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Lucescu, la semana pasada, en el Pinatar Arena.
Un pícaro en busca de sol

Un pícaro en busca de sol

Lucescu, técnico del Shakhtar Donetsk, que ha preparado la Europa League en San Pedro del Pinatar, pide el fin de la guerra en Ucrania y a sus 70 años no piensa en la retirada

Francisco J. Moya

Miércoles, 17 de febrero 2016, 02:20

Tiene 70 años, pero a él no lo va a retirar nadie. «¿Tú crees que aparento 70?», pregunta con tono orgulloso al periodista cuando le saca el tema de su edad. «Estoy fresco y voy a seguir entrenando toda mi vida», añade Mircea Lucescu (Bucarest, 1945), auténtico mito del fútbol rumano y uno de los entrenadores con mejor cartel en Turquía y Ucrania.

En su etapa en la liga turca ganó el título con el Besiktas y el Galatasaray, lo que equivaldría a ganar la Liga española primero con el Madrid y luego con el Barça. En Donetsk, ciudad que ahora mismo no puede pisar por culpa de la guerra, es uno de sus ciudadanos más ilustres. Llegó al Shakhtar en 2004 y en la última década ha convertido un equipo desconocido en uno de los más importantes de Europa. Sus éxitos en el equipo ucraniano, siempre muy cercano a Moscú, lo dicen todo: ocho ligas, cinco Copas, una Copa de la UEFA y diez años seguidos participando en la Liga de Campeones.

Lucescu ha estado estas dos semanas concentrado con sus pupilos en el Hotel Intercontinental Mar Menor de Torre Pacheco y cada día ha pisado las instalaciones del Pinatar Arena, donde curiosamente se ha vuelto a topar 40 años después con Colin Todd, defensa inglés y leyenda del Derby County de las décadas de los 60 y los 70. Todd, que ahora entrena al Randers danés, recordaba a Lucescu de los marcajes que le hizo en Eurocopas y Mundiales de la época. Y se lo recordó en la cafetería del complejo pinatarense. La fama de Lucescu en su país, con 73 partidos jugados con la selección rumana, solo puede compararse a la de Gica Hagi, el 'Maradona de Los Cárpatos'.

Lucescu, apodado 'Furbescu' desde su paso por el fútbol italiano por su astucia, picardía y habilidad para sacar lo mejor de sus futbolistas, especialmente de los más jóvenes, y enredar tácticamente a los entrenadores rivales, nunca concede entrevistas y acceder a él en un club de dimensiones gigantescas, con 1.200 empleados, influencias estalinistas y absolutamente bunkerizado, es un milagro.

Concede un cuarto de hora a 'La Verdad' para «agradecer» lo «bien que nos tratan siempre aquí [en el Pinatar Arena] y lo importante que es para nosotros poder trabajar durante dos semanas en unos campos tan cuidados y con un clima tan bueno». El conjunto ucraniano, el mejor de Europa del Este en lo que llevamos de siglo y el único capaz de superar la barrera de los 40.000 socios en la zona oriental, ha preparado el partido de Europa League de mañana ante el Schalke 04 bajo el sol de San Pedro del Pinatar.

El técnico apura sus últimos meses en Ucrania. La guerra está desmantelando a un Shakhtar que no para de vender futbolistas, los últimos, Douglas Costa y Teixeira. Antes sacaron tajada con los traspasos de Fernandinho y William.

«La decisión del club es no fichar y se ha dejado de invertir en jugadores extranjeros, al menos mientras dure la guerra. Nos tenemos que conformar con subir chicos de nuestra escuela», confirma Lucescu. Huele a fin de ciclo. Parece que en verano, el rumano podría volver a un banquillo de los grandes de Turquía o incluso empezar un periplo en una selección con vistas al Mundial de 2018.

A 1.000 kilómetros de casa

«Es que nuestra situación es complicada de llevar. Jugamos a 1.000 kilómetros de nuestra casa [en Lviv, cerca de la frontera con Polonia]. Tenemos uno de los estadios más bonitos de Europa [el Donbass Arena] pero no podemos pisarlo porque ahora mismo está siendo utilizado como centro de almacenamiento de ayuda humanitaria. Todos los partidos los jugamos de visitantes, ya que en Lviv todos son hinchas del Dinamo de Kiev [el equipo más anti-ruso de Ucrania]», cuenta Lucescu, quien descubrió a Andrea Pirlo y se expresa en un correcto castellano y habla otros seis idiomas: rumano, francés, portugués, italiano, inglés y turco.

Con todo, «el fútbol es lo menos importante en este caso. En Donetsk la guerra está siendo muy dura y está muriendo gente todos los días, aunque a lo mejor no salga tanto en los medios occidentales. Yo espero que los políticos paren ya esta locura y lleguen a un acuerdo para detener la guerra, porque es la gente normal y corriente la que sufre toda esta situación», lamenta el entrenador del Shakhtar. Todos los empleados del club se han desplazado a Kiev y el Gobierno ucraniano denuncia que, cuando vuelven a Donetsk -es peligroso y todos las carreteras de acceso están controladas por militares- lo hacen para llevar alimentos a la población rebelde y dinero a los paramilitares prorrusos, que son los que controlan Donetsk, convertida ya en república independiente y ciudad a la que llega el gas «humanitario» de Gazprom, la mayor compañía gasística de Rusia.

Todo esto preocupa mucho a Lucescu, que podría acabar su etapa en Donetsk sin ni siquiera poder pisar la ciudad para despedirse de una afición que lo idolatra. No obstante, el rumano, amigo de Guardiola a pesar de que él le recomendó el fichaje fallido de Chigrinskiy, prefiere acabar la conversación hablando de lo que realmente le hace feliz: el fútbol. Cree que Messi «es el mejor futbolista de todos los tiempos, por delante de Pelé y Maradona». Pero en su opinión, este Barça de Luis Enrique, aunque «se parece», no está al nivel del de Pep Guardiola. «Aquel fue el mejor equipo de la historia, porque ganó todos los títulos, jugaba todavía mejor que el de ahora y en defensa funcionaba mejor gracias a que contaba con Puyol, que ha sido el mejor defensa de los últimos tiempos».

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