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Evedasto Lifante, en 2011, cuando era pedáneo de Barinas.
«Mi padre no se va a fugar dejando a sus hijos y nietos»

«Mi padre no se va a fugar dejando a sus hijos y nietos»

La familia de Evedasto Lifante defiende que el empresario no ha huido, sino que está buscando inversores para evitar la cárcel pagando al fisco

Jorge García Badía

Miércoles, 8 de febrero 2017, 01:47

La última bala que tenía en la recámara para eludir la cárcel era encontrar algún comprador para su cantera de mármol -situada cerca del paraje de La Zarza- y saldar su deuda con Hacienda, pero no halló a ningún empresario interesado. «Estaba viendo inversores y no le daban lo que pedía», lamentaba ayer José María, el hermano del empresario Evedasto Lifante, a quien el Juzgado de lo Penal número 6 de Murcia ha puesto en busca y captura y ordenado su ingreso en prisión -como ayer publicó 'La Verdad'- por eludir el pago al fisco de casi 1,9 millones en los años 2005 y 2006. «Mi madre está preocupada», admitía ante la aparente falta de información de la familia sobre el paradero del otrora pedáneo de Barinas.

«Su situación económica es jodida», resume sin paños calientes José María. «Estaba preocupado por negociar con la cantera para pagar a Hacienda». Evedasto Lifante sabía que su tiempo en libertad se acababa y el viernes 27 de enero hizo las maletas para desaparecer del 'palacete' rural que tiene en el paraje de Los Corrales. A la semana siguiente, el juzgado le comunicó al puesto de la Guardia Civil de Abanilla que debía notificar al empresario su ingreso en prisión para los próximos cinco años, pero no pudieron localizarle. «No creo que se haya ido del país», defiende José María. Antes de concluir la conversación telefónica con 'La Verdad', aclara que «en el extranjero no tiene a nadie».

El hijo de Lifante también desmiente categóricamente que se haya fugado para no poner un pie en la cárcel de Campos del Río. «Está en Madrid en un viaje de negocios», recalcaba. Sin embargo, no podía precisar cuándo volverá ni en qué hotel se hospeda de la capital. «Más de 15 días no suele ausentarse; volverá en cuando termine sus asuntos». De hecho, el joven insistía en que el motivo del viaje es tratar de saldar la deuda. «Antes de irse me dijo: 'Me voy a ver si arreglo esto'. No hubo despedida. Él va a acatar lo que diga el juez».

La familia sostiene a capa y espada que Lifante sigue buscando 'in extremis' compradores para la cantera, con la Benemérita y la Policía Nacional pisándole los talones. «Mi padre no se va a fugar para dejar aquí a sus hijos y sus nietos», reflexionaba el vástago del empresario, con rictus serio y parapetado tras la valla perimetral del chalé de su progenitor. «De España no se va a ir».

Ley del silencio en Barinas

Entretanto en la pedanía de Barinas se impone estos días la ley del silencio. Nadie quiere hablar del asunto, entre otras cosas, según apunta un alto exdirigente del PP, porque sus paisanos no olvidan que cuando al empresario le fue bien no le falló a sus vecinos. «Un día fue casa por casa con una bolsa llena de billetes para liquidar todo lo que debía a sus trabajadores». La fortuna de Lifante se empezó a forjar cuando promovió y gestionó el centro de menores de La Zarza con dos socios. Después llegó el negocio del mármol, el Club Atlético Voleibol Murcia 2005, fincas, inmuebles en Murcia, dio el salto a la política municipal de la mano del exalcalde Fernando Molina.... hasta que entró en barrena por la crisis.

«Hace dos años le presté 2.000 euros y creo que ahora sí que no los voy a cobrar», ironizaba este exdirigente del PP. «Fundía el dinero de forma impulsiva». Valgan como ejemplo los chalés que construyó en su momento para las concentraciones de las jugadoras de su equipo de voley. El presidente de los populares abanilleros, José Antonio Blasco, tampoco sabe dónde está Lifante. «No tengo ni puñetera idea; con este hombre no he tenido mucho contacto. Solicitó su baja del partido cuando salió el procedimiento judicial del crimen de los holandeses».

Tal fue el giro que dio su vida tras ese proceso y el reciente asesinato de su primo José María Lifante, el pasado diciembre, que en la pedanía afirman que llegó a solicitar los servicios de un gurú africano para sacudirse la mala suerte. Desde hacía un mes vivía encerrado, hasta el punto de que uno de sus hombres de confianza se ocupaba de llevar a su hija al colegio. «La última actividad conocida de Evedasto era estar en su casa», afirmaba ayer el alcalde del PSOE, Ezequiel Alonso.

El regidor no podía ocultar su asombro por la orden de búsqueda y captura: «Me he quedado muerto».

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