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Rosa Martínez
Martes, 28 de marzo 2017, 23:49
Desde la carretera, la primera vista de Landete dibuja un coqueto entramado de tejados. Se arremolinan en torno a la torre de la iglesia y apenas dejan intuir calles o plazas. Solo hay dos plazoletas en el pueblo, y el acceso a la principal es angosto. Por el camino, llama la atención el intenso tráfico de vehículos pesados que atraviesan este municipio conquense de poco más de 1.300 habitantes. Hace frío. El invierno todavía no ha dado descanso a abrigos y bufandas.
El taller de Fréderic Desmottes, donde desde el pasado septiembre se construye el nuevo órgano de la iglesia murciana de San Miguel, se ubica en el corazón de Landete. Desde su patio casi se pueden acariciar los muros de la iglesia, y sobre él descansa la madera empleada para la construcción de los órganos. Hay roble, pino, arce y nogal. Proceden de Rumanía, Francia y la propia provincia de Cuenca, de cuya capital Landete dista unos escasos cien kilómetros, y cada una de ellas se emplea para dar forma a una parte del instrumento. El roble, más fuerte y noble, para la estructura del órgano; el resto, para armar su mecanismo y los teclados. Salvo los tubos -y no todos- por los que circulará el aire dando cobijo al sonido, fabricados estos con plomo y estaño, y a excepción de pequeñas piezas empleadas como engranajes realizadas con hierro, todo el órgano está construido en madera; incluidos sus teclados, chapados en boj, y para cuya fabricación también se emplea el ébano, encargado de dar color, por su pigmentación más oscura, a las teclas de sostenidos.
Los teclados de San Miguel ya están terminados, al igual que su caja, nombre que recibe la estructura del órgano, de 6,40 metros de altura y 3,20 de ancho. También están fabricados los tubos frontales o de fachada que se instalarán en el instrumento, aunque «aún queda mucho trabajo», reconoce Desmottes; apenas se ha cubierto la mitad de las cerca de 7.000 horas necesarias para acabar el proyecto. El órgano de San Miguel, cuyo encargo de construcción ha impulsado el párroco de la iglesia, Silvestre del Amor, con el apoyo de la Asociación Merklin Amigos del Órgano de la Región de Murcia (Amaorm) y los propios feligreses, quienes a través de donaciones están financiando esta iniciativa -su coste ronda los 300.000 euros-, constará de 1.337 tubos. De ellos, 38 serán de madera y ya están elaborados. La intención de Del Amor es que el órgano esté finalizado en septiembre y pueda instalarse en el coro de la iglesia murciana coincidiendo con la festividad de San Miguel, el día 29. Hasta ahora los plazos se están cumpliendo y si el ritmo de trabajo no varía, lo que dependerá de que los pagos se vayan realizando con puntualidad, San Miguel estrenará su órgano pasado el verano.
Proceso artesanal
En el taller de Desmottes trabajan ocho personas. Cada una de ellas se encarga de una parte específica del instrumento, aunque todos conocen el proceso de fabricación del mismo. Es importante, señala el maestro organero, afincado en España desde 1989, que cada una de las piezas, fundamentalmente los tubos, estén realizadas con el «mismo gesto» para que el sonido que se cree en los conductos de viento sea igual, incluso si hay un defecto, este debe estar repetido en cada uno de ellos.
El proceso de construcción es totalmente artesanal. Desde la fundición del metal para lograr la aleación de plomo y estaño al montaje del instrumento, que en el caso de San Miguel se realiza por partes y con una grúa. El órgano que presidirá el coro del templo murciano no es el único encargo en el que trabaja el taller de Landete estos días, aunque sí es el más grande. En sus salas se fabrican actualmente cuatro «órganos de continuo», llamados así por su tamaño, más pequeño, y su función, dedicados a acompañar a un coro, explica Desmottes. También se construyen dos órganos para Francia y uno para Suiza.
De Landete han salido instrumentos de viento y teclado de nueva construcción hacia Austria, diversas ciudades francesas, Valencia, Alicante, Cuenca y Palencia, aunque también en él se han restaurado un amplio número de órganos procedentes de distintas ciudades españolas, y países como Brasil. En la Región, la firma del organero francés está vinculada también con los órganos de Ricote, en la iglesia de San Sebastián, y Alguazas, en San Onofre, restaurados en su taller en 2002 y 2003, respectivamente. De estilo barroco y construidos ambos en la primera mitad del siglo XVIII, son dos de los más antiguos de la Región y «un valioso testimonio del saber hacer de los maestros de entonces», afirma Desmottes.
