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Julio Anguita: «Por fin el poder tiene miedo»
ENTREVISTA

Julio Anguita: «Por fin el poder tiene miedo»

La editorial murciana Alfaqueque inicia su colección de Ensayo con el libro 'Julio Anguita. ¡Rebelión!. Impulsor del Frente Cívico-Somos Mayoría

ANTONIO ARCO

Lunes, 14 de julio 2014, 10:45

Dice Julio Anguita, que atiende a 'La Verdad' por teléfono desde su casa de Córdoba, justo a la hora en que la puesta de sol la embellece hasta dejar sin habla al visitante: «Si con lo que está pasando, si esto que tenéis delante ya no os mueve, entonces yo os diría solamente una cosa, y también me la diría a mí mismo: poneos de rodillas y que os terminen de pisar la cabeza. ¡Rebelión, rebelión, rebelión!». Anguita (Fuengirola, 1941), exsecretario general del PCE, exportavoz de IU en el Congreso de los Diputados, referente sin mancha de la izquierda que va de frente, es hoy una voz que se alza entre el griterío y tanto insulto a la inteligencia. La editorial murciana Alfaqueque ha publicado un pequeño libro de ensayo, 'Julio Anguita. ¡Rebelión!', que recoge algunas de sus intervenciones públicas en la Región más lúcidas.

  • 'Julio Anguita. ¡Rebelión!'

  • Editorial Alfaqueque. Colección 'Ensayo y pensamiento crítico'.

  • Precio

  • 10 euros.

-¿Hoy mismo es un buen día para rebelarse?

-¡Sí! Es que, generalmente, se cree que la rebelión consiste en salir a la calle e incendiar los castillos de la nobleza, quemar bancos y un largo etcétera de cosas que, a veces, pueden resultar incluso sugerentes [risas]; pero, vamos, no se trata de nada de eso. La rebelión con causa, que es la que a mí me gusta, va precedida de una no aceptación de lo que hay e, inmediatamente después, de una propuesta alternativa, de un proyecto. No entiendo la rebelión sin un contraproyecto. Cada vez más gente dice 'no quiero esto', 'esto no me gusta'. Y no solo eso, sino que se va sumando gente que le propone un proyecto a los demás para cambiar las cosas. La rebelión es hoy más necesaria que nunca.

-¿Por dónde aconseja empezar?

-Por intentar que seamos muchos, y unidos, los que queremos hacer esa rebelión. Explicárselo a los demás, decirles '¿no veis?', '¿no os dais cuenta?'... Está bien comprobar que hay mucha gente que se da también cuenta de lo que sucede. Los que no estamos de acuerdo con lo que hay podemos ponernos de acuerdo entre nosotros, no estamos solos. Hay personas que están pensando lo mismo en distintos lugares, y se trata de ponerlas en contacto y de ir creando una red fuerte de gente concienciada, de gente que no está dispuesta a soportar más esta situación tan lamentable.

-Bueno, ya sabe lo que suele decirse siempre desde el poder, esté quien esté en el poder: 'O esto o el caos, vosotros sabréis'.

-Es la eterna canción de los poderosos y de los que viven de las migajas que les dan los poderosos, que muchas veces actúan como inquisidores del Santo Oficio; y aquí entran muchos tertulianos... Los poderosos son el problema final, pero inmediatamente delante de ellos se encuentra uno con la jauría que los rodea, una jauría que es la que le hace la vida imposible a la gente.

-¿Se ha repuesto usted de la conmoción de los resultados en España de las últimas elecciones al Parlamento europeo?

-Yo no, porque de verdad que no esperaba estos resultados, entre otras cosas porque carezco de dotes adivinatorias. Los resultados me han gustado muchísimo. Mi fuerza política ha subido y ha irrumpido un torbellino, Podemos, que ya veremos la fuerza que tiene, pero que de momento ha tenido la virtud de colocar patas arriba todo y de hacer que el poder se haya resentido. El poder ha tenido miedo de 'eso' que ha aparecido. Por fin tiene miedo, y no creo que tenga miedo porque Podemos sea una fuerza organizada -es más, en estos momentos tiene problemas normales de organización-, no. Es el discurso de Podemos, y la gente que lo construye -profesores, estudiantes, profesionales y gentes de capas medias y trabajadoras, pero con ideas y con conciencia- los que los tienen inquietos. Ver a tanta gente harta de tanto robo, de tanto ladrón, de tanta corrupción, de tanta mentira, de tanta impudicia. Y, claro, cuando el poder ve que le hace frente gente ilustrada y que constituye las bases de las clases medias, que son las que en un momento dado deciden, éste empieza a ponerse nervioso. Naturalmente, que otras formaciones políticas como Equo y Compromís hayan obtenido escaño también me ha gustado.

