![Varios contenedores arden en las vías.](https://s2.ppllstatics.com/laverdad/www/multimedia/201710/04/media/cortadas/psvv1-U213734463482X1F-U40942618435RPG-624x385@La%20Verdad-LaVerdad.jpg)
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Los ánimos siguen caldeados a propósito del soterramiento y de las obras para la integración de la alta velocidad en Murcia. Ayer se vivieron momentos de violencia y máxima tensión entre manifestantes y la Policía Nacional, que se saldaron con dos detenidos, uno de ellos con una brecha en la cabeza por un porrazo, y varias personas con contusiones. Por la noche un grupo de radicales atacaron y derribaron todas las pantallas instaladas en la vía provisional.
Pocos entienden que la manifestación del sábado, con 50.000 personas en la calle, no haya servido -a su juicio- para que las administraciones muevan ficha. Y menos aún aceptan que el alcalde Ballesta votase en el consejo de Murcia Alta Velocidad a favor de los planes de Adif, pese a la moción del Pleno en contra. Así que cuando ayer a primera hora de la mañana la empresa que está colocando las mamparas de la vía para el AVE se dispuso a seguir con los trabajos junto al colegio Gabriel Pérez Cárcel, en la parte más próxima al epicentro de las movilizaciones, los vecinos trataron de impedirlo golpeando de nuevo cacerolas y haciendo sonar los pitos contra los policías desplazados y contra los operarios.
Las obras pudieron seguir, pero a trancas y barrancas, en medio de un fuerte dispositivo antidisturbios.
Los agentes formaron una columna conteniendo a la masa con vallas que se tambaleaban por momentos. En el paso a nivel más efectivos impedían que la gente ocupase la traza del ferrocarril, garantizando que pudieran seguir circulando -90 cada jornada-. «¡Contadles a vuestros hijos a qué os dedicáis!», interpeló a los operarios un exaltado que se quejaba de que compró su vivienda hace una década con la promesa de un soterramiento que no se ha producido, temiendo que se devalúe durante los años que esperan de obras.
La mañana transcurrió con agitación social e improvisación policial. El número de manifestantes crecía a medida que corría la voz de que iban a terminar «el muro». «¡No queremos vivir en una ratonera!», chillaban. La llegada de políticos de la oposición sirvió para que los concentrados les exigieran más implicación para resolver un conflicto que se encona y cuya solución, según la Plataforma, pasa por que se detengan unas obras que solo provocan división y enfrentamiento. «Si viene más gente acabarán hechos un flan», decía, mirando a los policías, Loli Tornel, que lleva junto con sus hermanos Carmina y Pepe, el cura obrero fallecido en 2013, más de 30 años de compromiso para conseguir la desaparición de las vías en superficie. «Esto es un despropósito», decía Miguel Ángel Sánchez Prieto, vecino de Algezares y enfermero del Reina Sofía, que se desplaza a su centro de trabajo en bici y ayer llevaba una cuchara de palo con la que aporreaba un macetero de latón. Su hija María, de 10 años, hizo sonar su violonchelo en la manifestación del sábado en la que se interpretó 'El muro' de Pink Floyd. «Por aquí hacemos nuestra vida y pasamos a diario; si nos cortan el paso, nos parten la vida». Ana García Sánchez se ofreció a prestarle a Ballesta su silla de ruedas para que vea desde otra óptica el panorama: «¡Que defienda a su pueblo y no gobierne de espaldas!».
Los históricos del soterramiento no estuvieron solos ayer, a diferencia de tantos otros martes del pasado, que incluso recuerdan con regusto amargo porque muchas veces sintieron que los vecinos no se implicaban en la causa. Sobre las dos de la tarde, coincidiendo con la salida de los alumnos del IES Mariano Baquero, en Torre de Romo se vivió la escena más crítica de la jornada. Varios agentes intentaron identificar a un hombre que por la mañana había participado en la protesta. Estaba en el portal del edificio Mirasierra III, custodiado por varios agentes, gritando con los brazos en alto que le iban a dar una paliza cuando se lo llevasen en el coche patrulla. Fue reducido en dos ocasiones al intentar zafarse. La gente se concentró alrededor para ver qué estaba ocurriendo. «Solo le han pedido identificarse y le han pegado al negarse», se decían unos a otros conforme la multitud era mayor en torno al número 67 de Torre de Romo.
Los agentes se vieron rodeados por decenas de personas que les gritaban «Vendidos», «¡Fuera!» y «Sinvergüenzas», hasta que consiguieron introducir al hombre en un coche en mitad de un tumulto que trataba de impedirlo. Dos personas se echaron delante cuando emprendió la marcha, entre ellos José Coy, activista social y militante de Podemos, que acabó por los suelos, mientras el vehículo huía a gran velocidad. Los insultos contra los agentes no cesaron. Uno de ellos fue golpeado por un joven, «Jesús [Sánchez], el de la calle Belenes», que, según algunos testigos, dio una patada a un policía, y este reaccionó propinándole un 'gomazo' en la cabeza que le hizo sangrar de forma abundante. Ese joven fue también detenido.
Torre de Romo parecía una batalla campal por momentos. El jefe de la Policía, Cirilo Durán, medió con los familiares del chico herido que pedían que se lo llevasen en una ambulancia. Los agentes finalmente lo cargaron en el furgón; la madre rompió a llorar al ver que no podía hacer nada. Su impotencia y su desconsuelo acabó contagiando a otros.
«¿Es que el AVE es la única conexión ferroviaria decente con Madrid?», preguntaban los históricos del soterramiento a políticos del PSOE, Podemos, Ciudadanos, Cambiemos y Ahora Murcia que se iban acercando al teatro de los sucesos. «Solo se busca una foto con la cabeza de pato, pero esa no es la foto que queremos los vecinos», dijo Loli García. Varios manifestantes rodearon a Mario Gómez y a Carlos Peñafiel para pedirles que plantearan una moción de censura contra Ballesta. «¿Tú te asociarías con cuatro desconocidos?», respondía Gómez sobre sus hipotéticos socios echando balones fuera. La portavoz socialista, Susana Hernández, dice que no será obstáculo si hay votos suficientes. El exportavoz del PSOE Pedro López, que ha colaborado en la victoria de Diego Conesa como secretario regional, tomó la palabra, megáfono en mano, ante miembros de la Plataforma y políticos -entre ellos la mayoría de componentes del grupo municipal-, pidiendo a la oposición que lidere un cambio de gobierno en La Glorieta «para ser fuertes ante el Estado y ante el PP. Esto lo tenemos que hacer con cariño, no con reproches. No vale lo que ha pasado, lo importante es lo que pueda pasar».
Los grupos mantendrán hoy una reunión para acercar posturas. Anoche cientos de personas se concentraron en las vías, acampando para alertar si siguen las obras. «Que no, que no queremos AVE», se escuchó.
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