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Miguel Ángel Lozano posa junto a uno de los cuadros que expone en Espacio Pático.
«El uso del vino ha sido una auténtica sorpresa»

«El uso del vino ha sido una auténtica sorpresa»

PEDRO SOLER

Viernes, 23 de octubre 2015, 13:50

Surgió la idea al contemplar las manchas que los rotos granos de uva dejan en las ropas de los vendimiadores, y las que sobre el mantel estampa la caída copa de vino; pero también arrancó de una labor investigadora sobre posibles materiales para usar en pintura. «Me dije que iba a ser un regusto pintar con vino; y más, con la variedad autóctona jumillana, que encierra un color que no se puede conseguir con cualquier otro».

Expuesta queda la razón de ser de 'VinuMonastrell', la exposición que Miguel Ángel Lozano presenta en Espacio Pático. «Yo quería -confiesa el pintor- vincular aquello a lo que me dedico y me gusta, el mundo de la pintura, con mi tierra, con mis raíces. Por esto, he pretendido con esta exposición, sobre todo, hacer que resplandezca Jumilla y su vino, creando una dualidad, en la que también aparecen personajes relacionados con esta temática. Deseaba destacar la labor desempeñada, desde hace mucho tiempo, en cada ámbito de las personas, que aparecen en los cuadros».

La muestra se completa con una serie de serigrafías sobre fotografías antiguas, en las que la técnica también está realizada con tinta de vino, «como mejor método de acercar personajes actuales y antiguos». Obras impregnadas de monotonía cromática, ¿no puede suceder, también, que el autor no se haya atrevido a utilizar más colores, para conseguir mayor viveza? «Creo que domino bastante bien el óleo y, de hecho, me gusta muchísimo; pero, en este caso, mi interés radicaba en esa investigación de la que he hablado». ¿Puede extrañar al espectador el uso de la tinta del vino? «En el fondo, todo consiste en aplicar vino a un ámbito que no es el propio; es como extrapolarlo de lo natural; pero pienso que también podríamos hablar de cierto tipo de innovación, aunque hay artistas que ya lo han trabajado. Es algo que puede gustar y llamar la atención, aunque aporte esa impresión que podríamos definir como algo extraña, como una sorpresa».

¿Habrá sido sorprendente, también para el propio artista, comprobar cómo se han desarrollado y culminado sus obras? «Para mí, el uso del vino ha sido una auténtica sorpresa, algo inimaginable. Aquí se trata de vino, aplicado con reducción, tipo acuarela. He conseguido hasta el vino pigmento. En esta exposición no se ve, pero conseguí hacerlo, y crea unos brillos muy chulos».

Entre los personajes, se encuentra un hombre de campo, dedicado toda su vida al cultivo de la vid, pero que, ya retirado, recuerda con añoranza el paisaje vivido. Está la persona mayor, que consume su vasito de vino a diario, y la enóloga, responsable de investigar los sabores; también aparecen representados dos bodegueros, los hermanos Gil, a los que Miguel Ángel Lozano pone como ejemplo, porque «haciendo bien las cosas se puede llegar muy lejos, como han hecho, elevando la marca de sus vinos a niveles internacionales». El último personaje es un hombre nacido en el campo, que ha puesto en marcha su propia bodega, de manera humilde, pero creando su vino, extraído de las vides que él mismo cultiva. Las litografías recogen escenas muy emotivas, porque en ellas se contemplan las vestimentas que, antiguamente, se utilizaban para vendimiar, y a la mujer que llevaba a sus propios hijos al trabajo en el que ella se implicaba. Escenas de cómo se cargaban en los remolques antiguos, cómo los trabajadores pisaban la uva, de la que manaba el vino a granel, que «bien rico estaba», reconoce el artista. «Todos son personajes reales y actuales, que viven en Jumilla».

Pasos lentos

¿Por qué ese interés por la figuración tan intensa en un joven pintor? «Reconozco que el mundo del arte es un campo abierto, y los jóvenes artistas tienden a líneas más actuales o más contemporáneas. Yo soy partidario de dar pasos lentos, pero seguros; y no se trata de quedarme siempre en lo que acabo de hacer. Deseo probarlo todo, aprender y, más que nada, representar lo que veo, de manera sencilla y sin complejos, pero que llegue al gran público y no sea arte solo para unos pocos, porque, realmente, son escenas, es justo decirlo, de costumbres jumillanas y de personas conocidas. Se trata de que esto sea comprendido».

Tan encelado está Miguel Ángel Lozano con el tema que quiere trasladar sus experiencias a «cualquier persona que quiera pintar con vino; por esto, se va a producir un producto, para que quien lo desee pueda escribir, pintar, dibujar y crear un sentimiento en torno a este mundo del vino, utilizando el mismo caldo que se puede beber».

¿Se habrá implicado tan intensamente, buscando que le levanten un monumento en su pueblo natal? El pintor ríe y responde: «En absoluto, entre otras cosas, porque nadie es profeta en su tierra. Sí soy un enamorado de ella y, si me puedo convertir en su abanderado, para mí sería un honor».

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