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FRANCISCO OJADOS
Domingo, 2 de abril 2017, 23:13
El Festival Taurino con picadores a beneficio de la AECC, que este año celebraba su XXIII edición, volvió a ser el festival de la alegría. El público llenó los tendidos de La Condomina, cerca de colocar el cartel de no hay billetes, y siguió con interés un festejo que duró más de tres horas y media y en el que los siete integrantes del cartel sumaron un total de once orejas y un rabo. Ayudó al éxito, además de la disposición de los toreros, el buen juego de los toros de El Freixo, ganadería propiedad del diestro Julián López El Juli, que siguió el festejo desde un burladero de callejón. Solo el colorado que le tocó en suerte a Ureña fue deslucido, siendo bravos los lidiados en segundo y tercer lugar, sacando genio el de López Simón y muy colaborador el que cerró plaza.
LA TARDE
Plaza de Toros de Murcia.
Un novillo toro de Los Espartales para rejones y seis para la lidia a pie de El Freixo, bonitos de hechuras y de buen juego.
Sergio Galán, una oreja
Pepín Liria, dos orejas tras aviso
El Fandi, dos orejas y rabo
Cayetano, una oreja
Paco Ureña, una oreja
López Simón, dos orejas
Y Fran Ferrer, dos orejas
Incidencias Lleno en tarde primaveral. Al romperse el paseíllo, los toreros recibieron un obsequio de la AECC. El Fandi sustituyó a Roca Rey.
Abrió el cartel el rejoneador Sergio Galán con una res de Los Espartales. El madrileño se lució en banderillas montando a Ojeda y a Titán, con el que preparó los pares de banderillas con bonitos balanceos y muestras de buena doma, para finalizar su actuación con Oleo, un precioso caballo perla, con el colocó cortas, se adornó con el teléfono y mató de rejón entero que precisó de tres descabellos posteriores. Para él fue la primera oreja.
Uno de los grandes atractivos del festival era la vuelta a los ruedos por un día, en su tierra, y por la causa de la lucha contra el cáncer, del ceheginero Pepín Liria. Ídolo de esta plaza, el murciano no falló. Reverdeciendo laureles cruzó el ruedo para recibir al ejemplar de El Freixo a porta gayola. Increíble apuesta para un diestro retirado. El saludo capotero se recibió con clamor. A la larga le siguieron chicuelinas y el remate, de nuevo de hinojos, con un farol, dejó claro a todo el mundo que el Pepín que había venido a su plaza era el Pepín de siempre. Después de brindar a su amigo Mariano Antolinos, viajó al centro del anillo para compartir el brindis con todo el respetable. Se hincó de rodillas en el tercio y en esa trance comenzó su faena de muleta. Ya de pie ligó las tandas con la diestra, compuestas por muletazos largos. El buen toro de El Juli tuvo clase, lo que aprovechó el de Cehegín también para ligar las series al natural y lograr un circular completo. Se tiró a matar con garra, cobró un espadazo, un pelín trasero por lo que el toro tardó en caer, vendiendo cara su muerte. Enfrió eso algo la petición de trofeos, que fueron al final dos orejas después del aviso.
Dos y rabo paseó El Fandi. El sustituto de Roca Rey justificó de sobra su inclusión en el festival. Su oponente embistió con buen son y movilidad y David le dio fiesta. Una larga cambiada sirvió de saludo y se lució en un quite muy vistoso y variado, en el que se echó el capote a la espalda. Con su habitual destreza y espectacularidad colocó banderillas. Brindó al protagonista de la tierra, a su buen amigo Liria, y el inicio de faena resultó vibrante, citando de hinojos desde el centro del ruedo para torear en redondo. Con este derroche de fuegos artificiales cimentó la faena, muy completa , en la que toreó con limpieza con la derecha y con largura y buena técnica al natural. La traca final, con manoletinas de rodillas, levantó al público de los asientos. El volapié, del que rodó el toro sin puntilla, desató la petición de los máximos trofeos.
El astado que le correspondió a Cayetano fue toro medio, que no molestó y se dejó sin más. El saludo a la verónica, ganando terreno, fue abrochado con una serpentina. Como Fandi, también brindó a Liria en el primer cartel en la que coincidían para torear. Su inició, agarrado a la parte superior de la barrera, con pases por alto, fue sucedido , ya en el tercio, por tandas por ambos pitones que tuvieron buena composición. La faena fue de más a menos y acabó de pinchazo y entera, valiéndole la oreja.
Después de un largo descanso, que el pueblo aprovechó para merendar, fue el turno de Paco Ureña. Al de Lorca le tocó en suerte el astado más deslucido del festejo. Ágil, se libró de un percance al resbalar en la cara del toro, al recibirlo, y con la capa cuajó un buen quite por chicuelinas. Brindó al maestro Dámaso González. El trasteo de Ureña tuvo el mérito de meter en vereda a un descastado colorado, a ratos andarín, a base de verdad y exposición. Se pegó un arrimón, la música tardó en tocar y el público la pidió con insistencia. Fue faena de torero honrado, de la que se llevó el buen sabor de boca de arrancar cinco o seis muletazos de mérito tras un esfuerzo sincero. Después del espadazo en la suerte contraria paseó un trofeo bien ganado.
Tampoco derrochó clase el toro de López Simón, que si tuvo movilidad, sacó genio y, por ello, también cierta transmisión. Brindó desde los medios y con firmeza de plantas y valor fue desgranando series por ambos pitones hasta imponerse a su oponente. La estocada, algo caída, fue eficiente. Hubo petición y el de Barajas paseó las dos orejas.
En último lugar actuó el novillero murciano Fran Ferrer. Se encontró con un bonito ejemplar de El Freixo que embistió con franqueza y nobleza. Alumno de la Escuela de Tauromaquia de la Región de Murcia saludó al cornúpeta con dos largas cambiadas de rodillas para torear después a la verónica con el compás abierto y buena composición. Brindó al empresario Ángel Bernal y a su maestro Pepín Liria, y como hizo este ante el segundo de la tarde, inició su faena de muleta de rodillas. El público, pese a que el festejo cumplía su tercera hora, siguió con interés la faena de un novillero que mostró muy buenas maneras y en la que se descubrió mucho más solvente de lo que expone su experiencia, con una sola novillada con picadores en su curriculum. Además de querer torear bien, dio fiesta con molinetes encadenados. Torero para verlo más. Con la espada pinchó, hasta acertar al cuarto intento. No se tuvo en cuenta para valorar lo bueno que hizo antes y paseó dos orejas que le sabrán a gloria en una tarde en la que se midió a las figuras del toreo.
Al final, el público despidió a los actuantes con una gran ovación de despedida y la taquilla engordará las arcas de la AECC, principal objetivo de este festival, que resultó un éxito.
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