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José Óscar López.
¡Bang, bang, bang...!

¡Bang, bang, bang...!

El murciano José Óscar López participa en 'Extraño Oeste', que rinde homenaje a la tradición literaria del wéstern. 'Armas de fuego místico para la nueva carne' se incluye entre los ochos relatos que trotan entre la fascinación, el vértigo y la imaginación desbocada

ANTONIO ARCO

Domingo, 10 de enero 2016, 10:33

Así arranca 'Armas de fuego místico para la nueva carne', el relato de José Óscar López (Murcia, 1973) incluido en el libro 'Extraño Oeste', publicado por Libros del Innombrable y en el que se rinde homenaje a la fructífera tradición literaria del wéstern recurriendo a la ciencia ficción, la fantasía y el terror: «Hubo un futuro alguna vez y se arruinó, dejó de haber futuro. Toda una pena para quienes tenían que disfrutarlo. Yo nunca me encontré entre ellos, porque ya estaba muerto. Lo supe desde que explotó aquella bomba. Todos me dijeron después que me había salvado, pero yo vuelvo a vivir constantemente ese momento en que soy la bomba que estalla, cuando su metralla se confunde con mi carne, y sé que constituyó un 'big bang' inverso y personal en el que aún vuelvo a nacer, una vez tras otra, para regresar al instante de mi muerte y para que me quede bien claro que estoy muerto para siempre, mientras recuerdo que soy lo que soy ahora: todos estos fragmentos sin futuro».

En su relato, el escritor murciano -autor, entre otras obras, del poemario 'Llegada a las islas' (Baile del Sol) y del libro de relatos 'Los monos insomnes' (Chiado)- retrata cómo, finalmente, el empeño autodestructivo de la raza humana ha dado su fruto y vivir en la Tierra se ha convertido en la peor pesadilla. La domina un desolador espacio inhabitable, irrespirable, una especie de primitivo primer Salvaje Oeste. Objetivo logrado: del Edén no hemos dejado ni la raspa. Un panorama que quita el sueño y el hipo. Escribe López: «Todos sabíamos que más allá del valle que atravesábamos comenzaba el gran desierto radiactivo, que se extiende hasta el norte de la península. Muy pocas ciudades sobreviven, a partir de aquí: la Murcia neomusulmana y la Valencia paleocristiana, que mantienen su buena vecindad gracias a que degüellan o crucifican, respectivamente, en una suerte de pena de muerte ecuménica, a fundamentalistas violentos de uno u otro signo; más al sur está Cartagena, que integra el estado número cincuenta y tres -simbólico número, dado que casi todos están deshabitados- de los Estados Unidos de América junto con las grandes ciudades flotantes-casinos de la parte de un Mediterráneo negro e infectado que baña tanto las costas de la Península Ibérica como las del Magreb, y con Nador, Orán y Argel, tres de los pocos núcleos africanos de población que sobrevivieron a las grandes guerras civiles que siguieron a los intentos de unificación de ese continente; a ellas hay que sumar, ya en Europa, Barcelona, pequeña ciudad francesa de recreo, la estrella del turismo de tercera cuyo antiguo casco histórico y edificios emblemáticos y artísticos se llevaron sus dueños, bancos suizos, ingleses y alemanes, a Europa y a Ganímedes, satélites de Júpiter, y a Titán, de Saturno». Glups.

José Óscar López, Rodrigo Martín Noriega, Israel Gutiérrez Collado, Fernando López Guisado, Diego Luis Sanromán, Juan Vico, Raúl Herrero e Iván Humanes son los forajidos, rancheros, 'cowboys', 'sheriffs' y 'Buffalos Bills' que han hecho posibles los ocho relatos que trotan, entre la fascinación y el vértigo, en 'Extraño Oeste', el original volumen, heredero de todo un mundo literario y cinematográfico de alta tensión y mucho polvo que incluye, por supuesto, la gratitud que se les debe a las antiguas y manoseadas novelas baratas de quiosco, y también a todas esas criaturas tan deleznables como inquietantes y entretenidas que surcan por los mares del terror y de la ciencia ficción.

Ocho historias, para nada previsibles, por las que deambulan divertimento y filosofía de vida, caravanas, coyotes, anhelos de encontrar oro, tribus con las que mejor no toparse, predicadores de lo humano y lo divino, y, por supuesto, ¡chicas al saloon'. Todo eso y mucho más: misterio que no falte. Ni sorpresa. Ni la muerte acechando, ni las visiones apocalípticas. Sí, leyendo 'Extraño Oeste' lo mismo te acuerdas de la madre de H. P. Lovecraft, que te entran ganas de zamparte la nevera entera -bebida aparte- mientras enloquecen los rifles en un buen, regular o malo 'spaghetti-wéstern'.

Solos ante el peligro

¿Quién no se ha sentido atraído por las historias del Lejano Oeste?, ¿quién, tras disfrutar de alguna de ellas, no se ha quedado hipnotizado, o a rejuvenecido, o no ha temido por un instante quedarse solo ante el peligro y que Dios reparta suerte? En el prólogo de 'Extraño Oeste', Juan Vico cuenta, con ritmo cinematográfico, que «durante sus años berlineses, Iggy Pop iba a menudo a un cine de reestreno cercano a su apartamento para ver las películas de Sergio Leone». Y más cosas. «Cada sábado por la mañana», recuerda Vico, «acompañaba a mi tío -al que llamaban El Indio- al mercadillo. Yo llevaba los tebeos de la semana anterior y los cambiaba por otros igual de maltrechos. Él hacía lo mismo con las novelas del Oeste, firmadas por autores como Silver Kane, Lou Carrigan, Keith Luger o su favorito, Marcial Lafuente Estefanía». «Benítez, un amigo del colegio», añade Vico, «se negaba a creer que Estefanía no fuese una mujer. 'Es nombre de chica', repetía. 'Es un apellido', insistía yo. 'Entonces será maricón', zanjaba. Tuve que partirle la jeta, pero incluso con dos dientes colgando no cedió».

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