«Me dicen Superpaco, pero no sé por qué, no hago nada especial»

Le llaman Superpaco, pero él asegura que no hace nada especial ni merece el sobrenombre. No tiene piel de héroe, lo dice en un asomo de sinceridad, sin afectación ni falsa modestia, como preguntándose a cuento de qué viene esta entrevista, pese a que su espíritu de hierro le lleva a completar maratones y carreras de montaña sin que el peso de sus 76 años sea una trabazón insuperable. Hace seis que murió su María, «una mujer muy muy buena» a la que no ha podido olvidar y de la que llega a decir que «hubiera preferido morir yo antes que ella». Como no podía dormir, se levantaba a caminar, sin importarle que fueran las dos de la madrugada. El domingo estará en la UCAM Falco Trail de Cehegín y no será difícil renococerlo, pues difícilmente habrá otro corredor brincando por los montes con pantalón y camisa de vestir.

- ¿No le molesta ese atuendo?

- Qué va. No me gusta la ropa de deporte, porque va cerrada. Con esta, si hace calor, abro la camisa y ya está; y si hace frío, la cierro. Además, no soy friolero. La misma ropa que me pongo para coger oliva es la que uso para correr.

- ¿Por qué le dicen Superpaco?

- No sé. No me considero súper. Soy como todos, de verdad, no hago nada especial.

- Tampoco es normal ver a un maratoniano de 76 años.

- No, pero yo no compito. Voy a mi ritmo.

- ¿Cómo se prepara?

- Ahora, gracias a las travesías que hago por las noches.

- ¿Por las noches?

- Sí. Hace seis años murió mi mujer, María, de un infarto. Era una mujer muy muy buena, una mujer especial. Hubiera preferido morirme yo. Como no podía dormir, me levantaba y me iba a andar, porque eso me aliviaba.

- ¿Y a qué hora se va?

- Pues como a las dos de la mañana me levanto y salgo a caminar.

- ¿A las dos de la mañana usted solo?

- Sí, pero no pasa nada. Hago siempre la misma ruta y llevo el móvil para que mi familia me tenga localizado.

- ¿No le da miedo?

- No, qué me va a pasar. Además, voy sin un duro encima, así que...

- Llevará al menos una linterna.

- Sí, pero no la enciendo, así no se me ve.

- ¿Y por dónde sale a caminar?

- Pues por las montañas que hay al lado de mi pueblo, Cártama, a unos 25 kilómetros de Málaga.

- ¿Cuál es la máxima distancia que ha recorrido?

- Una vez hice 189 kilómetros en una carrera por la Cerdaña. En realidad, la carrera era de 215, pero como hacía mucho frío y hubo varios casos de hipotermia, anularon el resto. Una pena, porque yo iba de maravilla y hubiera aguantado hasta el final.

- ¿Alguna otra?

- Pues en Antequera se quedaron muy sorprendidos. De hecho, la federación de montaña me dio un premio tras la carrera, que tenía 40 kilómetros.

- ¿Y qué ocurrió, la ganó?

- No, pero me me fui andando de mi casa hasta la carrera. Otros 40 kilómetros. Salí como a la una de la madrugada de mi casa y llegué a tiempo para correrla. En total, más de 80 kilómetros. Se quedaron muy sorprendidos.

- ¿Por qué corre?

- Pues para estar bien. A mi edad, si te paras, estás listo. Si estás todo el día sentado en el bar, jugando al dominó, acabas mal de salud. Cuando empecé, me decían que estaba loco, que me iba a romper algo por ahí, y ahora muchos de los que me lo decían también están corriendo.

- ¿Y cuándo comenzó?

- Hace 16 años. He estado en muchas partes de España, también en Suiza, pero allí no he podido correr, porque el traqueteo me ha tenido varios días sin dormir nada y, a la hora de la carrera, no he podido hacerla.

- ¿Qué espera en Cehegín?

- No sé, como no compito, me da igual. Iré a mi ritmo y a ver cómo acabo. Suelo empezar más lento que los demás, pero muchas veces paso luego a los que salen tan rápido y veo 'entregaítos' cuando yo voy bien. En ocasiones se ponen detrás de mí y van a mi ritmo hasta la meta.