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JORGE GARCÍA BADÍA
MURCIA
Lunes, 14 de mayo 2018, 07:57
Para sacar adelante los albaricoques y las ciruelas que tenía en una finca próxima a la carretera de la Huerta, Fernando Ciller tuvo que pasar durante años muchas noches en vela. «Antes regábamos a portillo, cambiando el agua de una era a otra, y si disponía de 50 horas de riego, tenía que aprovecharlas: ¡era una odisea!», clama este agricultor retirado. Cuando llegó el momento de su jubilación, hace cuatro años, ninguno de sus dos hijos le quiso relevar al frente de sus terrenos porque uno es bombero y el otro profesor de Secundaria. «Los alquilé a la Cooperativa Agra Calasparra, no lo hice por dinero, sino porque me gusta ver mis tierras cuidadas». La decisión que adoptó Fernando no es excepcional en la localidad, ya que Fecoam tiene identificados el Noroeste y el Río Mula como las dos comarcas de la Región que presentan «más problemas de relevo generacional».
La consecuencia es una 'plaga' silenciosa que solo se aprecia en un paisaje de fincas sin arar donde los árboles languidecen por el abandono de tierras, principalmente pequeñas explotaciones en Caravaca, Bullas, Calasparra, Cehegín, Moratalla, Pliego y la pedanía muleña de Yéchar. «Tenemos identificadas las poblaciones de riesgo», confirma Pedro Sánchez, de la Federación de Cooperativas Agrarias de la Región (Fecoam).
Para combatir la falta de relevo generacional en el sector, Fecoam y sus 'homónimas' castellanomanchegas y valenciana han constituido el grupo operativo supraautonómico 'Innoland', con el objetivo de obtener financiación para poner en marcha iniciativas de gestión común (IGC) de tierras desde las propias cooperativas. «Una mayoría de los propietarios tiene más de 65 años, sin relevo esperable, pero la gestión común de parcelas desde las propias cooperativas puede ofrecerse como una alternativa viable vinculada al territorio», expone el documento del proyecto al que ha tenido acceso 'La Verdad'.
El director técnico de Fecoam, Antonio Hernández, explica de forma didáctica que una de las claves del problema de abandono de la actividad en el Noroeste y el Río Mula son los minifundios. «Hay muchas parcelas pequeñas que se dejan de explotar. Cuando las fincas son grandes es fácil arrendarlas, pero los minifundios, como no los agrupes, no se pueden alquilar». Las otras causas de la falta de relevo en el campo, según el documento, van desde la ubicación de las fincas, en zonas aisladas y en pendiente, a la legislación urbanística y factores demográficos, como el crecimiento de la población urbana y el menor número de trabajadores agrarios.
El grupo operativo supraautonómico 'Innoland' propone dos modalidades de reconversión. Una es la directa, en la que varios propietarios se ponen de acuerdo para explotar sus minifundios en común, con el apoyo técnico de una cooperativa. Y la reconversión por cesión, en la que los titulares de minifundios firman contratos de cesión a cooperativas para que estas las incluyan en la planificación de su producción.
«Estoy muy de acuerdo con este proyecto de Fecoam porque en Calasparra hay un problema de relevo generacional bastante grande; la gente joven no quiere trabajar las tierras porque no son rentables», lamenta Fernando Ciller, quien a sus 'setenta primaveras' no deja de visitar sus terrenos que ahora explota la Cooperativa Agra Calasparra tras un proceso de reconversión de la producción: de fruta de hueso a hortalizas (brócoli y coliflor). «Me he dejado media vida en la agricultura trabajando de día y de noche».
En la Cooperativa la Vega de Pliego, su presidente, Martín Jiménez, alerta de que «el 70% de los agricultores de Pliego tiene más de 60 años, la mitad no tienen sucesores y la tendencia es el abandono de la actividad». Valga como ejemplo que en la localidad se ha pasado de producir 16 millones de kilos de albaricoques a 800.000 kilos. Por eso esta cooperativa se ha sumado al proyecto y ha acogido un taller del grupo supraautonómico. «Lo que pretendemos es una reconcentración parcelaria porque en Pliego la propiedad de las fincas está muy repartida y si se explotan conjuntamente las tierras pueden ser más competitivas».
Jiménez subraya que las iniciativas de gestión común (IGC) de tierras que propone 'Innoland' reducirían en un 30% los costes de explotación de un minifundio de forma aislada. «Tenemos que hacer que la gente joven vea interesante este sector».
Tres niveles de ejecución
Esta cooperativa asegura que este proyecto podría rescatar de 50 a 60 hectáreas abandonadas en la huerta alta, hacia la carretera de Casas Nuevas, en las que antaño se producían albaricoques 'a gogó' para la industria conservera y donde ahora solo hay árboles moribundos. «A través de la gestión común de tierras y diversificando la producción se podrían poner en cultivo y generar, de mayo a junio, de 6.000 a 7.000 jornales para recoger cerezas, albaricoques y hortalizas».
El proyecto tiene tres niveles de ejecución. El primero, el autodiagnóstico de los problemas estructurales. «Hay que hacer el trabajo de campo para determinar las hectáreas en riesgo», apunta Pedro Sánchez, de Fecoam. El segundo nivel se dedica a formular estrategias y el tercero, a poner en marcha las iniciativas de gestión en común (IGC) de tierras. El director técnico de Fecoam apunta que, una vez constituido el grupo de trabajo por las tres autonomías, «ahora hay que buscar financiación del Ministerio de Agricultura».
El documento de 'Innoland' justifica la solicitud de fondos exponiendo que entre 1999 y 2009 , la superficie agraria útil se redujo un 14% en la Región, un 12% en Valencia y un 10,7% en Castilla-La Mancha. «Es un problema que hay que resolver».
Las federaciones de cooperativas de la Región, Castilla-La Mancha y Valencia consideran que la falta de relevo en el campo es un problema que también afecta a los ayuntamientos y en el documento del proyecto 'Innoland' reclaman «el apoyo» de los consistorios, impulsando incentivos en los impuestos municipales e identificando terrenos en riesgo de abandono. Para paliar este fenómeno el grupo supraautonómico cuenta con el apoyo de la Universidad Politécnica de Valencia y propone medidas, como crear un espacio de formación con expertos multidisciplinares, diseñar estrategias para reducir costes de producción y comercialización y modernizar las explotaciones con I+D+i.
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