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LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN
Sábado, 24 de mayo 2014, 00:45
Hace 152 años ocurrieron una serie de acontecimientos de gran relevancia en Cartagena y la naciente fotografía fue testigo de todo ello. La visita de la Reina Isabel II, en compañía de su familia, marcó intensamente la actividad de esta localidad por espacio de varias jornadas.
La estancia real vino enmarcada dentro de la gira que se venía realizando por las provincias andaluzas y la de Murcia.
Como séquito participaba activamente Clifford, que con su máquina logró captar unas imágenes que sirven de referencia para mostrar la dificultad y complejidad técnica de los inicios de la fotografía en España. La maestría técnica queda reflejada en estas fotos de Cartagena que forman parte de la propia historia fotográfica de este país.
En sus inicios utilizó la técnica del daguerrotipo, pero ya en 1852 comenzó a usar el calotipo. Con esta práctica realizaría estas fotos en el puerto. Para ello emplearía la mayor cámara fotográfica construida en el mundo hasta ese día, con la cual se podían sacar instantáneas hasta de metro y medio en cuadro. Obtuvo vistas en casi todas las tierras de España, salvo País Vasco, Galicia y Canarias. Copias positivas originales se conservan principalmente en la Biblioteca Nacional de España, el Palacio Real de Madrid y el Museo del Prado.
Las fotografías que presentamos hoy forman parte del denominado 'Álbum de Andalucía y Murcia', que fue propiedad de los duques de Montpensier, y muestran abundantes ejemplos de paisajes urbanos, casas consistoriales, catedrales, iglesias y monumentos.
La llegada de la Reina, su marido y los infantes Alfonso e Isabel, se produjo sobre las seis y cuarto de la mañana de un 23 de octubre de 1862, pero el desembarco a tierra no tendría lugar hasta las once y media debido al malestar en que se encontraba la Reina tras la travesía desde Cádiz.
El descenso se realizó en la dársena de botes, entrando al recinto urbano por las puertas del muelle. La ciudad se encontraba totalmente engalanada y con toda su gente ansiosa de vitorear a los monarcas, en la bahía y Arsenal, donde fondearon varios buques de la Armada: las fragatas 'Carmen' e 'Isabel II', la 'Berenguela', el vapor 'Colón', y las goletas 'Lucía' y 'Consuelo'.
El recibimiento estuvo amenizado por ocho bandas de música que acompañaron a la comitiva por las calles de la ciudad hasta el Palacio de la Capitanía General, lugar donde se instaló la Familia Real en los dos días de permanencia en esta localidad. Visitaron la Maestranza -Parque de Artillería, la Iglesia-Hospital de la Caridad y otros conventos e instituciones cartageneras.
Por la noche, con la ciudad iluminada por miles de farolillos y bombillas amarillas y encarnadas, se ofreció a sus majestades una serenata, y más de cuatro mil hombres participaron en la procesión de los obreros del Arsenal. La jornada acabó con un baile que ofreció a la Reina el Ayuntamiento en el castillo de la Concepción.
Especial relevancia tuvo la visita a la Sierra Minera. Dentro del programa se incluía la bajada a una mina, en concreto al llamado pozo La Belleza, en Herrerías, con una profundidad de 300 metros, siendo la primera vez que un monarca realizaba este tipo de visita. Para ello se acondicionó un tren minero con vagones transformados para dicho evento.
Tal toma de contacto in situ de la más alta autoridad nacional, generó innegable interés por la explotación rentable y positiva de la zona, iniciándose una nueva era de desarrollo económico determinante para los años siguientes en Cartagena y su comarca.
Otro hecho destacable fue la inauguración oficial del primer servicio ferroviario que enlazaba Murcia y Cartagena.
Finalizada su estancia en Cartagena, Isabel II se montó en un tren, improvisándose el lugar de embarque, ya que no existía estación alguna. Su destino era Murcia. Con este viaje inauguraría la vía férrea, que uniría desde ese momento, las dos ciudades más importantes de la Región. Pero, como cuentan las crónicas, «las obras de la vía férrea se hallaban bastante lejanas a su conclusión». Aquel viaje, en realidad, no fue inaugurar el ferrocarril. Los reyes marcharon de Cartagena a Murcia, por unas improvisadas vías colocadas a prisa y corriendo por la empresa ferroviaria, para el uso exclusivo de aquel día. De hecho, no mucho después, aquellas improvisadas vías fueron destruidas por una riada. Cuando los reyes llegaron a Murcia, se apearon en otra improvisada estación. El primer viaje con pasajeros y mercancías, se realizaría el 1 de febrero de 1863, quedando así inaugurada, de verdad, la línea Murcia-Cartagena.
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