpe, en los últimos tres o cuatro meses, alrededor de un 22%. Es algo generalizado: no hablo solo de este servicio de Urgencias o de la Región, sino de toda España. A eso le sumamos la situación de estrés que tenemos después de estos dos años. Durante este tiempo, hemos estado trabajando sin una sola protesta o reproche a la administración y en condiciones que todo el mundo conoce: al principio muy mal y, poco a poco, con mejor protección. Pero los recursos humanos son los mismos que en 2019 pese a que la población ha aumentado.
–¿Qué causas están detrás de este fuerte incremento?
–Ahora mismo hay una coyuntura muy mala. Atención Primaria se ha caído y nosotros vamos detrás. A ello se suma la situación en los hospitales, con el aumento de las listas de espera. Eso lleva consigo un incremento de la frecuentación en Urgencias. También influye la sociedad que tenemos, la sociedad de la inmediatez: lo queremos todo ya, nuestro problema se tiene que resolver ya. El viernes por la noche, de madrugada, vimos a alrededor de 20 personas con patología banal. Por ejemplo, un chico que vino a las dos de la mañana porque le picaban las manos. Si a todos estos factores le sumas que en Urgencias soportamos toda la asistencia en España a partir de las tres de la tarde... Igual hay algún centro de salud abierto, pero en general está todo cerrado. Los pacientes solo pueden recurrir a los servicios de Urgencias hospitalarios y extrahospitalarios.
–¿Hay una mayor presión asistencial sobre Urgencias ahora que antes de la pandemia?
–Sí. Si en mayo de 2019 atendimos a una media de 276 pacientes al día, este mes de mayo lo vamos a terminar con una media de 331. Son casi 60 enfermos más al día.
–¿Hay un déficit de profesionales en los servicios de Urgencias de la Región?
–El Servicio Murciano de Salud hizo un esfuerzo importante en 2007, siendo gerente José Manuel Allegue y director general de Asistencia Sanitaria Tomás Fernández. Ambos acordaron con los jefes de servicio ampliar las plantillas. Pero eso fue hace 15 años. Debemos replantear de nuevo la situación, primero, porque las plantillas se han quedado ya cortas y, segundo, porque cada vez tenemos menos recambio. Al no haber especialidad de Medicina de Urgencias, seguimos dependiendo de Primaria. Todo ese conjunto de cosas hace que nuestra situación ahora sea mala; hemos crecido pero no al ritmo que deberíamos. Hay además otro factor a tener en cuenta: el envejecimiento de la población. En 2019 hicimos un estudio y observamos que habíamos atendido a 1.500 enfermos mayores de 85 años más que en 2014. Eso hace que tengas 3 o 4 ingresos diarios más. Hay que tener en cuenta que no es lo mismo atender a una persona joven que a una de 87 años. Los tiempos, los manejos y los cuidados no son los mismos.
–Llevan años reclamando el reconocimiento de la especialidad de Medicina de Urgencias. ¿Por qué sigue sin hacerse realidad?
–Tenemos 31 sociedades científicas y 30 asociaciones de pacientes que están de acuerdo con la creación de la especialidad. La Organización Médico Colegial también es favorable y hay varias proposiciones no de ley en parlamentos autonómicos, incluido el de la Región de Murcia. Comunidades de todos los colores políticos han instado al Gobierno central al reconocimiento de la especialidad: Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja. Ahora mismo solamente tenemos un impedimento, que es político. Hay un empecinamiento del Ministerio de Sanidad y la presidencia del Gobierno en no crear la especialidad, y no entendemos por qué.
–¿Qué beneficios traería la nueva especialidad?
–Podría ser una solución para el sistema. Sabríamos con qué recursos humanos contamos y podríamos planificar. En estos momentos, si en la Región de Murcia empiezan el MIR de Medicina de Familia cien profesionales, no sabes con cuántos vas a contar al final, porque unos querrán irse a Urgencias y otros a trabajar en los centros de salud. Si tuviésemos la especialidad de Urgencias, el SMS podría planificar, porque esos cien médicos terminarían en Primaria, salvo los que abandonen. En definitiva, competimos con Medicina de Familia por los mismos recursos humanos. Esto es un dominó. Primaria se ha caído y nosotros nos vamos a caer detrás, lo tengo muy claro. En la situación actual, sin recursos, sin recambio de médicos, con sobrecarga de trabajo, de estrés laboral... Si las administraciones, en general, no reaccionan, en cuatro o cinco años tendremos un problema muy serio.
–En los últimos meses se está produciendo un aumento de agresiones a sanitarios. ¿Se percibe en Urgencias un deterioro de las relaciones entre los pacientes y los profesionales?
–Lo percibimos cada día. Agresiones físicas ha habido alguna, pero faltas de respeto hay prácticamente a diario. Se está creando un clima bastante denso y desagradable a la hora de trabajar. La frase famosa de 'yo te pago por atenderme' se usa demasiado habitualmente. La falta de respeto la sufren sobre todo los más jóvenes, los residentes. Eso no lo consiento. Si lo veo, le digo al paciente que no vuelva a hacerlo, que no vuelva a levantar el tono de voz o se va de aquí. A alguno le he invitado a irse, le he advertido de que así no le íbamos a atender. Todo esto te lleva a plantearte hasta dónde tenemos que llegar o qué tiene que pasar para que tomemos medidas adecuadas.
–¿A qué puede obedecer esta tendencia?
–Salimos de dos años muy malos. Con la pandemia han aumentado, por ejemplo, los enfermos psiquiátricos. Los gestos autolíticos [autolesiones] se han incrementado muchísimo en menores de 20 años. También influye la cultura de la inmediatez. Cuando a la gente le explicas que lo suyo no es urgente, unos se lo toman bien y otros muy mal.
–¿Detectan un aumento de intentos de suicidio?
–Sí, se ha detectado un incremento de intentos de suicido en general y, particularmente, en menores. Nos llama mucho la atención. Es rara la mañana en la que no amanecemos aquí con una autolisis en un menor de 20 años.
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