Apta para el regadío y con un contenido mínimo de sal

Una vez captada el agua, se realizaría una microfiltración para eliminar los residuos que pueda contener. Después, y una vez que la tubería entra en superficie, el agua se canalizaría a través de una red de tuberías submarinas hasta Castellón, Valencia, Murcia y Almería. Desde ahí se podrían llevar a cabo otras derivaciones partiendo de esta red primaria hasta llegar a otros puntos de consumo (con sus respectivas derivaciones, entre las que se podrían encontrar Castilla-La Mancha y otras provincias de la denominada España seca. En la red secundaria se volvería a acometer una microfiltración. El investigador catalán matizó que la profundidad del mar en las zonas previstas para acometer la captación oscila entre los 25 y los 30 metros y que por tanto resulta perfectamente asumible para algunas empresas españolas llevar a cabo esta tarea utilizando las denominadas «técnicas offshore», es decir utilizando embarcaciones que pueden trabajar día y noche para montar estas tuberías, según indicó Ibáñez.

A la hora de elaborar este proyecto se han tenido en cuenta todos los aspectos, según detalló Ibáñez. Se incluyen medidas para evitar que se produzca una salinización del delta del río. Ibáñez explicó que al estar el fondo del Ebro por debajo del nivel del mar al llevarse a cabo la captación permitiría la entrada de una lengua o cuña de agua salada de unos 40 kilómetros tierra adentro. Para solventar este problema el autor del proyecto apuesta por situar en el fondo del río un dique de contención que presione al agua del mar y evite la salinización del Ebro. Ibáñez indicó que en este sentido se puede aprender mucho de la experiencia de los países nórdicos.

El ingeniero Antonio Ibáñez de Alba tiene una trayectoria profesional de más de 25 años. Ha recibido distintos premios a la innovación industrial tanto en el ámbito nacional como en el internacional.