-¿Y ahora qué?

-A la izquierda del PSOE la cosa está cobrando una importancia extraordinaria. Hay un potencial tremendo si tenemos entre todos cabeza, y si esos vapores que a veces nos embriagan no nos hacen olvidar en qué situación estamos y que hace falta una unidad de proyecto, o por lo menos una unidad en la causa común, que nos necesita a todos. Desde el Frente Cívico-Somos Mayoría vengo planteando que me gustaría que estas fuerzas que acabo de citar y otras más -ahora mismo, por ejemplo, estoy pensando en la señora Ada Colau [líder de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca]- se sentasen en una mesa y dijesen: 'Ahora no vamos a hablar de listas, porque es imposible, pero por qué no nos ponemos todos de acuerdo en un programa mínimo y el discurso que lo acompaña lo exponemos y lo defendemos juntos'. Y, después, cada uno sigue trabajando con sus propuestas y sus programas. Es importante empezar a visualizar ante la población que hay un discurso común en torno a propuestas inmediatas y concretas para los problemas más urgentes.

-¿Por ejemplo?

-El tema de las pensiones, del salario mínimo, del IRPF, de los créditos, de la vivienda... Es decir, veinte medidas urgentes, necesarias, perentorias. No hace falta buscar ni alambicar grandes propuestas; eso sí, con una característica: todas dentro de la legalidad vigente. Hay una máxima en el judo: devolverle al contrario su fuerza. Pues bien, todas las propuestas deben estar protegidas por la legalidad vigente. Es más; yo que no soy partidario de esta Constitución, le digo que con ella en la mano se pueden plantear cosas interesantísimas. Pero, claro, hay que utilizar la cabeza.

El PSOE y los espejismos

-Usted le hizo oposición al PSOE cuando este partido tenía un enorme poder y estaba encantado de haberse conocido. ¿Llegó a imaginarse que llegaría al desastre en que se encuentra hoy?

-Sí, sí, sí. Con el PSOE se produjo un fenómeno cuando su gran triunfo: la población se volcó con un partido que no tenía estructura, eran poco más de cuatro. Despertó la ilusión del pueblo y, de pronto, consiguieron diputados, cargos en la Administración, ayuntamientos...; cargos a los que llegó de todo. Recordemos el congreso de 1979 en el que don Felipe González planteó que antes de ser marxistas hay que ser socialistas, lo cual es un cuento chino como tantos otros cuentos chinos. Pero son frases efectistas, eso sí. Y a partir de ahí, si lo observamos bien, el PSOE ha sido la otra cara del edificio de la restauración borbónica. Y la prueba más palmaria la tenemos en estos últimos cuatro años: cambio de la Constitución, el relevo del monarca, y el discurso de González, que está apareciendo muchísimo e intentando marcar la línea, que consiste en llevar a su partido a transformarse en el partido demócrata estadounidense. Todo eso estaba escrito. Ganaron elecciones y llegó la ilusión, el espejismo... Y tuvimos muchos cargos socialistas, sí, pero cargos sin ideario y sin proyecto, desde luego sin proyecto socialista. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.

-Y el hecho de que el PP siga teniendo tanta fuerza en España, ¿qué le provoca?

-No salgo de mi asombro. ¿Recuerda aquello de '¡Vivan las cadenas, muera la Nación!'? ¿Recuerda ese aguafuerte impresionante y tremendo en el que se ve a Fernando VII, el rey más déspota y canalla que ha habido en la Historia de España, siendo aclamado y traído a hombros por el pueblo? ¿Recuerda esa frase que tanto se ha repetido en este país de padres a hijos de 'hijo, no te metas en líos', ese miedo a pensar en libertad? Por otra parte, la izquierda -y metámonos todos y sálvese el que pueda, con mayor o menor grado- copió mucho lo peor de los liberales del siglo XIX, la declamación, el discurso declamatorio de las libertades y de la democracia, al que muy pocas veces le dio contenidos concretos. La democracia y la libertad no existen, sí existen sociedades libres y acciones democráticas; se encuentran en lo concreto, entre los pucheros, que diría Santa Teresa. Claro, la gente se cansó de tanta declamación y de las corrupciones que empezaron a aparecer entre los que iban de salvadores; y me refiero a la izquierda y, más en concreto, al PSOE. Y la gente pegó un bandazo y ahí está: en el bandazo. ¿Y cómo se cura eso? Pues se cura, primeramente, leyendo, y también con unas organizaciones políticas que tienen que empezar por el ma, me, mi, mo, mu. El discurso rimbombante de la izquierda y de los trabajadores oprimidos está muy bien, pero vamos a dejarnos de discursos rimbombantes y pongámonos a solucionar los problemas de la cotidianidad de la gente. Yo sé que es muy poco brillante este discurso, pero también sé que es necesario.

