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Martes, 17 de mayo 2016, 13:41
El abogado murciano Diego de Ramón, que fue el primero que interpuso en 2010 una querella a la Fiscalía para instar a la investigación de las presuntas irregularidades cometidas en la construcción de la desaladora de Escombreras, afirmó que se trata del "mayor escándalo de corrupción" de la Región de Murcia, al suponer un "agujero de 600 millones de euros de deuda para la Comunidad y representar un gasto que oscila entre los 40.000 y los 70.000 euros diarios a las arcas del Gobierno regional".
Se trata de la querella que dio lugar a que la Brigada Provincial de Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía se presentara este martes en las instalaciones de la planta desalinizadora para proceder a un registro y pedir documentación, a instancias del Juzgado de Instrucción número 5 de Murcia, cuyas actuaciones declaró secretas.
De Ramón, que será citado próximamente a declarar en la Comisión de Investigación de la Desaladora puesta en marcha por la Asamblea Regional, reprochó que fue el Ejecutivo del expresidente Ramón Luis Valcárcel el que generó una deuda de 600 millones de euros al asumir un coste "altísimo" por la construcción de la desaladora. Y es que reprocha que ACS, la empresa constructora, pidió un préstamo y la Comunidad Autónoma lo subrogó.
A todo ello se suma "el coste de un millón de euros para pagar a asesores externos", una labor que podrían haber asumido los servicios jurídicos de la Comunidad ahorrando esa cantidad, lamentó De Ramón, quien añadió también el gasto de ocho millones de euros anuales que se le paga en concepto de mantenimiento a Tedagua, que es una sociedad "creada por la propia empresa".
"La empresa ha creado todo un entramado de sociedades que se encargan de todo el proceso de producción, desde la desalación hasta los servicios jurídicos", lamentó De Ramón, quien criticó que la factura "corre a cargo de la Comunidad Autónoma".
En este sentido, De Ramón criticó que las turbinas de la desaladora "están funcionando solo al 20%" y la infraestructura supone "unas pérdidas diarias de entre 40.000 y 70.000 euros diarios", reprochó el letrado. "Todo ello gracias a Valcárcel y a su Equipo de Gobierno", añadió.
De Ramón recordó que él fue el primer en presentar la querella sobre la desaladora nada más conocer las presuntas irregularidades destapadas por el Tribunal de Cuentas, y que detallaban un reguero de presuntos delitos: "malversación de caudales públicos, falsedad en documentos públicos, prevaricación y estafa".
A este respecto, lamentó que no fuera el interventor de la Comunidad, Eduardo Garro, o los propios servicios jurídicos del Ejecutivo autonómico los que tomaran cartas en este asunto nada más conocer el informe del Tribunal de Cuentas. Y es que la Ley "dice bien claro que toda persona o funcionario público que tenga conocimiento de un delito está obligado a ponerlo en conocimiento de la autoridad judicial", según el letrado, quien los acusa por ello de ser "presuntos encubridores".
Recalificación de terrenos
El letrado murciano, que pidió personarse en el procedimiento en el Juzgado de Instrucción número 5, recuerda que la desaladora se creó para "recalificar 180 millones de metros cuadrados" en los municipios de los 26 ayuntamientos que firmaron el convenio de aprovisionamiento con el Ente Público del Agua. "El terreno pasaba de tener calificación rústica a urbana, con el correspondiente aumento de recaudación del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI)", reprochó.
A este respecto, De Ramón aclaró que el cambio del uso de los terrenos de rústico a urbano "requiere el permiso y la autorización de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS)", que no autorizó las operaciones al considerar que "no había agua suficiente para abastecer las urbanizaciones planeadas".
Por este motivo, el abogado criticó que la Comunidad Autónoma creó el Ente Público del Agua, que "no es más que un organismo cuyo objetivo era puentear la labor de la CHS", aseveró.
Ahora, criticó que el Gobierno regional "nos está engañando, porque la desaladora ni costó lo que dicen ni rinde lo que anuncian". Además, explicó que la infraestructura supone un "problema de salud pública" porque toma el agua de la propia dársena de Escombreras, "que cuenta con elementos contaminantes como plomo, arsénico o cadmio". Para evitar este problema, explicó que la toma de agua debería estar fuera de la dársena.
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