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JOSÉ SÁNCHEZ CONESA
Miércoles, 26 de noviembre 2014, 02:01
El Partido Cantonal se fundó en 1976 con el gran objetivo de conseguir la provincia para Cartagena y luchar por sus señas de la identidad, cosa que no nos extraña nada porque entre sus fundadores se encontraban el abogado Julio Frigard y el médico Carlos Romero Galiana, gran investigador y defensor de los molinos de viento de nuestro campo. Este partido instituyó en 1986 unos galardones para premiar a personas destacadas en la vida pública por su trabajo a favor de Cartagena y que llevan por nombre las medallas laureadas cantonales. Recogen así una tradición que nos remonta al Cantón, a un decreto del día 18 de julio de 1873 por el que se premia a aquellos voluntarios y militares que apoyen y defiendan el levantamiento popular que pretendía instaurar la República Federal en nuestra nación, un impulso humanista que creía firmemente en la comunidad local, destinataria de la soberanía, porque eran los vecinos de la localidad los que ostentaban el poder decisorio para sumarse o no al Estado.
En anteriores convocatorias fueron reconocidas personas de la talla de Carmen Conde, el torero Ortega Cano, el fotógrafo Juan Manuel Burgos, el empresario Diego Illán, el futbolista Pedro Arango, el arqueólogo Ivan Negueruela. Este año, en acto presidido por Celestino García Alfaro, secretario general y por su presidente Miguel Bastida, actuando de maestro de ceremonias el periodista Antonio Conesa, han sido distinguidos el coronel de Artillería retirado Aureliano Gómez Vizcaíno, alcaide de Aforca, la asociación que trabaja por la investigación y puesta en valor del patrimonio militar cartagenero: castillos, fortalezas, baterías, murallas o torres vigías.
Explicamos que el alcaide es, desde la Edad Media, el máximo jefe militar de un castillo. Ahí quedan los artículos de Aureliano, sus participaciones en congresos y sus libros como son 'Guía turístico-histórico de castillos y fortalezas de Cartagena', 'La Arquitectura militar defensiva en la base naval de Cartagena' o 'Las Tierras de Poniente. La Azohía e Isla Plana'. Aureliano siempre me evoca al gran Gabriel García Márquez y sus 'Cien años de soledad', uno de sus personajes es el también coronel Aureliano, pero en este caso apellidado Buendía.
Otro de los protagonistas de la noche fue Leandro Sánchez Martínez, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos hasta hace unos días; ahora le sustituye Cristina Roca Ballester. El premiado ratificó en su discurso la posición de la Federación a favor de la provincia, la defensa de la sanidad pública con su ardua lucha para que no se cierre el Rosell, el mantenimiento de la actual estación de ferrocarril para la llegada del AVE, la regeneración de la bahía de Portmán, la declaración de BIC para que no desaparezca la Algameca Chica. Leandro me anunció que se prepara un libro sobre la historia de este singular paraje, poblado desde finales del XIX. Unos noventa mil vecinos están afiliados a estas asociaciones que vertebran las principales plataformas reivindicaciones y que han hecho de Leandro Sánchez un referente moral de las aspiraciones ciudadanas frente al poder. Nos relató su nacimiento en San Antón, los baños de niño en el faro de Navidad, sus escapadas por las baterías de costa o el campo de la zona oeste para contemplar la flora y la fauna. Sigue descubriendo lugares mágicos pero ser cartagenero para él consiste en luchar contra las injusticias que padecen sus vecinos y en eso ha aprendido mucho de su padre, Luis Sánchez Pina.
La palmesana Florentina Moreno Sánchez fue la tercera condecorada con la Medalla Laureada Cantonal, contando entre sus méritos la fundación del Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena de La Palma, un colectivo que trabaja por la conservación de bailes, cantos y vestimentas de nuestro Campo de Cartagena. Florita tuvo palabras de recuerdo para todos aquellos que ya no están y han trabajado por la transformación de una vieja casona de La Palma en la bella Casa del Folclore y por la continuidad del Festival de Folclore de la comarca. Especial mención hizo de María Rosa Loma, profesora pionera que creó hace unos 40 años la actividad extraescolar del baile regional; Pilar de la Rocha, quien les enseñó buena parte del repertorio cartagenero; el profesor de música Antonio Martínez Cánovas, fallecido hace unos meses y su marido Ñico Martos. Éste aseguraba que su mujer era la más besada por los políticos de Cartagena. Su Panda rojo nunca era multado aunque estuviese aparcado indebidamente porque la conocían y respetaban hasta los municipales.
Wandosell y los pueblos
Gonzalo Wandosell Morales, presidente de honor del PCAN y líder histórico, recibió la Laureada Extraordinaria. Hace unos meses dedicábamos en esta sección un artículo al libro escrito por su hijo Gonzalo Wandosell Fernández de Bobadilla sobre la figura de su bisabuelo Pio, el primer Wandosell que llegó a nuestra tierra al calor del 'boom' minero. Un empresario republicano (de la I República) que defendió a los obreros, mediando en conflictos laborales y que da nombre al famoso Huerto Pío.
Wandosell Morales, en su línea habitual de equilibrio y justicia, habló en su discurso que el poder municipal ha olvidado históricamente a sus pueblos. En efecto, si los cantonales definen a su partido como descentralizador y reformista (además de pacifista y ecologista) deben predicar con el ejemplo en su trato a las diputaciones rurales.
Las medallas por los XXV años de militancia cantonal recayeron en Juan Antonio Gutiérrez de Uriarte (aunque lleva casi 35), Juan Manuel Alcaraz Robles y el anfitrión Manuel Sánchez Juárez, porque la excelente y opípara cena tuvo lugar en La Cartuja, anterior Cortijo Juárez. En el relato de estos militantes pudimos apreciar su contribución a causas como las fiestas de Romanos y Cartaginenses, una plaza de toros para el municipio, la romería de San Ginés de la Jara o el asociacionismo vecinal. Manolo Juárez, presidente del Club Taurino de Cartagena, tomó la alternativa como matador de toros en 1984, en Orihuela, apadrinado por Ortega Cano y como testigo Juan Antonio Esplá, aunque la primera vez que toreó fue en La Palma con Paquito Esplá (padre de Juan Antonio), durante las patronales de 1954. En resumen, noche de olés y vuelta al ruedo.
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