El que ocupará el coro de San Miguel será de corte neobarroco y contará con dos teclados y 56 notas. Está diseñado especialmente para la interpretación de la música de J. S. Bach y los autores contemporáneos a él. El compositor alemán, recuerda Carlos Rafael Pérez, presidente de Amaorm, está considerado uno de los principales referentes en este tipo de música. Para Pérez es la segunda visita al taller de Desmottes. Los trabajos de construcción del órgano van avanzados y el viaje hasta Landete, realizado también por 'La Verdad', el párroco y un grupo de feligreses, tiene por objeto conocer y comprobar el estado del instrumento.
Tubos con rúbrica
Su imponente estructura está completamente montada y se erige en un lateral de la principal nave del taller conquense. En su cintura, la parte más pesada -sobre unos 220 kilos, precisa Desmottes-, se ubicará el secreto, conocido como el «corazón del órgano». En él se encuentran los tubos que distribuirán el aire. Es una caja cerrada, cuyo interior permanece oculto también para el organista, de ahí su nombre. En ella, explica el artesano francés, suele tallarse la firma del constructor.
Sin embargo, en el caso de San Miguel, la de Desmottes no será la única rúbrica que figure en este instrumento. Cada uno de los 1.337 tubos que lo conforman irán grabados con el nombre del mecenas que lo financie. Es una forma de costear el proyecto de construcción que, explica Desmottes, es bastante habitual en este tipo de encargos. El precio de los caños es variable y oscila entre los 60 euros de los tubos más pequeños e interiores y los 3.000 de aquellos que ocupan la fachada del órgano y poseen mayor tamaño. Desde la parroquia, cuenta Del Amor, también se están llevando a cabo diversas actividades con el fin de recaudar fondos.
Durante años, la iglesia de San Miguel, recuerda el párroco, contó con un modesto órgano del siglo XVIII. Fue desmantelado durante la Guerra Civil, y de él apenas quedaba su armazón. «Era más costoso restaurarlo que construir uno nuevo», precisa el sacerdote, quien añade que, una vez instalado, los beneficios que se obtengan por su uso en ceremonias privadas y conciertos se destinarán tanto a su mantenimiento como a apoyar la labor de Cáritas.
Conservación
El cuidado y puesta a punto del órgano de San Miguel llevará también la firma de Desmottes. Tanto la afinación a fondo del instrumento como los trabajos de mantenimiento suelen ser realizados por los maestros organeros encargados de su construcción o restauración, explican desde Amaorm, porque son estos quienes mejor conocen su mecanismo. Lo ideal, afirma Desmottes, es que de forma anual se realice una pequeña revisión y un trabajo más a fondo pasados 10 o 15 años. El cambio de temperatura, la humedad y la contaminación, entre otros factores, señala, influyen en el sonido del instrumento, cuyo coste de mantenimiento, apuntan desde Amaorm, suele ser elevado debido a que, además de ser una tarea laboriosa, implica el desplazamiento durante varios días del maestro organero y, en ocasiones, también de parte de su equipo. Por ello, añaden, que Desmottes haya intervenido en la restauración de otros dos órganos en la Región es una ventaja, ya que permitiría dividir costes.
Además de Alguazas y Ricote, son cerca de una decena los municipios murcianos que cuentan con un instrumento de este tipo. Estrechamente vinculado a la función litúrgica, su música se puede disfrutar, entre otros lugares, en Murcia, en el convento de las Anas y la Catedral; en Lorca, en la iglesia de San Francisco; en Cieza, en la basílica de la Asunción; y en Caravaca, en la basílica de la Vera Cruz. Pero hay más. En vías de recuperación también se encuentra el órgano de la iglesia Nuestra Señora del Rosario de Santomera, cuyos trabajos, presupuestados en 122.000 euros, realizará el maestro organero Carlos Manuel Álvarez en su taller de Villel, en Teruel; y en Cartagena, el órgano de la iglesia de la Caridad, aguarda, aunque sin fecha, una restauración.
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Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Doménico Chiappe | Madrid
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