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MIRADA(S). Francisco Jarauta, filósofo y director del Foro de la Mundialización. / ENRIQUE MARTÍNEZ BUESO
«Militarizar las respuestas a los conflictos ha sido un fracaso»
FRANCISCO JARAUTA FILÓSOFO

«Militarizar las respuestas a los conflictos ha sido un fracaso»

Desde el lunes 27 dirige en Cajamurcia el Foro de la Mundialización, que este año prestará atención a la compleja realidad de China, África y Rusia

ANTONIO ARCO

Miércoles, 22 de noviembre 2006, 02:56

Viaja por el mundo con su mirada puede que ya cansada, pero siempre lúcida y abierta, así es que es poco probable que a Francisco Jarauta, filósofo y profesor, pueda pasarle lo que cuenta Bukowski a propósito de ese confiado capitán que salió a comer y cuyos marineros aprovecharon su ausencia para tomar el mando del barco. Jarauta se mueve con gran agilidad mental lo mismo en la luz que en las tinieblas, sin por ello dejar de sentir pasión por la vida, que encuentra en todo su esplendor amargo en la poesía de su admirado Paul Celan, a quien le gustaría robar la experiencia de sentir cómo «En mi mano /el otoño devora sus hojas: somos amigos». A partir del lunes 27, Jarauta dirige en Murcia, patrocinado por la Fundación Cajamurcia, el esperado Foro de la Mundialización.

-Dice usted que la situación del mundo tras el 11-S se presenta cargada de perplejidades e interrogantes.

-Sí. Por una parte, cada vez resulta más generalizada una opinión pública que hace suya esta perplejidad. Si quisiéramos dibujar el mapa actual, somos conscientes de transformaciones profundas y aceleradas en todos los ámbitos y estructuras del mundo -económicas, políticas, sociales, culturales...-. Y en ese proceso de cambios profundos y acelerados, hay como un proceso de adaptación, se descontextualizan los referentes antiguos, y los nuevos no existen. Antes, sobre el futuro, se tenían referentes unas veces religiosos, otras veces políticos, otras veces ideológicos, que dibujaban el futuro de una manera aproximada; unas veces la realidad coincidía con los sueños, y otras veces iba por su cuenta, pero había cierta seguridad. Nuestra época no tiene esa seguridad, y más bien lo que tiene respecto al futuro es una gran ansiedad. El futuro se proyecta de una manera aceleradísima, sin que nosotros podamos ni siquiera corregir el tiempo de esos procesos. Obviamente, por lo que respecta a la política internacional, hay que decir que ésta había sido tradicionalmente no diré que consensuada, pero sí que regulada mediante acuerdos internacionales y el derecho público internacional.

-Algo que está en decadencia.

-Lo que hoy ocurre es un profundo desajuste que tiene que ver con un grave déficit político en las políticas internacionales. Para un mundo tan complejo, tan cambiado, tan transformado, no existen políticas internacionales que permitan regir, aupar y orientar toda esa complejidad estableciendo criterios que apliquen, sobre todo, lo que podríamos llamar principios no sólo humanitarios, sino aquellos que la propia historia moderna había constituido como un necesario horizonte moral.

-¿Qué tipo de poderes están hoy en auge?

-Han emergido nuevos tipos de poder que administran el planeta de acuerdo a un sistema privado de intereses que pretenden legitimar como si fuesen los intereses de la Humanidad. Y claro, no importa que haya que debilitar sistemáticamente las instituciones internacionales.

-¿Qué poder es más amenazante?

-La hegemonía norteamericana, que regula con su propia lógica indiscutible los procesos, las decisiones, las estrategias que en el fondo coinciden con una defensa de los sistemas económicos, pero que pasan directamente por la instrumentalización de su poder militar, un poder militar incomparable y que definitivamente es la forma de legitimar sus políticas propias. Hoy ha fracasado esa política de militarizar las respuestas a los conflictos sin atender a los viejos principios de la política; ha fracasado a todos los efectos. Ahí están las declaraciones de Bush tras la pérdida de las elecciones, y las declaraciones de Tony Blair reconociendo que la situación en Irak es un auténtico desastre.

Tremendo vacío

-No todo se consigue por la fuerza, aunque a muchos les cueste entender esto.

-Y además, si las políticas de fuerza fracasan, la situación que se crea es terrible, se genera un vacío tremendo. En este momento, la agenda de los problemas del mundo es cada vez mayor, y los instrumentos políticos para resolverlos es cada vez más insuficiente. Todo son escaramuzas: Medio Oriente está sin agenda política. La aparición de conflictos como el de Irán no se sabe bien cómo abordarlos, nos encontramos con que Rusia quiere hoy ser un fuerte aliado de Europa... Está claro que se debe jugar más a la política e ir desterrando las medidas de fuerza, que definitivamente no funcionan. Irak va a ser una prueba de fuego, por ejemplo, que va a obligar a la administración americana a replantear totalmente su estrategia en política exterior a medio plazo.

-¿Qué análisis hace de la reciente derrota de Bush?

-Hay un escepticismo sobre lo que podríamos llamar la fuga hacia adelante que Bush ha imprimido a la política norteamericana en su dimensión internacional. Una hegemonía cada vez más discutida por todos. También hay problemas internos fuertes en EE UU, porque se acumulan los costes sociales, cada vez hay menos asistencia social, que se ha suspendido, y más descontento.

-¿Hoy ve usted razones para la esperanza?

-Yo soy un escéptico apasionado. Soy muy romántico, pero sigo siendo ilustrado también, y creyendo que la Humanidad sabrá hacer frente a sus grandes desafíos, sabrá pensar e ir construyendo su futuro. Pienso que los materiales para la reflexión aportados por Al Gore, los desajustes humanitarios, los olvidos ilegítimos y las agresiones en todos los campos, se verán enfrentadas con fuerza a las apuestas morales por la libertad, por la dignidad, por la solidaridad y por un futuro moral para el hombre.

Acción

A juicio de Jarauta, es importante «sumar la recuperación de ciertos principios generales como el de la solidaridad, no con los más inmediatos sólo, sino con otros. Pensar el otro es un trabajo de la política, no de la ética en solitario, ni de las religiones. Yo defiendo la moral de la sociedad civil como principio de acción. Desde ahí lo primero que percibo es la igualdad de los hombres, la fraternidad, la justicia universal; y si vamos al límite, la famosa declaración de los Derechos Humanos hubiera podido, perfectamente, comenzar con un primer derecho: el derecho del hombre a la felicidad, pero eso redefinido en cada uno de los momentos de la cultura».

«Cuando hablamos del otro», añade, «ese otro es aquel que por necesidad tiene que ponerse de viaje, muchas veces para no morir. Un informe de la Unesco pone sobre la mesa un hecho estremecedor: del centro de África al Norte, y de aquí al año 2010, aproximadamente 120 millones de humanos tendrán que elegir entre la muerte o la emigración».

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