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A. S. / P. W. R.
Jueves, 26 de mayo 2016, 02:12
Los bomberos de Sevilla llegaron a la ciudad pocos días después del terremoto. «Llegamos cargados de agua, ropa y zapatos», recuerda Manolo Piniella, hoy jubilado y activo en aquellos días. «Trabajábamos día y noche. Nuestra labor era apuntalar, sanear las viviendas para permitir la entrada en ellas. Convertimos casas dispuestas para demoler en habitables. Quitamos muchas cruces rojas y las convertimos en verdes», recalca.
El sevillano cuenta que la población fue ejemplar, algo con lo que no se han encontrado en otros lugares. «Aprendimos mucho de los lorquinos, porque a pesar de las circunstancias guardaron la calma. La población estaba tranquila, serena. Te pedían todo con una amabilidad que no se nos olvida», apostilla el suboficial Francisco Martínez.
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