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JOSEFINA MECA
Martes, 23 de junio 2015, 01:27
La clave de la normalidad de 2.000 niños que viven como refugiados en Líbano está en poder ir al colegio cada día. Algo tan cotidiano se convierte en una especie de lotería, en un país en el que uno de cada cuatro ciudadanos es refugiado procedente de un país en conflicto (1,2 millones en total). Es el caso de Ghada, una niña de 13 años que huyó de la guerra civil siria con su familia para refugiarse en suelo libanés. La ONG jesuita Entreculturas utiliza su testimonio para llamar la atención sobre la complicada situación de estos menores, con motivo de la celebración del Día Mundial de las Personas Refugiadas.
«Son niños que han vivido el trauma de la guerra, el trauma de salir de su país y llegar a un nuevo lugar que no te quiere», relata Ángel Benítez-Donoso, subdirector de una escuela gestionada por el Servicio Jesuita a Refugiados. «Viven hacinados, con poca higiene y los que tienen la suerte de ir a la escuela, pueden ser niños durante esas horas», explica. Es el caso de los 1.500 niños que la ONG acoge en las tres escuelas que tiene en Siria. Los menores que no pueden ir al colegio no salen ni a la calle por miedo. «El colegio llega a ser un hospital de normalidad, es un espacio donde jugar, estudiar y relacionarse con otros niños», puntualiza Ángel.
El trabajo de la ONG no termina en las escuelas, sino que ofrece además programas de asistencia alimentaria, talleres sobre salud, clases de idiomas o informática para mujeres y jornadas de concienciación con la integración como objetivo. «Tenemos un equipo de fútbol abierto en el que pueden participar tanto refugiados como libaneses», apunta Andrea Zard, responsable de asistencia a familias refugiadas.
«Sin educación, no hay paz»
Entreculturas presentó ayer en Murcia su campaña 'Noland. Derecho a jugar sin jugarse la vida'. «Hay que llamar la atención sobre el derecho a jugar y a aprender. Sin educación, la construcción de la paz es imposible», asegura la responsable de proyectos de África del Oeste y Oriente Medio, Raquel Abad, que detalla que la concienciación de la sociedad tiene dos vertientes: «Sensibilizar sobre la importancia de la educación de los niños víctimas de conflictos y guerras, y mejorar la actitud de hospitalidad de los países receptores de los refugiados».
La respuesta de la comunidad internacional ante esta realidad es, a todas luces, «insuficiente», teniendo en cuenta que hay 25 millones de menores refugiados como Ghada, y otros 230 millones que siguen viviendo en zonas en conflicto. La historia que pone cara a la campaña, que puede verse en www.entreculturas.org, termina con un anhelo común: «Ellos son sirios, es su historia, su cultura. Su deseo es volver».
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