-¿Diría entonces que la izquierda está ahora mismo en una buena posición de salida?

-Mire, es que yo ahora mismo lo de izquierdas...; y que quede claro que yo soy de izquierdas, de izquierdas marxista, pero inmediatamente cojo esta seña de identidad y me la guardo en el bolsillo. Porque quiero hablar con el pueblo, y no de los problemas de la izquierda, sino de sus problemas inmediatos. Eso quiero: hablar de los problemas inmediatos de la gente y de los valores que es necesario tener para abordarlos, porque no olvidemos que a la gente hay que hablarle de sus derechos pero también de sus deberes. ¡Ojo con esto, porque los ciudadanos tienen derechos y tienen deberes!

-Sostiene usted que los partidos gobernantes tienen miedo a saber el resultado de un posible referéndum para decidir entre monarquía o república...

-... sí, sí. Y tienen miedo por dos razones. La primera porque sería cuestionarse algo que el poder ya tiene como 'definitivo', y el exponerse, aunque fuese formalmente, a correr el riesgo le haría perder 'auctoritas'. En segundo lugar, porque lo que viene detrás de todo esto es imponer las políticas de la Troika, lo que viene detrás de esto es cambiar la Constitución entre los dos grandes partidos, lo que viene detrás de esto es borrón y cuenta nueva con el 'caso Gürtel', el 'caso Nóos', el 'caso EREs'. Y ante todo eso, que va a necesitar de determinados cambios constitucionales, si la gente empieza votando entre monarquía o república va a querer seguir votando sobre más cosas. Por eso no habrá un referéndum. Por otro lado, la república es algo que hay que explicar bien y que llenar de contenido. A mí, una república por una república es algo que no me interesa en absoluto, es que me da igual. ¿Sacar la tricolor? ¡Pues como si se saca la cuatricolor! Creo que eso es accesorio. Y tampoco tendría sentido una república por el solo hecho de tocar las narices, que es algo que se puede dar con tanta gente cabreada como ya hay.

Rajoy y Mas

-¿Qué va a pasar en Cataluña con la deriva nacionalista?

-Pues cualquier cosa, porque la cerrazón de Rajoy es tremenda; pero además, la obcecación imprudente, incluso diría que delirante, de Mas también lo es. Por varias razones, la primera que lo que Mas ha planteado ha sido un reto. ¿Qué es lo que busca Mas? Pues lo que ha venido buscando el nacionalismo burgués, porque el señor Mas aplica la política del señor Rajoy, ¡cuidado!, tengamos las cosas claras. El nacionalismo burgués siempre ha perseguido una situación última: Estado Libre Asociado. No quiere perder el respaldo que supone, por ejemplo, estar con un Estado que en un momento determinado le manda a la Guardia Civil, al Ejército y a la Policía ante los conflictos sociales; pero, a partir de ahí, yo hago y yo deshago. Ellos no quieren la independencia. Entre otras cosas, porque fíjese: ¿Dónde va a jugar el Barça? [Risas.]

-No se cansa el diputado de IU Alberto Garzón de repetir que usted sería un estupendo presidente de la III República. ¿Qué le parece?

-[Risas.] Me llevo muy bien con Alberto, así es que no esperaba que tuviese tan mala intención conmigo.

-¿Pero le gustaría?

-La república sí, llevo hablando de ella hace ya muchos años. Pero, insisto, yo hablo de república con unos contenidos, con un proyecto, con unos valores, con unos ciudadanos que estén dispuestos a defender sus derechos y a cumplir con sus deberes...; en fin, que una república a palo seco yo no la quiero, a esa fiesta no voy.

-¿Su corazón cómo está? [Es autor de 'Corazón rojo. La vida después de un infarto'.]

-Tranquilo. Lleva ya muchos años sin darme la lata. Una de dos: o me está preparando una faena gorda o ya se ha aburrido de mí. [Risas.]

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