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Juan Ruiz Palacios
Martes, 23 de diciembre 2014, 00:04
El tercero se resistió, pero ayer la Región picó de casi todos los demás premios mayores del Sorteo Extraordinario de Navidad, que dejó 26 millones de euros, a los que habrá que sumar el consuelo de las pedreas. El mayor pellizco fue a parar a Mazarrón, donde se repartieron 50 décimos de El Gordo, de los que diez viajaron a El Paretón (Totana). Otros diez décimos del 13437 se vendieron en Murcia, en un despacho de Ronda Norte. En total, 24 millones de euros.
El segundo premio dejó medio millón de euros en Guadalupe (Murcia), Los Dolores (Cartagena), Ricote y Totana. Estas localidades recibieron 125.000 euros cada una procedentes de cuatro décimos que se vendieron a través de terminal telemático. El tercer premio no sonrió a la Región, pero los dos cuartos parece que quisieron compensarlo y llevaron la suerte a Yecla, Cartagena, Lorca, Torre Pacheco y Lorquí, y uno de los quintos dio un alegrón en Molina de Segura con 900.000 euros. Fue una sorteo que se vivió con expectación y que causó furor en los municipios por donde la suerte quiso hacer su aparición estelar.
Mazarrón se llevó el mejor pico. Allí, la lotera María Dolores Sánchez Yepes, que se había despertado a las siete de la mañana para no perderse el sorteo, no podía ni imaginar lo que se le venía encima. A las 12.30 horas, esta mujer esperaba ansiosa a que uno de los niños cantara el primer premio. El más esperado. De hecho, ella se fue a su administración porque le temblaban las piernas en casa. Cuando los niños entonaron el 13437, Sánchez se tuvo que sentar en la silla de su despacho porque no daba crédito a lo que había sucedido. «Todavía no me lo creo. Me he despertado temprano porque por una vez en mi vida quería ver el sorteo en mi casa, pero al ver que no salía el primer premio me he venido a la administración. Estaba aquí y cuando han cantado el número que habíamos vendido nosotros no me lo podía creer. Y sigo sin creérmelo. Es increíble», contaba a 'La Verdad' María Dolores Sánchez.
Lágrimas de alegría
Junto a ella, en la administración de lotería se encontraban sus empleados, quienes no podían ocultar las lágrimas de felicidad. Paqui Navarro, Antonio Jesús Justicia, Yolanda Egea, Lorenzo Mallenco, Isabel Muñoz y Javier Meroño lloraban de alegría y no paraban de dar saltos después de conocer El Gordo. Fue entonces cuando empezó una fiesta que terminó a media tarde.
Cuando se conoció la noticia, los vecinos empezaron a llegar a la administración para felicitar a la familia Sánchez Yepes y a sus empleados. Jóvenes y gente mayor daba la enhorabuena a cada una de las personas que trabajan en este despacho. Sin duda, uno de los momentos más emotivos se vivió cuando la madre de María Dolores, María Leonor Yepes, quien regentó el establecimiento lotero durante 30 años, llegó al lugar y se fundió en un emotivo abrazo con su hija. No paró de llorar de felicidad, pues nunca antes se había repartido premio alguno de Navidad en este establecimiento. Los curiosos que allí se encontraban no dejaron de aplaudir a madre e hija al ver un momento tan emotivo.
Ni los empleados ni la propia lotera se quedaron con décimo alguno, pero daba igual. Las botellas de cava y de sidra corrían como la pólvora en el establecimiento. Un auténtico baño de espuma que disfrutó todo el mundo. Se acababan y siempre había alguien que se encargaba de traer más botellas para agitarlas y celebrar la feliz jornada.
Úrsula, una vecina que siempre juega a la lotería de Navidad, se acercó a la administración para ver la gran fiesta que se había montado. «¡Qué rabia me da no haber comprado alguno de los décimos premiados, con la falta que me hace! No me ha tocado ni El Gordo ni nada, pero la verdad es que me alegro mucho de que haya sido en este pueblo, porque hay muchas personas que de verdad lo necesitan», comentaba emocionada, pues sus ojos brillantes veían a la gente feliz y contenta. Mientras tanto, María Dolores y su madre atendían a los medios de comunicación. «¡Que todavía no me lo creo. Mírame, estoy tranquila porque aún no he reaccionado! Es que no sé qué decir, porque aún estoy alucinando», relataba.
Abonados al número
Todo el mundo se preguntaba quiénes eran las personas que habían resultado agraciadas, pero nadie daba la cara, aunque los vecinos comentaban los nombres de algunos vecinos.
El número premiado siempre había estado en esta administración de lotería, y de hecho había personas abonadas a él. Los afiliados del Partido Socialista se echaron las manos a la cabeza cuando se enteraron de que por dos números no les había tocado El Gordo. El propio alcalde, Francisco García, comentó a este diario que su partido siempre está abonado al mismo número, acabado en 437, pero que por dos cifras no habían disfrutado del primer premio. «La verdad es que me siento muy feliz de que haya caído el primer premio en Mazarrón. Se ve a la gente muy contenta por todos los sitios; hay alegría, y eso es lo que hace falta», relataba el primer regidor.
Cerca de las tres y media de la tarde, en el restaurante El Mata muchos hablaban de las personas que habían escuchado que les podía haber tocado, pero nadie daba la cara públicamente. «¿Te puedes creer que me han contado que le ha tocado a uno de los empresarios grandes de aquí de Mazarrón?», le decía un amigo a otro detrás de la barra. Los nombres de los premiados fueron la comidilla de todo el pueblo. La mayoría de los premiados no se dejaron ver por la localidad, pero algunas de las personas que compraron el décimo sí quisieron salir a la calle para mostrar al mundo su felicidad. Fue el caso de Margarita Cedeño, una mujer que, acompañada de su marido y de su hija, se acercó a la administración de lotería y, entre lágrimas, brindó en repetidas ocasiones por su buena suerte. No se lo creía.
En el bar Luis, en la plaza del Convento, estaba Juana Méndez junto a su familia. Tras una larga época en paro, esta mujer, que se recupera de una reciente operación de neurocirujía, confesaba que si no pagaba hoy le cortarían la luz. Su padre quiso festejar por todo lo alto el acontecimiento, e invitó a algunos amigos que allí se encontraban a comer. Otro de los premiados celebraba junto a un grupo de amigos que tenía un décimo de El Gordo. Lo hacía en el hotel Guillermo, entre brindis y risas.
A media tarde, en muchos de los bares del copas de la localidad se vivieron momentos inolvidables. Las personas a las que no les había tocado nada en el sorteo daban gracias «por la buena salud», mientras alguno presumía delante de los demás de que él tenía el décimo. Un día festivo para todo el mundo. Simplemente risas y momentos de felicidad. Porque la mayoría de mazarroneros, aunque no tuvieron la suerte de adquirir el décimo premiado en la administración número 3, se sentían felices. Muy felices.
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